EL FUTURO DE BACHELET-KRADIARIO
ANALISTAS COMENTAN LOS RUMORES QUE CIRCULAN SOBRE EL FUTURO POLÍTICO DE LA
PRESIDENTA
Por Kradiario
Algunos análisis políticos en el diario La Tercera entraron hoy a debatir
sobre una etapa delicada, en que el punto
central es el futuro de la presidenta Michelle Bachelet y las consecuencias que
tendría una renuncia suya al cargo, especialmente tras el resultado de la última
encuesta CEP del viernes y las declaraciones del Ministro Secretario de la
Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, hace una semana en el diario El Mercurio. Tres
análisis, uno de Sergio Melnick, un segundo del abogado Jorge Navarrete y un
tercero de Max Colodro, pueden darle a los lectores de KRADIARIO mayor luminosidad
sobre lo que se está discutiendo.
¿Qué se incuba en el atanor político?
Por Sergio I. Melnick
A MI juicio hay dos señales críticas en el
acontecer político nacional, y que podrían ser portadores de cambios futuros
importantes. Los dos hechos en cuestión son la publicación de El Mostrador
sobre los problemas personales de Bachelet, y la curiosa entrevista del
ministro Eyzaguirre. Ambos hechos, que podrían parecer independientes, en mi
opinión no lo son. Tienen un hilo común que vale la pena monitorear con
cuidado.
El primer hecho da cuenta de comentarios conocidos
desde hace bastante tiempo, y de muchas personas de distinto signo de amplia
credibilidad. Lo curioso no es la información propiamente tal, sino que es el
dónde se publica y con qué fin: un medio electrónico que no es precisamente de
oposición, y cuyo director es un periodista muy informado, agudo y de análisis
político muy refinado, que siempre va dos pasos más delante de los hechos.
Quiero decir con esto que algo se cuece en algún sector de la Nueva Mayoría que
ciertamente avaló o es parte del sentido de dicha publicación.
Por otro lado, la entrevista del ministro
Eyzaguirre es sorprendente. Su crítica superó cualquier cuestionamiento que
hasta entonces hubiese hecho la oposición, es tan severa que hace al gobierno y
su innumerable secuencia de errores (como los califica el propio ministro), que
deja en muy mal pie a la Presidenta, quizás en una posición insostenible, ya
que sólo ella es quien dirige al gobierno. Por ello es evidente que el tono de
esa entrevista nunca pudo haber sido avalado por Bachelet.
Hecha la entrevista, y el tono acerca
de la magnitud de los errores, es incomprensible que Eyzaguirre siga en el
gobierno, especialmente porque muchas de las críticas hablan también de su
propia mala gestión en educación. Es claro que Bachelet no tiene hoy la fuerza
para cambiar al ministro que le ha dado tan duro.
Cuando estos hechos han sido realizados por personas
inteligentes, informadas y con poder, ello debe tener algún sentido que tenemos
que tratar de encontrar. Aquí va mi interpretación.
Desde el inicio de este gobierno, dada la
inexistencia de una oposición desde la derecha, la pugna siempre ha sido entre la
ex Concertación versus la Nueva Mayoría, particularmente la izquierda más dura,
con la retroexcavadora y el G90, que echó raíces en toda la administración.
Pero el resultado ha sido muy malo. La
situación política y social del país se agrava día a día, la clase política
está desprestigiada, la polarización es creciente, el Congreso tiene 85% de
rechazo, las dos grandes coaliciones otro 85% de rechazo, el gobierno 75% de
rechazo, el Poder Judicial por ahí. Las soluciones deseadas para los países son
políticas, y hoy no hay legitimidad para ello.
Por lo anterior, hay un claro movimiento de la ex
Concertación para hacerse cargo del gobierno en los hechos, y enmendar rumbos
cuando aún es tiempo; y lo es. Es una pelea de familia. Es tiempo de tomar
posiciones. En ese sentido, yo leo la entrevista de Eyzaguirre como una
declaración pública del bando al que pertenece ahora: deja la retroexcavadora y
se suma a la Concertación. Por eso no deja el gobierno, ya que es parte del
proceso. Todo esto debe ocurrir contra la voluntad de la Presidenta, quien
calificó literalmente de “wishful thinking” cualquier posibilidad de moverse un
poco al centro. Es decir, si la Concertación logra hacerse cargo de la
conducción del gobierno, será contra su voluntad. Por eso se prepara uno de los
varios escenarios, probablemente el menos deseado, en que se invocaría de
alguna forma problemas de salud en marzo del 2016, de modo que no haya
elecciones. Ese escenario no puede ser abrupto, sino irse preparando de a poco.
