OPINIÓN POLÍTICA-ESCALONA-KRADIARIO
UN CONGRESO CRÍTICO Y PROPOSITIVO
Por Camilo Escalona
Ha sido convocado el Congreso General de nuestro Partido
Socialista para el próximo mes de enero; se trata de un periodo marcado por la
deliberación política, el intercambio de criterios y la reflexión acerca de las
tareas y del horizonte de las luchas del socialismo chileno.
En primerísimo lugar, el Congreso deberá definir la línea
política que permita derrotar el permanente afán de la derecha política y
económica de tener una posición preponderante, ayer brutalmente con la
dictadura y ahora, en democracia, manipulando la voluntad del sistema político
con prebendas o lisonjas. El episodio de las boletas fraudulentas que financian
ilegalmente campañas electorales, refleja una derecha resuelta a corromper
conductas oportunistas para imponer sus designios.
Ese es el factor clave que se cruza en la lucha contra la
desigualdad, la derecha que pretende anular los avances logrados en este
periodo. En particular, en la UDI, han sido categóricos en su propósito de
revertir la reforma tributaria. Además, los ultras de derecha, entre ellos
algunos detrás de la marcha de los camioneros, azuzan un clima desestabilizador
usando métodos de presión totalmente deplorables.
En este contexto, el desafío de las reformas debe encararse
afianzando la unidad en nuestras filas. En un momento político como el actual,
lleno de tensiones y dificultades, cerrar filas es fundamental.
Pero no basta, esa voluntad de cohesión es primordial; sin
embargo, debe ser encauzada en una perspectiva más amplia, pues lo que se
requiere de este Congreso General es claridad y una nítida resolución de hacia
donde se orientará la acción política socialista en los próximos años, en lo
que queda de este gobierno y en como orientaremos nuestra conducta ante la
elección de un nuevo gobierno, con todas las consecuencias que ello implica.
La estabilidad
forjada desde los gobiernos democráticos fue decisiva para hacer
fracasar el plan pinochetista de regresar al poder. Tal conquista no era conservadurismo
como es la crítica del sector refundacional. Lejos de ello la estabilidad
institucional constituye la base que hace posible el proyecto de reformas
propuesto a Chile. De modo que hay que cuidarla, revalorar su importancia y
fortalecerla.
Ahora se deben superar las prácticas parasitarias, de tantos
que se aprovechan con fines personales de una lucha tan justa, como es la
consolidación democrática. Reponer la voluntad colectiva y el sentido de país,
es una cuestión crucial que tendrá este Congreso Socialista.
Con vistas a nuestro Congreso, se pueden distinguir tres
grandes tipos de conducta.
a) Pensar con un exclusivo criterio de reafirmación y
chovinismo partidario; ir al Congreso para aplaudirnos mutuamente, proclamar lo
magnífico que somos y dar una ovación cerrada a los discursos de inauguración.
b) Adoptar una posición contestataria encontrando todo malo
y rechazar cualquier idea constructiva que se sugiera, es decir, asociarse con
los aires de antipartidismo anarquizante que se han hecho presente, desde la
llegada de los llamados “díscolos”.
c) Asumir la responsabilidad que nos corresponde como
socialistas y participar con el ánimo de reflexionar, de hacer de este momento
una gran ocasión para la deliberación política, para contribuir a clarificar el
rumbo del próximo periodo.
Si conseguimos esto último, vale decir, que desde una
posición de lealtad sin conformismo, tanto de apoyo al gobierno de la
Presidenta Bachelet como de fortalecimiento del pensamiento político del
socialismo, para dar continuidad en el nuevo periodo a la brega contra la desigualdad y para
reimpulsar la profundización democrática en Chile, el Partido Socialista podrá
hacer de este evento, que algunos miran con escepticismo, un gran Congreso de
los socialistas chilenos.
Entonces, la misión es instalar las reformas con gradualidad
y enfrentar la corrupción, dando respuesta a las exigencias que hoy la
situación nacional demanda y ser capaces de proyectar, nuevamente, una opción
sólida y viable para el próximo periodo.
En lo fundamental esto se refiere a:
1- La necesidad de enfrentar la crisis de legitimidad que
hoy afecta al sistema político del país, de cómo los partidos populares se
hacen cargo del descrédito que hoy lo afecta, que puede llegar a dañar la
estabilidad democrática del país.
2- La sanción de las prácticas corruptas resulta ser una
condición vital para restablecer la legitimidad de los Partidos y del sistema
político.
