Las elecciones legislativas de ayer fueron un revés para el Partido Demócrata, que perdió la mayoría que ostentaba en la Cámara de Representantes y obtuvo una apretada victoria en el Senado, además de la pérdida de varias Gobernaciones.
La primera reacción de Obama fue decir que el desenlace electoral demuestra que los estadounidenses están insatisfechos con el ritmo de la recuperación económica.
En Alemania, mientras el ministro del Exterior, Guido Westerwelle, descartó que la derrota se traduzca en cambios sustanciales en la política de Washington, el coordinador de las relaciones trasatlánticas en el gobierno alemán, Hans Ulrich Klose, estimó que habrá continuidad en la política exterior, aunque en la política interior estadounidense si habrá cambios.
Congreso hostil
La nueva distribución de poder significa que el presidente estará enfrentando a un Congreso hostil durante los dos años que le restan en el poder.
Sus propuestas para lidiar contra el déficit y el desempleo, así como la aplicación de medidas de estímulo a la economía y la realización de otros proyectos prometidos durante su campaña electoral tomarán muchísimo tiempo más para lograr aprobación legislativa, si es que no son rechazados del todo.
El más probable impacto de este nuevo ambiente político se sentirá en las relaciones exteriores de la Casa Blanca, afirmó el corresponsal de asuntos diplomáticos de la BBC, Jonathan Marcus.
El lado positivo de la derrota
“Con seguridad podemos afirmar que Obama se encuentra debilitado en la política interna, pero eso incluso puede favorecerle. Si los republicanos, que han obtenido una gran mayoría en la Cámara de Representantes, continúan con su política de bloqueo diciendo a todo que no, entonces como Partido serán identificados como una formación incompetente, lo que es un problema grave en Estados Unidos”, señaló el alemán Klose.
Si el presidente se embarca en arduas luchas en el Congreso para avanzar en su agenda de gobierno, no tendrá suficiente tiempo para dedicarse a la política exterior, argumenta el corresponsal británico Marcus.
Sin embargo, otras opiniones señalan que el estancamiento legislativo podría precisamente alejar a Obama de su programa interno para dedicarle más energías a asuntos internacionales, un ámbito donde todavía puede dejar su huella.
No será fácil encontrar un compromiso entre demócratas y republicanos, en eso coinciden la mayoría de los partidos políticos. En vez de que haya una mayor cooperación que permita poner en marcha una política más allá de los intereses partidistas, lo que puede ocurrir es lo contrario.
“Mi expectativa es que habrá un bloqueo, un estancamiento total en el Capitolio”, aseguró al diario español El Mundo E. J. Dionne, columnista político del Tea Party (movimiento ultra conservador). “No veo incentivos para que se produzca una colaboración. Los congresistas republicanos sentirán el aliento en su cogote del Tea Party, y su miedo a perder las primarias del 2012 contra este tipo de candidatos les hará girar a la derecha, y evitar colaborar con la Casa Blanca”.
Una pronóstico parecido hace Larry Sabato, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Virginia, y uno de los analistas más reputados del país. Según Sabato, los dos próximos años de la política norteamericana experimentará un “super-bloqueo” que impedirá aprobar cualquier iniciativa ambiciosa.
La derrota de Obama pone de manifiesto la profunda insatisfacción con la situación que vive la población: una crisis inmobiliaria que no termina y un desempleo galopante del 10 por ciento, sobre estas cuestiones tendrán que ocuparse tanto el presidente estadounidense como la Cámara de Representantes dominada por el Partido Republicano.
En su editorial de hoy, el diario The Washington Post estima que habría causado gran desilusión, entre quienes en 2008 apoyaron a Obama, la actitud sectaria de los demócratas al usar sus mayorías y obviar a la oposición para reformas cruciales como la ley del sistema de salud o la del sector financiero.
"Como muchos estadounidenses, hemos tenido nuestras desilusiones tanto en sus elecciones como en la ejecución de sus políticas", expresa el editorial, y añade que el nuevo escenario plantea una oportunidad para el trabajo conjunto.
Día negro para la protección al clima
Algunos, como el experto alemán Klose, opinan que Obama se apoyará en la Política Exterior. En esa dirección va también la observación del político cristianodemócrata Ruprecht Polenz, presidente de la Comisión de Política Exterior del Parlamento alemán.
“No tenemos otra alternativa que buscar una solución a los problemas y los conflictos en el mundo, o por lo menos hacer algo para contenerlos. Y si en esta lucha los estadounidenses en vez de ayudar más hacen menos, eso significa que nosotros los europeos tendremos que aportar más, pues no tenemos todo el tiempo del mundo y creo que ese es el mensaje del resultado electoral”, afirma Polenz.