En esa lógica adquiere sentido el empoderamiento de
Burgos sobre Aleuy, las intervenciones de Lagos, de Pérez Yoma, las críticas de
Ignacio Walker por los diarios a la reforma educacional, el ingreso de Bitar al
tema educación, las movidas de Insulza, las declaraciones de Genaro Arriagada,
o Brunner, y las múltiples críticas de ex ministros de la Concertación, y
tantas otras cosas curiosas que han pasado en estos tiempos. Es extraño el
cambio de Pizarro, y también de Girardi, y lo que se prepara en el PPD para
sacar a Quintana.
Todo esto puede verse agravado o acelerado por el
curso de los acontecimientos que tome el caso Caval, y la apertura de muchos
más casos de boletas políticas y nuevas empresas más asociadas al gobierno.
El atanor está prendido para la primera fase del calcinatio
alquímico.
Absurdo,
imbécil y sedicioso
Por Jorge
Navarrete
Nunca pensé que terminaría escribiendo una columna sobre
este tema. Sin embargo, durante las últimas semanas son demasiadas las personas
que incluso alegando haberlo escuchado de connotados e influyentes dirigentes,
tanto de gobierno como de oposición, parecieran estar convencidos de que un
puñado de líderes políticos y empresariales han urdido un plan que consistiría
en propiciar la renuncia de Michelle Bachelet al cargo de Presidente de la
República a partir de marzo, para a continuación, y según lo dispone el
artículo 29 de nuestra Constitución, que sea el Congreso pleno el que elija a
su reemplazo por el tiempo que le resta de mandato.
Se trata de una idea tan absurda, como imbécil y
sediciosa.
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Absurda,
por cuanto lo que subyace al régimen presidencial que rige en nuestro país
supone que el principal depositario de la soberanía popular es elegido por un
determinado lapso de tiempo para llevar adelante su programa de gobierno,
conforme a lo que decidió la mayoría absoluta de los ciudadanos que participaron
en el proceso electoral, sea en primera o segunda vuelta. Salvo gravísimas y
calificadas excepciones, y cualquiera sea la opinión que cada uno de nosotros
pudiera tener sobre el desempeño de ésta o cualquier otra administración, son
sólo los ciudadanos, de manera colectiva y en los próximos comicios, los
llamados a alterar institucionalmente el rumbo político que han adoptado sus
gobernantes.
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Imbécil,
pues lo que hay detrás de estos rumores es un intento por magnificar
irresponsablemente el rechazo a la gestión del gobierno, a través de un
expediente que incluso soslaya las gravísimas consecuencias que se derivarían
de concretarse tan delirante hipótesis. La experiencia de otros países en la
región, y particularmente la nuestra, nos da alguna idea de las cosas que
podrían ocurrir cuando un Presidente de la República no culmina su mandato. Hay
detrás, además, un profundo desprecio a la democracia, por cuanto pese a los
bajos niveles de aprobación que exhibe esta administración, bajo ninguna
circunstancia eso habilita a que un puñado de iluminados quiera imponer por
secretaría lo que no fueron capaces de ganar en las urnas. Incluso aunque este
rumor sólo tuviera por propósito paralizar la acción de este gobierno, se trata
de una acción irresponsable y cobarde, pues de paso pulveriza la confianza que
los ciudadanos deben tener y guardar para con sus más básicos procedimientos
institucionales.
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Sediciosa,
pues se trata de una fórmula que no tiene otro propósito que coartar de manera
ilegítima las atribuciones del Presidente de la República, a través de acciones
que promueven su descrédito y socavan su poder. Sin ir más lejos, y tomando en
cuenta el reciente desempeño de nuestros jueces y fiscales, creo que algunos
creativos deberían poner más atención a las graves penas que según el artículo
133 del Código Penal pueden recaer en los que “por astucia” o “por cualquier
otro medio”, pero sin alzarse por la fuerza, cometieren alguno de los crímenes
o simples delitos contra el gobierno legalmente constituido.