3- A reimpulsar un crecimiento sostenido que dinamice la
economía y asegure la base material de las reformas que la ciudadanía espera.
4- A poner en marcha un camino institucional que permita
avanzar hacia una nueva Constitución Política del Estado.
5- A reforzar una agenda social que responda al desafío de
frenar la desigualdad, cuyo pilar esencial radica en la reforma educacional que
levanta el actual gobierno.
Asimismo, este Congreso Socialista, debe preocuparse con
seriedad y a fondo de la situación del propio Partido; hay que reconocer que la
orgánica partidaria se ha debilitado y que el distanciamiento desde la
ciudadanía al sistema político, también lo afectan dañando sus lazos y vínculos
con la sociedad civil.
Es la hora de rehacer la convivencia partidaria, politizando
los debates internos, dejando atrás los juicios que sólo buscan las
descalificaciones personales, hay que practicar el pluralismo aceptando la
diversidad de opiniones y superando el encierro en los exclusivos límites de
los grupos internos.
En este periodo si el partido se limita exclusivamente a un
ejercicio de clientelismo electoralista, a fin de asegurar una cuota de
congresistas, se estará haciendo un flaco favor a sí mismo e involuntariamente
estará ayudando a acrecentar la crisis de legitimidad y de confianza que abarca
al sistema de partidos.
La formulación de la alternativa para la sucesión
presidencial será una tarea decisiva. Tanto en sus contenidos programáticos
como en el liderazgo que encarne nuestra propuesta.
Aun cuando no es la hora de definir nombres, tampoco sirve
una actitud de intolerancia hacia la presencia pública de las figuras que
pueden asumir el liderazgo. Una opción presidencial no se construye de un día
para otro y tampoco es válido que mientras que unas opciones puedan desplegarse
públicamente se intente coartar que las demás lo hagan. En lugar de reprimir
hay que respaldar nuestros liderazgos.
La tarea de la reconstrucción política de la
institucionalidad del socialismo es fundamental. Hay que rectificar y
reconstituir una orgánica socialista deliberativa, crítica, comprometida, que
ejerza una actitud de lealtad sin conformismo en el proceso de reformas
estructurales que vive Chile.
Convencimos al país que el destino de la democracia chilena
estaba unido inseparablemente a la lucha contra la desigualdad. Por eso, la
candidatura de Michelle Bachelet logró el 62% de respaldo electoral. Fue una
victoria potente.
Sin embargo, ciertas ideas tendientes a hacerlo todo de una
sola vez, que coincidieron con el financiamiento irregular de las campañas, han
creado una situación desfavorable, al no contar las reformas con la mayoría
requerida para sustentarlas sólida y perdurablemente en el tiempo. La tarea es
reconstituir esa mayoría.
Algunos quieren insistir y sugieren seguir adelante no
importando como, incluso aunque se agraven los problemas de impopularidad del
gobierno. Parece increíble que haya actores en la Nueva Mayoría para los cuales
sea indiferente si las reformas tienen apoyo social o no. Tal es su
voluntarismo que empujan hacia una actitud temeraria: intentar imponer las
reformas independientemente de sí contamos o no con la mayoría para ese
propósito.
Otros quieren renunciar a todo y caen en el mayor
escepticismo. Hay que reagrupar las fuerzas y reponer, paso a paso, las
mayorías necesarias para que las reformas no se detengan y se enfrente la
desigualdad. No obstante, no habrá simultaneidad en el proceso y es un error intentar hacerlo todo de una vez
y en condición de minoría.
Avanzar paso a paso, gradualmente, es el camino que propuse
hace ya varios meses. Las cosas no se hacen todas de una sola vez. El Estado
democrático debe hacerse cargo de la sociedad en que actúa, por que la política
tiene límites éticos y políticos, no se puede pensar en acciones cuyo alcance
no tenga fronteras, aunque sea ingrato para algunos reconocerlo. El concepto de
las condiciones objetivas para avanzar, no surgió porque sí en las filas de la
izquierda, es una constatación de las limitaciones históricas del accionar de
las fuerzas políticas, en sus respectivas realidades.
La experiencia del PS es vital para la solución de los retos
de esta encrucijada. Para ello, los militantes deben ser respetados y reconocidos
en sus derechos y el Congreso deberá ser participativo, unitario y sin
cortapisas para que el debate sea profundo y la reflexión fecunda.
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