Las pantallas y los titulares se los lleva el Partido Republicano, sus líderes deberán manejar una situación altamente favorable no exenta de riesgos; si consiguen demostrar capacidad de generar acuerdos, consensos, y sacar adelante un nuevo proyecto constitucional el 17 de diciembre 2023, quedarán muy bien posicionados para la elección de alcaldes, concejales, y gobernadores el 2024, ni hablar para la presidencial del 2025.

Situación muy diferente es la del Partido Demócrata Cristiano, la coalición de la cual formó parte no logró elegir ni un sólo consejero constituyente, el conjunto de los candidatos democristianos apenas lograron trescientos mil votos a escala nacional, la proyección futura es descendente, en su espacio natural del centro político se acaba de presentar un nuevo protagonista, el Partido Amarillos por Chile.   Peor aún, en la discusión constitucional comienza a instalarse la idea de establecer la exigencia del 5% mínimo de votos para elegir diputados y senadores al Congreso, en las actuales circunstancias la DC no podría cumplir con tal exigencia de aprobarse como parece probable.

En algunos círculos democristianos va tomando fuerza la idea de entrar al gobierno del Presidente Gabriel Boric, de llegar a recibirse una invitación formal.   La posición negociadora de la DC es particularmente débil, si bien podría prestarle al gobierno algún ropaje de centro democrático acompañado del apoyo en el Congreso de tres senadores, un puñado de diputados, y un número todavía considerable de alcaldes y concejales.    En este último punto, los líderes democristianos necesitan alcanzar acuerdos tendientes a defender su posición en las comunas dónde tienen alcaldes; tal vez la izquierda gobernante podría conceder en algunas comunas como La Granja y Peñalolén en la RM, otras consideradas menores en regiones, pero difícilmente aceptará restarse en Concepción.   De otra parte, la izquierda necesitará hasta el último voto conseguible en su pretensión de retener Santiago, Valparaíso y Viña del Mar; hay espacio de maniobra en la mesa de negociación, asumiendo que los democristianos consigan llegar ahí.

En este año de intenso debate de ideas en temas constitucionales, la DC necesita tener discurso, cuenta con gente capaz en estos asuntos, si sus dirigentes quieren evitar ser barridos de la discusión deberán convocar a todos esos elementos de alto nivel intelectual todavía militantes.    Quedarse fuera de la plaza pública en este caso puede ser peligroso, podría proyectar la imagen de un partido político decadente sin nada que decir  en materia de innegable interés nacional.

El horizonte luce oscuro para lo que va quedando de la DC.   Puede tratar de mantener la coalición con el PPD y los radicales, pero esa entelequia no parece tener destino.   También puede volver a ensayar la opción del camino propio, llegar al final dignamente, mirando de frente.   También puede rematar en un quiebre terminal, sería muy triste.