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miércoles, 20 de abril de 2011

A su manera - ¿Cuán auténtica es la despedida de Fidel Castro de la vida política?


Por Yoani Sánchez
Desde La Habana

Decir adiós puede lograrse apenas con una breve nota dejada sobre la mesa o con una llamada telefónica con la que nos despedimos definitivamente. En los preparativos para marcharse del país, el fin de una relación amorosa o de la vida misma, hay gente que pretende dejar amarrados los más pequeños detalles, trazados esos límites que obligarán a quienes se quedan a seguir su rumbo. Unos se van tirando la puerta y otros reclaman antes de la partida el gran homenaje que creen merecer. Los hay que distribuyen equitativamente sus bienes y también seres con tanto poder que cambian la constitución de un país para que nadie deshaga su obra cuando ellos ya no estén.

Los preparativos para el VI congreso del Partido Comunista Cubano y sus sesiones en el Palacio de las Convenciones han sido como un gran réquiem público para Fidel Castro. El escenario de su despedida, el ceremonial minucioso reclamado por él y realizado –sin escatimar recursos– por su hermano menor.

Fidel traspasa el mando a Raúl
Ya en los excesos organizativos del desfile militar, efectuado el 16 de abril, se percibía una intención de “gastárselas todas” en un homenaje final a alguien que no pudo asistir a la tribuna. Resultaba evidente que al anunciar los nombres de quienes asumirían los máximos cargos del PCC, ya no sería leído el del hombre que decidió el rumbo de esta nación por casi cincuenta años. No obstante, él se sentó en la mesa principal del evento para validar con su presencia la transferencia de mando a Raúl Castro. Estar allí fue como acudir –en vida– a la lectura de su propio testamento.

El Congreso del PCC
Llegó entonces la ovación cerrada, las lágrimas de alguna que otra delegada al cónclave partidista y las frases de compromiso eterno con el anciano de barba casi blanca. A través de la pantalla del televisor, algunos sentimos aquello como el crujir de las flores secas o el sonido de las paletadas de tierra. Queda por ver si el General Presidente podrá sostener el pesado legado que ha recibido, o si bajo la mirada supervisora de su Gran Hermano preferirá no contradecirlo con reformas medulares. Falta comprobar cuán auténtica es esta despedida de Fidel Castro de la vida política y si su sustituto optará por seguir defraudándonos o por negarlo a él.

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