Para la portavoz de Asuntos Exteriores del Partido alemán de Los Verdes, Kerstin Müller, se trata de un día negro que pone freno a muchas reformas pendientes.
“Ya no se podrá contar con los estadounidenses cuando se trate de acordar un compromiso vinculante de protección al cambio climático, es por ello que es un dia negro para la protección internacional al clima”, destacó.
Los conservadores republicanos lograron transmitir inseguridad a la clase media y poner en descrédito las reformas propuestas por Obama. “Están a punto de eliminar el mejor presidente que han tenido”, señala Müller.
Medio Oriente, Rusia y el G20
El Medio Oriente y la paz entre israelíes y palestinos es un frente donde esta administración ha invertido la mayoría de su capital diplomático, dice el corresponsal de la BBC, Jonathan Marcus.
Obama ha presionado al gobierno de Benjamín Netanyahu a no continuar con la construcción de asentamientos judíos en territorio ocupado, pero algunos argumentan que los republicanos -con su mayoría en la Cámara Baja- podrían fortalecer la postura del primer ministro israelí.
No obstante, resalta Marcus, la política exterior continúa siendo la esfera de acción del presidente y le quedaría muy difícil al Congreso restringir la actividad diplomática de Obama.
Añade que el control del Senado es más influyente en estos asuntos, pues después de todo es ésta cámara la que ratifica los tratados internacionales.
En ese aspecto, la ratificación de un nuevo acuerdo de control de armas estratégicas con Rusia sería lo que tendría más proyección de prosperar.
En el ámbito económico internacional, a un Obama debilitado por el resultado electoral le quedará más difícil negociar la posición de Estados Unidos.
Frente al G20, los analistas concluyen que el presidente continuará abordando los temas de la guerra de divisas, presionando a China y abogando contra el proteccionismo.
Es ese aspecto, en el escenario político estadounidense hay consenso bipartidista en que China es el malo de la película y que su moneda está seriamente devaluada, lo que afecta la producción local.
Pero Pekín se sentirá respaldado por los republicanos que tradicionalmente favorecen mayor liberalización de los mercados, especialmente los asiáticos, y no estarían muy dispuestos a aplicar sanciones.
El partido del té
Las ganancias republicanas se deben en parte al movimiento surgido en los primeros meses de la gestión de Obama, el Tea Party, que se lleva parte del crédito de haber reanimado la base conservadora que había quedado postrada tras la derrota en las legislativas del 2006 y las presidenciales del 2008.
Con varios triunfos en el Senado, particularmente el de Marco Rubio, por Florida, el movimiento de base conservadora parece consolidarse como una facción importante dentro del partido republicano.
Aunque el Tea Party ha sido etiquetado como una expresión "ultra-conservadora", algunos análisis aclaran que está integrado por independientes y hasta por demócratas moderados desencantados con Obama.
Sin embargo, la retórica empleada por muchos de los principales representantes del grupo –algunos de ellos hoy congresistas electos- refuerza la impresión de que se trata de una reedición de la vieja derecha estadounidense.
Será el trabajo que desarrollen en el Congreso lo que ayude a definir mejor al movimiento y determine su viabilidad y el alcance de su influencia, dentro del Partido Republicano o como una eventual tercera fuerza política.
La victoria de Marco Rubio
Uno de los principales líderes de este movimiento es el republicano Marco Rubio, un joven cubano-estadounidense de 39 años, que ganó ayer las elecciones para el Senado en Florida y se convierte en una figura hispana de peso en el partido conservador de cara al futuro.
Rubio, una de las nuevas estrellas del movimiento ultraconservador Tea Party, venció a su rival más directo, el independiente y actual gobernador de Florida, Charlie Crist, quien admitió la derrota, con un cómodo margen de 50% a 29%.
Abogado, nacido en Miami de un matrimonio de exiliados cubanos, Rubio se convierte en la principal esperanza hispana del Partido Republicano, claramente desfavorecido por ese segmento del electorado en las últimas elecciones.
Ferviente católico, partidario de mano dura con Cuba y con la inmigración ilegal, pero abierto a la idea de una reforma migratoria en Estados Unidos, el nuevo senador de Florida es apreciado por los ultraconservadores por sus críticas contra el gobierno de Barack Obama.
"He crecido en una comunidad de exiliados cubanos, a la que estoy orgulloso de pertenecer (...) esta noche el hijo de unos exiliados va al Senado de Estados Unidos", dijo Rubio en un mensaje ante unos 2000 seguidores que festejaron el triunfo en el Hotel Biltmore, en el oeste de Miami.
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