kradiario.cl

lunes, 11 de abril de 2011

Perú: Ollanta y Keiko prometen una revolución pero nadie sabe ¿cómo?

Por Walter Krohne

Ollanta y Keiko no parecen ser la misma cosa, como dicen algunos de sus detractores, a pesar que ambos buscan los votos en los mismos sectores que son los más pobres. Estos dos candidatos triunfantes en la primera vuelta presidencial en Perú, tras dejar a por lo menos una decena de otros postulantes en el camino, tendrán obligadamente que verse las caras en el ballotage, el próximo 5 de junio, es decir en 56 días más o sea en casi dos meses.


Mucha agua correrá por debajo de los puentes hasta esa fecha y ya se vislumbra una lucha a muerte entre los únicos dos postulantes que han quedado para asumir el poder en la Casa de Pizarro. El resultado final de la primera vuelta deja entrever claramente que más de la mitad del electorado peruano no está de acuerdo con el actual modelo económico que se ha impuesto en Perú, basado en el mismo neoliberalismo que tiene "acogotados" también a habitantes de otros países latinoamericanos.

Muchos anuncios de reformas sociales y promesas incumplidas, desempleo, encarecimiento de la vida y pobreza es lo que ha quedado en todos estos años de economía de mercado a secas, porque el modelo no incluye una dosis adecuada de política social por parte del Estado. Esto, mientras al otro lado de este escenario se hacen grandes logros macroeconómicos que son alabados por los expertos estadounidenses y mundiales. Es el país latinoamericano que más ha crecido económicamente en los últimos años, la pobreza se redujo un 14% entre 2004 y 2009, y se le señala como un ejemplo macroeconómico regional.

Sin embargo, la desigualdad se puede medir a simple vista y sin necesidad de instrumentos especiales, porque los ricos se llevan la mayor parte de “la torta” de la que hablan los economistas, tratándose de una torta que permanece estática, no chorrea como ellos engañosamente nos dijeron hace años. En estas condiciones, si hay realmente avances, estos no se notan o se ven muy poco, mientras los ricos crecen y crecen, acumulan riqueza y viven como reyes. Son además los que mandan en la sociedad, los que tienen el verdadero poder y hasta se inmiscuyen en cosas que no les incumben, pero aunque no tienen derecho a hacerlo lo hacen igual, porque el poder del dinero les da el suficiente coraje y fuerzas para inmiscuirse en cuestiones puntuales, como ha ocurrido en Chile con los escándalos sexualas en la Iglesia Católica.

En Perú hay cerca de un 30 por ciento del electorado que vive en estas condiciones y que pide un cambio radical a gritos. El modelo actual no les soluciona los problemas reales que tiene la gente simple. Tienen los mismos problemas hospitalarios que antes, las mismas escuelas al borde del derrumbe, especialmente en los pueblos de la sierra donde la pobreza se eleva en algunos casos hast un 65%, las mismas comunicaciones deficientes, tanto de carreteras, transporte público y telefónicas o de otro tipo y también los mismos atrasos sanitarios.

Hace cinco o seis años llegó a esos lugares el aprista Alan García, como candidato presidencial por segunda vez y prometiendo muchas obras que le permitirían a esas poblaciones postergadas una mejor vida, pero poco es lo que hizo o pudo hacer para poder cubrir este rostro oscuro de los pueblos peruanos que viven en la pobreza. El resultado ha sido evidente: el apoyo presidencial se vino abajo llegando a sólo un 20 por ciento y el Apra, como partido, casi fue borrado del “mapa político” peruano al no lograr presentar un candidato propio para Presidente y obtener sólo un 6,5 por ciento de los sufragios en la elección parlamentaria.

Esta larga historia, que no es distinta de lo que pasa en otros países latinoamericanos, ha sido como el caldo de cultivo que lleva a los peruanos a tener que decidir entre el cáncer y el sida, o el abismo o un milagro como ha dicho el escritor peruano y Premio Nobel, Mario Vargas Llosa.

Ninguno de los dos candidatos está en condiciones de realizar una revolución político-social como han prometido. Ollanta Humala es un nacionalista que tendrá que buscar alianzas para poder triunfar el 5 de junio. Lo mismo debe hacer Keiko Fujimori. Pero en esta lucha estratégica Keiko puede ser más exitosa que Ollanta por las posibilidades que tendría de aglutinar en su entorno a sectores de la derecha , tarea que le sería a Humala más difícil conseguir por su nacionalismo extremo, que pone en riesgo las relaciones políticas y económicas con Chile o por vérsele ligado a Hugo Chávez y temiéndose que el ex comandante de Ejército, orientado por el líder caribeño, intente transformar el sistema político-económico peruano en una segunda Venezuela. Ya ha conseguido un paso concreto: tener la mayoría en el Congreso Nacional.

Desde ya, no cayó muy bien en sectores limeños, el saludo que le envió ayer personalmente por teléfono el presidente boliviano Evo Morales por la victoria en las urnas. Dicen que el dinero que le habría enviado Chávez para su campaña habría sido transferido vía Bolivia para que no dejar rastros (Perú 21).

Keiko con su padre
Keiko, en cambio. Tiene otros problemas: la prisión de su padre Alberto Fujimori, ex Presidente de un gobierno considerado corrupto  y de quien ella fue la Primera Dama a los 19 años de edad , después que sus padres decidieron terminar el vínculo matrimonial que los unía desde hacía años. Resultaría casi imposible pensar que si la hija de un ex mandatario llega a la Presidencia , éste continuaría en prisión bajo las mismas condiciones que ha tenido que cumplir hasta ahora. Ya se le ocurrirá a Keiko o a uno de sus futuros asesores alguna maniobra política para liberarlo o indultarlo, incluyendo también a otros estrechos colaboradores de su padre que también purgan penas de cárcel, porque la política y el poder dan para eso y mucho más. Y eso lo saben y le temen muchos peruanos en el Jirón de la Unión cuando se le habla de las posibilidades presidenciales de doña Keiko.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario