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jueves, 10 de mayo de 2012

LA CENSURA EN EL CANAL 13 ORIGINÓ LA RENUNCIA DE PERIODISTAS QUE NO TRANSARON SUS PUESTOS DE TRABAJO POR LA ÉTICA PERIODÍSTICA
Por Walter Krohne

El silencio está también inserto en los pecados que se cometen a diario en los medios de comunicación y que atentan contra la libertad de expresión y de información. Es perfectamente una acción grave de censura que ningún periodista puede aceptar. Es lo que ha ocurrido esta semana en el Canal 13 de Televisión que pertenece al Grupo Luksic.

Un reportaje sobre la discriminación de las nanas sacó ronchas en la plana ejecutiva de la estación después de recibir seguramente una serie de reclamos de la alta sociedad y de colegios muy empingorotados de Santiago, donde una supuesta nana concurría para intentar matricular a su hijo sin lograrlo, siendo en cambio burdamente tramitada y discriminada.

Fue un excelente reportaje para dar a conocer justamente el país en el que estamos viviendo, lleno de injusticias y en el cual los ciudadanos no todos tienen los mismos derechos. Una nana que llegara a ganar millones en un juego de azar, no podría tampoco matricular a su hijo en uno de estos colegios para ricos, aunque podría pagarlo con creces, ya que con toda seguridad sería rechazada por su condición social. Esto es lo que demostró el reportaje.

La "bomba" del trabajo periodístico televisivo en dos partes hizo derrumbarse como frágiles cartas de naipes a la estructura de prensa y de reportajes del canal. Estalló el martes último en la noche cuando la parte ejecutiva comunicó oficialmente al equipo de Contacto, en una nota con el visto bueno del presidente del directorio René Cortázar, que no se transmitiría la segunda parte,  porque el efecto que tuvo el primer capítulo, difundido el lunes, fue casi “desastroso” para la imagen de la estación televisiva.

Sin hacer comentarios sobre el método elegido para difundir el mensaje, con utilización de cámaras ocultas y actores que hicieron de nanas y patronas (presentados también en escenas al interior de un supermercado), el punto que nos preocupa a fondo es el de la censura que se practica en plena democracia de la que nos vanagloriamos tanto.

El mismo lunes se anunció que la oferta del canal para el martes incluía los descargos de los colegios que habían sido señalados como discriminadores; situaciones de discriminación grave cuando nanas -nuevamente actrices- intentaban subir a un taxi o cenar en exclusivos restaurantes; aparte de información sobre los escasos metros cuadrados reservados a piezas para nanas en casas piloto del sector oriente.

Sin embargo los 23 minutos previstos quedaron reducidos a seis que fueron ocupados sólo para los descargos de los colegios Los Andes, Los Alerces y San Ignacio de Providencia. La decisión de Cortazar no tiene nombre para el equipo productor, cuya editora general Pilar Rodríguez y sus integrantes calificaron su decisión de “censura”, según el diario La Tercera.

"El tono de los editores de prensa siempre fue ese, y siempre ha sido y hasta ahora sigue siendo: lo que nosotros sufrimos fue un acto de censura", cuentan fuentes al interior del área del departamento de prensa de Canal 13. "Lo que hicimos, lo hicimos bien, no hay ninguna reflexión ni autocrítica de los realizadores ni de los editores del reportaje. No se cuestiona por el uso de cámaras ocultas, sino que se 'fabricó' una situación para registrar la supuesta discriminación", escribió el matutino en su página web.

Para resumir este cuento, las consecuencias de esta censura fueron las renuncias del director de Prensa, Patricio Ovando, y de la editora de Reportajes, Pilar Rodríguez, quedando interinamente en sus reemplazos, Gerson del Río y Angela Robledo, respectivamente, que aceptaron continuar a pesar de las escasas condiciones éticas garantizadas por las autoridades del canal y la crisis en el Departamento de Prensa.

Son estos los momentos en que los periodistas debemos defender bajo cualquier consecuencia los principios y derechos y, en este caso, la ética profesional estaba por encima de las opiniones del "alto mando", porque no se pueden silenciar hechos que son evidentes en una sociedad como la chilena.

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