4-7-2014-KRADIARIO-Nª904
UE-AMÉRICA LATINA: UN LABORATORIO PARA LA COHESIÓN SOCIAL
Por la Deutsche Welle (DW)
¿Cómo traducir el crecimiento latinoamericano en seguridad
social? ¿Cuál es el papel de Europa en esto? Urge reflexionar sobre nuevos
instrumentos, afirman especialistas reunidos esta semana en París.
Eurosocial
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Durante esta semana que la OCDE (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico) dedica a reflexionar sobre nuevas sendas
de cooperación, uno de los focos de atención ha sido América Latina. Sus
previsiones de crecimiento se sitúan entre el 2 y el 2,5% -después de años de
un promedio del 5%-. En el Viejo Continente, en tanto, los indicadores siguen a
la baja.
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Por otro lado, el 55% de la población latinoamericana labora
en condición de informalidad; “esto significa que 130 millones de personas en
este momento no están inscritas en ningún programa de seguridad social”,
recordó en París Angel Gurría, secretario general de la OCDE. Además, el 20% de
la población más pobre accede sólo al 5% de las riquezas y el 20% más rico,
posee más del 50%.
En este contexto, uno de los desafíos de la cooperación
entre la Unión Europea y América Latina es velar porque “los royalties de los
recursos naturales se conviertan en recursos renovables, en educación”, decía
en París Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para
América Latina, recordando una vez más que no es el crecimiento económico, sino
el reparto de éste lo que aportará a la cohesión social.
“La evolución en el panorama de América Latina, con cada vez
más países de renta media, genera nuevas expectativas y cambia necesariamente
el sentido de la relación y la cooperación con Europa”, explica a DW Peggy
Martinello, especialista de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de
Administración y Politicas Publicas (FIAPP).
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Dado que no es un problema de fondos, ya no cabe una
relación de donante-receptor, sino de intercambio de experiencias «entre socios
». Para ello, la UE y los países latinoamericanos definen en este momento
estrategias e instrumentos nuevos para trabajar en la cohesión social. La FIAPP
gestiona uno de ellos: “Las políticas públicas que acompaña Eurosocial tienden
especialmente a reducir la brecha entre las poblaciones y los territorios”,
explica Martinello.
Los actores también han cambiado: hasta ahora han sido
mayormente España, Italia, Francia y Alemania los más activos en el campo de la
cooperación. Pero “para América Latina resulta ahora muy interesante
intercambiar con Finlandia, que tiene muchísimas políticas sociales
innovadoras, muy progresistas. También la experiencia de los países del Este de
Europa, que en los últimos diez o quince años, en su proceso de integración,
han tenido que cambiar sus políticas públicas, son de interés”, afirma la
especialista.
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¿Y en la otra dirección? “En políticas de rendición de
cuentas y transparencia de las instituciones con leyes de acceso a la
información, países como Chile y México están muy adelantados; y es fuerte el
interés de europeos por saber cómo lo están haciendo”, responde.
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Así las cosas, “la región más desigual” -cuyas materias
primas le han traído el auge económico actual- y el tecnologizado Viejo
Continente –en el que la crisis económica va minando sus sistemas sociales-
buscan nuevas sendas para actuar en educación, transparencia, salud, empleo.
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“Para nosotros en Eurosocial, más que de estrategias se
trata de instrumentos”, explica Martinello, según quien este renovado diálogo
será un laboratorio que “irá en función de las prioridades de los diferentes
gobiernos”. Su impacto –que rebasa los cinco años que se encuentran en este
momento en discusión- se verá en diez o quince años, prevé la especialista.
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Como fuere, “el momento es decisivo”, recuerda desde París
Gurría, urgiendo a elaborar un plan regional de reformas para construir
economías más resistentes e inclusivas.
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