SIRIA
LA GUERRA SIRIA ¿ESTÁ EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA?
Por Walter Krohne
A pesar de los choques en público y en privado, hubo también
momentos de reflexión profunda lo que no hizo que Barack Obama y Vladímir Putin
terminarán ayer en la ONU separados o en una crisis bilateral sin vuelta.
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El mayor problema es la situación en que quedaría el
dictador Bashar el Asad tras el ordenamiento del país envuelto en una guerra civil que ya ha
costado 250.000 vidas humanas en cuatro años. Si ayer hubo miradas severas entre ambos estadistas, esto
solamente lo captaron el público, los fotógrafos y algunas cámaras de TV, porque en el interior de
ellos se observó un clima de distensión al ser ambos conscientes de la realidad bélica en el mediano oriente y también en Europa con la situación
ucraniana, que de algún modo ha hecho retornar el horrible recuerdo de la guerra fría al viejo mundo.
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En las imágenes tomadas tras los discursos de Obama y Putin en la Asamblea General de la ONU, en una sala del
Consejo de Seguridad, en compañía de sus respectivos ministros de Exteriores, John Kerry y Serguéi Lavrov, se observó que el ambiente era mucho más relajado de lo que unos y otros creían
o pretendían.
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Resulta muy notorio cómo el asunto de Ucrania casi desapareció de la actualidad inmediata ante la urgencia de
la crisis siria -en términos de la amenaza yihadista que representa-. A pesar
de que rusos y estadounidenses han dejado entrever en el mensaje conjunto de que discrepan
sobre el futuro de Siria, están más en sintonía de lo que parece.
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¿Qué habria que hacer en Siria? – Esta pregunta es la que
intentaron responder ayer
EE UU y Rusia, pero a pesar del esfuerzo continúan
las incertidumbres.
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Hay acuerdo en que Siria debe ser un país unido, secular, del cual hay que expulsar al Estado Islámico (EI) que opera en su territorio y decidir luego una transición política interna. Sin embargo
este es un punto discrepante, porque Putin está comprometido con el régimen de Bashar el Asad,
vínculo que no pretende romper porque el líder sirio le ha abierto a Moscú el Mar Mediterráneo para su flota. El punto
discrepante entonces es de ¿cómo sería esta transición? ¿En qué situación quedaría el actual dictador
sirio Bashar el Asad en la reformulación
política interna en Siria?
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Estos principios fundamentales son aceptados por ambas
partes, como dijo hoy el secretario de Estado estadounidense John Kerry en entrevista para la cadena MSNBC. Kerry
volverá a reunirse en estos días con su homólogo
ruso, Serguéi Lavrov, en lo que será su tercer encuentro en menos de una
semana. Por el momento, adelantó que rusos e iraníes podrían presionar a Bashar
el Asad para que sus fuerzas armadas dejen de arrojar barriles explosivos sobre
la población civil, a cambio del o de los aportes que EE UU podría hacer. “Es
hora de unirse y de encontrar una salida a la crisis de Siria”, afirmó Kerry.
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Frente al procedimiento, EE.UU. no rechaza ni mucho menos la
participación de Rusia en ataques contra el Estado Islámico en Siria. Putin
dijo que está dispuesto a realizar ataques aéreos, pero señala, sin embargo, que
tiene que ser con aprobación de la ONU, cuyo Consejo de Seguridad preside por turno
y en el cual hasta ahora ha bloqueado toda resolución contra el régimen de
Damasco.
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EE UU. no ha cuestionado, al menos públicamente, la
presencia de aviones rusos de combate Sujoi 24 y Sujoi 30, llegados hace pocos
días al aeropuerto de Damasco, además de helicópteros, material y soldados
rusos. Es decir, Washington ya no discute el apoyo ruso a Bashar el Asad. La
presencia militar rusa en el feudo del régimen sirio -el único enclave del que
dispone Moscú en el Mediterráneo- es aceptada por los estadounidenses. Es como
una aceptación obligada para poder resolver este conflicto que se ha ampliado
tras la irrupción del terrorismo islámico.
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Para Rusia, Bashar el Asad debe seguir en el poder en Damasco. Obama lo rechazó en su discurso ante la Asamblea
General, señalando que no se puede aceptar a alguien que bombardea a mujeres y
niños. Pero en realidad tanto Obama como los gobiernos europeos saben que, al
menos de momento, no tienen mejor opción y no plantean su derrocamiento como
prioridad.
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En qué no están de acuerdo:
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Bashar el Asad sigue siendo el punto de discrepancia. Rusia
defiende que su régimen es legítimo y hay que contar con él en la lucha contra
el Estado Islámico. Hoy por hoy, Asad es el único garante de la presencia
militar rusa en el Mediterráneo. Barack
Obama, en cambio, quisiera arrastrar a Putin a una solución diplomática, en
paralelo a la guerra, para un cambio de régimen.
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Rusia se opone a todo cambio de régimen fuera del marco de
Naciones Unidas. Putin recordó una vez más ante la Asamblea General las
desastrosas consecuencias de las operaciones estadounidenses en Irak y Libia.
El caso libio (2011) fue especialmente doloroso para el Gobierno ruso, que se sintió
engañado al saltarse la coalición occidental contra Gadafi los límites de las
resoluciones de la ONU.
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Rusia propone un frente común antiyihadista que incluya a
Irán, Siria, Arabia Saudí, Turquía y Egipto, dejando fuera a los
europeos y a Qatar, uno de los estados más implicados en la guerra siria. Sin embargo, hasta ahora no se conoce una respuesta de EE UU. En todo caso, según el diario The New York Times, la fórmula rusa no le parece tan mala a la Casa Blanca porque así "Moscú podrá conocer el costo que representaría sostener militarmente y alimentar a Bashar el Assad.
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