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DIOS PUESTO A PRUEBA
DIOS PUESTO A PRUEBA
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Sabido es la leyenda
de las pruebas de la fe entre un cristiano, un musulmán y un judío,
donde el judío decide adoptar la religión cristiana porque indudablemente ninguna
iglesia podría permanecer, como ha permanecido la católica, con la cantidad de
pecados cometidos, si no tuviera ciertamente el beneplácito, la preferencia y la protección de Dios.
Lo que ha acontecido con la Iglesia Católica desde Juan
Pablo II para acá, es ciertamente una prueba irrefutable de la protección a
ultranza del Dios que profesan, porque han hecho de todo para tener el
expediente requerido para ser expulsados
de los países, de los templos y de Roma.
Pero siguen vivitos y con muchas ínfulas; claro que con
menos fieles, y muchos de los que permanecen lo hacen con enojo. Claro que en
todas las religiones hay mucho elemento perverso, que profesan una falsa fe,
pues ni piensan ni sienten, sólo reverencian y se acogen al ritual. De doctrina
no saben ni el abc; de teología, ni el
título. Son los creyentes por tradición
cultural, cuando no por perversión; es decir esconden su maldad en un
paraguas de buena sombra.
Según enseña el texto bíblico, Dios vigila siempre a su
pueblo; claro que no interviene de buenas a primeras; normalmente espera que el
pecador se reivindique; si no lo hace y es pecador pertinaz, acumulará una
deuda con su Dios que cuando llega el día de cobrarla le sucede como a Sodoma:
se paga un alto precio en destrucción y muerte. Así pareciera que enseña la
sagrada historia. No hay perdonazos ni reclusión domiciliaria, ni cárcel
Cordillera ni Punta Peuco.
.
No es que uno critique el que la Iglesia Católica haya
puesto en su lugar a la “teología de la liberación”. Soy de los que piensa que
la Iglesia debe elaborar posiciones en torno a los pobres y explotados; pienso
que la teoría de Marx podía acercar material e instrumentos para abordar esos
males desde la fe, pero otra cosa es el coqueteo y dependencia que los curas de
entonces hicieron con el marxismo militante, cuya inclinación a las tiranías
era evidente en todo lugar donde alcanzaron el poder. Lo que se amputaba en la
derecha se entregaba a la izquierda, con consecuencias igualmente deplorables
para el espíritu cristiano de liberación integral.
Claro que esta Iglesia Católica parece haber perdido al
sofrosyne y camina a bandazos, pues ahora puso a conducir esta santa
institución a prelados que más saben de cuentas bancarias que de cuentas del
rosario. La extrema derecha purpurada del mundo ha ingresado a dirigir una
Iglesia que merecía correcciones, es cierto, pero no que lucifer metiera su
cola de manera tan descarada, artera y nefanda.
Si el Dante viviera, tendría los círculos del infierno tan
abarrotados de personajes con tonsura como el metro de Santiago a las 6 PM., es
decir, colapsando los accesos.
Cuando se escriba la historia de la Iglesia Católica, en un
buen tiempo más, tendrán que robarse varias páginas del manuscrito, para hacer desaparecer
lo que acontece desde el último tercio del siglo XX hasta estos días. De esa
borradura podrán hacer películas de intrigas, con títulos en latín. Pero
deberán desaparecer por impresentables. Pocos se animarían a ingresar de fieles
a una Iglesia con esa calidad de gente, pues lo mínimo que hace un ser normal y
medianamente decente es evitar las malas compañías.
Si uno mira la conducta de los clérigos de hoy, daría para
pensar que son unos “rebeldes metafísicos”, algo así como unos Marqués de Sade,
quien culpaba a Dios de sus degeneraciones, pues El era el creador de todo,
y le hizo con esas pifias, ante lo cual
el hombre se inclina como un siervo: Ahora el pecado no es del hombre, sino de
Dios, por eso son rebeldes, pues cambian el sentido y dirección de la culpa.
Digo esto pues el rebelde metafísico no experimenta ningún arrepentimiento y es
pertinaz en sus males y en su desafío, cosa que claramente vemos en la postura
de tantos curas de nuestro tiempo. Rasgan vestiduras porque los sorprenden en
sus pecados, pero no tienen la grandeza de pedir perdón y menos de rectificar.
.
Más bien sufren el síndrome del sitiado, se refugian en el
poder secular de la Iglesia y desde ahí gruñen al poder civil que aún les teme.
Pero no se reconocen pecadores, (“El que esté libre de pecado……”) Ellos
saben sólo arrojar piedras, pero nunca
se les enseñó a recibirlas; ellos saben quemar en las piras, pero no les gusta
la sensación del fuego justiciero en sus propias carnes.
En fin, creo que esta generación de creyentes está poniendo
a prueba la paciencia de su propio Dios.
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