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martes, 30 de noviembre de 2010

Página Editorial Latinoamericana: Lucha militar en Brasil y el Wikileaks

Diario Prensa Libre de Costa
La lucha militar de Brasil contra las bandas de narcotraficantes

Desde la semana pasada, el Gobierno de Brasil puso al ejército y a la policía en las calles, en una de las mayores operaciones militares de los últimos tiempos, dirigida a destruir hasta el último reducto de los narcotraficantes en la ciudad de Río de Janeiro.

La operación no ha generado la reacción esperada por las autoridades, que se habían preparado para una guerra frontal con los narcos, debido a que estos tienen el control de las mayores favelas de la ciudad.

Pero, ciertamente, tampoco ha generado los resultados esperados en torno a detenciones masivas de narcotraficantes, pues supuestamente estos gozan del favor –por miedo o por simpatía- de los vecinos de las favelas.

Hay que recordar que los narcotraficantes se especializan en comprar apoyos de personas de diversa condición social, pero particularmente de entre los pobres, por la necesidad que tienen de recibir ingresos para subsistir.

Ya en Colombia se habían hecho comunes las historias sobre proyectos benéficos acreditados a Pablo Escobar, de quien en su momento se llegó a decir incluso que construía urbanizaciones completas, con todos los servicios, para gente de escasos recursos. Por supuesto que en medio de esos complejos, había espacio suficiente para levantar laboratorios o bodegas destinados a la actividad delictiva que desarrollaba Escobar Gaviria. Y por supuesto, quien recibía el beneficio de una casa que no podría comprar de otra manera, no sería capaz o no tendría interés alguno en denunciar a su benefactor.

En Brasil, ahora, tienen que plantearse este tema, porque de lo contrario, el Gobierno se expone a un rotundo fracaso del operativo militar y policial que ahora está en marcha.

Por otra parte, no deja de ser preocupante que esta medida haya sido adoptada justo de cara al Mundial de Fútbol de 2014 y las Olimpiadas de Río 2016.

Algunos dirán que nunca es tarde cuando la dicha es buena. Y por ende, agradecerán que los dos máximos organismos del deporte mundial hayan conferido a Brasil la organización de ambas justas, porque ello habrá obligado a las autoridades a ponerse manos a la obra.

Sin embargo, la misma afirmación tiene que ser triste y dejar un sinsabor, porque implicará que no había ninguna otra forma de hacer que el Gobierno cumpliera su responsabilidad de darle seguridad y procurarle un ambiente sano a la población.

Son temas en los que muchas veces los gobiernos no se detienen, porque consideran que la gente ya está acostumbrada. Y de alguna manera, se quedan en el criterio de que solo son importantes cuando se tiene que enfocar en el turismo. Como quien dice, lo fundamental es que quienes llegan de afuera se sientan tranquilos, aunque los que estén adentro la pasen mal casi siempre.

Es una dinámica que nos recuerda, necesariamente, cuando en Costa Rica los gobiernos han desarrollado programas de limpieza en la ciudad capital para presentarle al mundo una fotografía que luego cambia una vez pasada la actividad que interesaba para la promoción. Copero incluido, por supuesto.

Diario La Hora de Guatemala
Editorial

Wikileaks es una organización no lucrativa de prensa que se dedica a recolectar documentos secretos para hacerlos públicos. Creada en el año 2006, recibió una especial distinción de la prestigiosa revista The Economist por sus aportes a los medios de comunicación, y ha sido objeto de aguda controversia porque algunos piensan que la difusión de material secreto puede comprometer la seguridad mundial y, de manera muy directa, la de los países más poderosos.

Ahora, con la publicación de cientos de miles de comunicaciones secretas del Departamento de Estado norteamericano con sus embajadas alrededor del Mundo, Wikileaks ha dado un golpe certero a la diplomacia norteamericana que compromete, en buena medida, las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo porque desnuda una actitud torpe y poco respetuosa hacia la soberanía de otros países. Tal y como se puede observar en mucho de lo que hasta ahora ha trascendido, hay una arrogancia enorme en el juicio sobre líderes de otros Estados y persiste una política de sometimiento a Israel en el manejo de la política exterior norteamericana que deja en pobre predicado a la administración actual.

Nuevamente se vuelve a poner en juicio la función de los periodistas, porque muchos critican la difusión de los documentos, pero la verdad es que el daño a la política exterior no es producto de la publicación, sino que de la forma en que se comporta la diplomacia norteamericana en su manera de obtener datos y de espiar aún a los gobernantes aliados, nominalmente, por lo que no sienten ningún respeto y no lo reflejan en los análisis que se envían al Departamento de Estado.

Una política exterior construida alrededor de acciones de espionaje que tienen más de chisme que de inteligencia, no puede construir alianzas tan fuertes como las que necesita una potencia mundial. La arrogancia que muestran los informes enviados al Departamento de Estado, tanto respecto a sus más fuertes aliados como con relación a otros líderes mundiales más independientes, se convierte al trascender en un serio problema para la señora Clinton que tendrá que pasar serios apuros para justificar el proceder de sus enviados alrededor del Mundo. Y por supuesto que más duro la tendrá en cuanto a explicar cómo es que resulta siendo Israel el que marca la pauta para la política norteamericana en el Medio Oriente y especialmente en el caso de Irán.

Resulta prácticamente imposible acceder a los datos concretos contenidos en el archivo de Wikileaks no sólo por el enorme tráfico que debe haber en cuanto a consultas, sino porque la página está siendo objeto de permanentes ataques cibernéticos que tienen la finalidad precisamente de dificultar el acceso, como si no fuera claro y evidente que las piezas más importantes ya están en poder de los principales diarios del mundo y que tarde o temprano serán de completo dominio público.

Seguramente habrá acción legal en contra de los responsables de la sustracción de los documentos secretos, pero en todo caso lo que ha evidenciado todo este escándalo es la actitud totalmente ciega por arrogancia de un imperio que no trata a sus aliados como pares y que basa sus análisis de inteligencia más en chismes que en trabajos serios para entender a sus adversarios.

Un revés muy duro, sin duda alguna, para la idea de Obama de construir una nueva relación con el resto del mundo luego de la amarga experiencia de los tiempos de Bush, pero obviamente sus operadores en el extranjero no entendieron el mensaje que dio el Presidente en su toma de posesión y luego en distintos foros internacionales respecto al respeto que Estados Unidos quiere tener por la comunidad internacional para verla como socia. Todo se vino al traste al conocer lo que ocurre diariamente en la práctica.

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