El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, llegó a Brasilia, donde asiste a la «cumbre» convocada por el presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula Da Silva, en la que participan 11 mandatarios de los países suramericanos con el objetivo de retomar lo que han llamado «la integración regional».

Lula busca fortalecer al régimen chavista y ha decidido ignorar las denuncias e investigaciones de violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad que realiza la Corte Penal Internacional (CPI). Con esta visita, Maduro y Lula buscan normalizar las relaciones bilaterales, después de que en 2019 el expresidente Jair Bolsonaro (2019-2022) le prohibiera a Maduro la entrada a Brasil, si bien está norma fue abolida por el gobierno de Lula Da Silva al llegar a Planalto.

En ese sentido, Bolsonaro reaccionó este lunes a la llegada de Maduro a Brasilia publicando un vídeo de su paso por la Casa Blanca, en donde acordó con el expresidente Donald Trump una serie de políticas para combatir la «dictadura» venezolana.

Bolsonaro explica en el vídeo cómo con financiación de Estados Unidos se levantó un centro de acogida en Rondonia para asistir a los venezolanos que salían del país. «Brasil está listo para esa misión de llevar libertad y democracia a ese país que hasta hace poco era uno de los más ricos de Sudamérica», dice en el video.

Maduro es recibido en Brasilia por Lula

Antes de que acudiera a sus redes sociales para atacar al régimen de Nicolás Maduro y compartir otro vídeo en el que ironiza sobre la «madurez» de Luiz Ignacio «Lula» Da Silva, el presidente brasileño recibía a Maduro en el Palacio del Planalto.

La reunión con Maduro fue la primera de las diez que Lula tiene previsto celebrar con varios líderes y jefes de Estado latinoamericanos.

Se espera que esta normalización de las relaciones se termine de formalizar con la reapertura de las respectivas embajadas y otras oficinas consulares, así como con la designación del embajador venezolano.

El presidente de Brasil dijo que es un «momento histórico» para ambos países en una rueda de prensa que mantuvo junto a Maduro luego del encuentro bilateral.

“Después de ocho años el presidente Maduro vuelve a visitar Brasil y recuperamos el derecho de hacer nuestra política exterior con la seriedad que siempre tuvimos, especialmente con los países que comparten fronteras con Brasil”, dijo Lula.

Los mandatarios sudamericanos se reunirán este martes en Brasilia para reforzar su devaluada integración y revalorizar el rol de la región en el tablero internacional, todo un desafío en momentos en que varios afrontan conflictos políticos, crisis económicas y tensos vínculos bilaterales.

«Esta reunión es importante porque Sudamérica se tiene que convencer de que debe trabajar como si fuera un bloque; no podemos pensar que cada país por sí solo logre solucionar sus propios problemas», dijo Lula a los periodistas al término del encuentro con el dictador de Venezuela.

A la llamada «cumbre» asisten los presidentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Uruguay, Surinam y Venezuela. Por parte de Perú acudirá Alberto Otárola, presidente del Consejo de Ministros.

Lula, quien intenta diseñar una nueva «geopolítica» sudamericana, dijo que lleva años viendo “retrocesos en el mundo” en materia sanitaria, ambiental y económica.

«Hay que discutir si queremos seguir discutiendo lo que somos o si queremos crear un bloque para negociar con más fuerzas y posibilidades de crecer», sostuvo y puntualizó que la reunión es un intento de avanzar en una agenda política y económica que será definida en citas posteriores.

En ese marco, adelantó que podría proponer la idea de una moneda comercial común que los sudamericanos puedan utilizar como alternativa al dólar estadounidense.

“Sueño con que tengamos una moneda entre nuestros países para que podamos hacer negocios sin depender del dólar. Porque el dólar pertenece a Estados Unidos y puede hacer lo que quiera con él”, dijo.

Lula convocó a la cumbre un mes después de anunciar en abril la reincorporación de Brasil a la Unasur, el foro que ayudó a crear en 2008 junto a otros colegas izquierdistas y del que, una década después, Bolsonaro se alejó por considerarlo inútil y abocado a arropar al populismo en Venezuela.

Colombia, Chile, Paraguay, Argentina, Ecuador y Uruguay fueron otros países que suspendieron entre 2018 y 2020 su participación en el bloque argumentando que estaba basado en alineamientos politico-ideologicos y carecía de una secretaria operativa.

Unasur, que llegó a sumar 12 naciones sudamericanas con el fin de incentivar la integración comercial, social y política, hoy está inactiva y sólo la conforman Argentina -que también se reincorporó en abril- Bolivia, Brasil, Guyana, Surinam y Venezuela.

La convocatoria del presidente brasileño se produce cuando fuerzas de izquierda y centroizquierda gobiernan en varios países y la derecha asoma en otros como una alternativa política, lo que podría dificultar el intento de mejorar la cooperación.

En Argentina, el peronista Alberto Fernández no se presentará a la reelección en los comicios de octubre ante la falta de respaldo por los fracasos de su gobierno en materia económica, mientras que fuerzas conservadoras aparecen mejor situadas en la intención de voto. En Paraguay fue elegido recientemente presidente un economista de talante conservador y en Chile la derecha arrasó en la elección de los redactores de una nueva constitución.

Para el pragmático presidente brasileño, la sintonía en el seno de la región es necesaria y eso incluye a Venezuela, por lo que Lula prefiere mirar hacia otro lado cuando de derechos humanos se trata.

La definición de una agenda de intereses comunes se topa con las distintas necesidades de los países, algunos de los cuales sufren crisis políticas y económicas o mantienen desacuerdos.

Argentina sufre una inflación acelerada e intenta reforzar sus alicaídas reservas de divisas tras padecer una sequía histórica. Chile desea la regulación de los flujos migratorios luego de enfrentar una inmigración ilegal descontrolada -principalmente de venezolanos- hasta fines de febrero, cuando el gobierno desplegó militares en su frontera con Bolivia y Perú.

Bolivia mantiene un largo desacuerdo fronterizo con Chile y las relaciones con Perú también se han enfriado ya que el gobierno de Dina Boluarte no fue reconocido por La Paz.

FUENTES: Con EP