7-7-2014-KRADIARIO N°905
ABRIR UNA NUEVA ETAPA
Por Camilo Escalona
El ciclo de maltrato laboral, una de las herencias legales y
culturales más denigrantes del pasado dictatorial debe dejarse atrás
definitivamente, su permanencia expresada en abusos y violaciones reiteradas de
los derechos de los trabajadores solo daña la paz social en nuestro país.
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Así parecen entenderlo los más diversos sectores. Incluso en
la mayor parte del ámbito empresarial que aplaudió el llamado Plan Laboral del
que fuera ministro de Pinochet, Sr. José Piñera, se toma nota que los desafíos
de competitividad que tiene la economía resultan inabordables a largo plazo con
un esquema como el actual, con una débil y escasa sindicalización, sin
adecuadas y eficaces normas de negociación colectiva, con un ejercicio del
derecho a huelga inviabilizado y con los líderes sindicales bajo sospecha o
sometidos a las más inaceptables presiones.
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El Instituto Igualdad, que hoy presido, ha generado un
significativo espacio de diálogo social en un reciente Seminario realizado en
el Senado en Santiago. Con la participación de la Sra. ministra del Trabajo, de
la CUT, la CPC y legisladores del tema se constató que es posible y necesario
avanzar.
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Se ratificó que cuando prima el interés nacional en los
debates y se dialoga con seriedad, por contravertidas que sean las diferencias,
se crea un clima que permite abordar esas discrepancias y, al menos, tomar
conciencia que se deben explorar soluciones por fuertes que sean las
divergencias.
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El tema de las reformas laborales ha ingresado en la Agenda
de los desafíos del país, ya que gravita decisivamente en la desigualdad
multidimensional que afecta a nuestra convivencia nacional.
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En el caso del empresariado si no acepta el pronto estudio y
trámite de estas materias, si persiste en un inmovilismo de corto alcance, se
estará haciendo un flaco favor a sí mismo. Es decir, a sus propios intereses de
largo plazo. Del mismo modo, éste es un enorme desafío para el movimiento
social, a su firmeza estratégica y su habilidad táctica y, especialmente, a su
unidad y capacidad propositiva.
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Los que quieren impedir todo cambio son fuerzas
retardatarias incorregibles.
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Los que piensan que estos grandes dilemas se resuelven a
peñascazos, únicamente reducen la potencia y amplitud en la convocatoria que
estas reformas requieren.
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Aquí lo que importa es la instalación de derechos que en una
sociedad moderna son fundamentales.
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En todo caso, debe estar en el centro de la Agenda la
revalorización del trabajo, en cuánto instrumento esencial de la ética social
en una sociedad democrática.
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El diálogo social oportuno y lúcido sólo puede traer
provecho al desafío nacional de este periodo: la derrota de la desigualdad en
Chile.
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Con ello, se afianzará el sistema político hoy debilitado y
se robustecerá la estabilidad democrática de la nación. A condición que se
actúe a tiempo.
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