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DETERIORO
QUÍMICAMENTE PURO
POR MAX
COLODRO
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Una Presidenta de la República con 22% de aprobación y un
gobierno que genera confianza a solo un 15% de los chilenos; la coalición
oficialista con 13% de apoyo y la alianza opositora con apenas un 10%; empresas
privadas en las que confía un 12% de la gente, Tribunales de Justicia con un 7%
de respaldo, el Congreso con un 6% y los partidos políticos con la confianza de
un paupérrimo 3%. Esta es, entre otros indicadores, la ‘fotografía’ que nos
mostró la encuesta CEP aparecida en la semana que termina. La ‘película’, es
decir, la tendencia en el tiempo es todavía peor: una espiral sistémica de
deterioro institucional que no tiene precedentes, al menos desde el retorno a
la democracia en 1990.
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Las cifras de este estudio son en verdad escalofriantes y
vienen a confirmar que la situación actual no se reduce a un gobierno mal
evaluado o a una oposición impotente; esto dejó de ser un problema político
relativamente acotado y está transitando, ante nuestros ojos, hacia una crisis
institucional de imprevisibles proyecciones. En un país donde el concepto de
‘lo público’ ha sido puesto como telón de fondo del actual proceso de reformas,
constatamos ahora que las instituciones ‘públicas’ que son la base de un
sistema democrático están, literalmente, hechas trizas. Gobierno, partidos,
Congreso y Poder Judicial dejaron de ser parte de la solución y hoy son parte
del problema, un ‘problema’ que sólo puede agravarse cuando no existen
instituciones legitimadas que puedan ayudar a diseñar e implementar una
‘solución’.
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La clase política en su conjunto, la dirigencia
empresarial y las demás autoridades del país parecieran no haber asimilado aún
el tenor y la profundad de lo que se está enfrentando. El gobierno insiste en
seguir avanzando con un programa de reformas que nunca tuvo ni los tiempos ni
la capacidad técnica para concretar de manera adecuada. Hoy, con total
indolencia y sin asumir responsabilidad política alguna, el ministro Eyzaguirre
finalmente nos confiesa que ‘ni Superman’ habría podido sacar adelante este
conjunto de reformas de manera simultánea. Es decir, el programa de gobierno,
cuyo espíritu era precisamente la ‘simultaneidad’ de los cambios fue, en
realidad, un enorme error estratégico o un simple bluf electoral.
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La oposición, por su parte, no ha sido hasta ahora capaz
de salir de la lógica de la refriega política y alzar la mirada, para construir
un diagnóstico y una propuesta que permita abordar el abismo institucional en
que se encuentra el país. El objetivo de la derecha pareciera ser simplemente
el descalabro del actual gobierno y el imperativo de una nueva alternancia,
como si el proceso de deterioro actual pudiera resolverse sólo con un cambio de
administración. Esa es su fantasía, algo que aún en el cuadro actual tiene
escasas posibilidades de ocurrir y que, en cualquier caso, no permitiría
abordar el problema de fondo que hoy siembra desconfianza en todo y en todos.
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Hay que hacerse cargo de la inexorable evidencia: las
‘reglas del juego’ que el país fue capaz de construir hace 25 años, y que
permitieron darle una base mínima de legitimidad a nuestras instituciones
durante la transición, hoy están muertas. Y la única posibilidad de generar
otras reglas pasa por construir un nuevo ‘acuerdo nacional’ entre mayorías y
minorías, gobierno y oposición, trabajadores y empresarios. Mientras siga
imperando la lógica de ‘unos contra otros’, el deterioro institucional y la
polarización política seguirán haciendo de las suyas. Y es muy probable que el
día de mañana algún dirigente político aparezca de nuevo, con toda desfachatez,
para decirnos que ‘ni Superman’ podría haberse hecho cargo del deterioro
institucional al que ellos tanto contribuyeron.
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