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jueves, 6 de octubre de 2011

América Latina, China y la diversificación de los bienes primarios

Por Alfredo Toro Hardy (*)

La nueva distribución internacional del trabajo ha hecho que América Latina se vuelva mucho más dependiente de las materias primas y de los productos básicos. Un reporte sobre esta región publicado por el Banco Mundial en septiembre de 2010 aportaba datos incontrovertibles. Más del 97% de su PIB y 90% de su población provienen de países que resultan exportadores netos de materias primas, mientras 52% de sus exportaciones derivan de este concepto. Esto último permitió que las exportaciones por concepto de materias primas en las siete mayores economías de la región alcanzasen en el año 2009 un máximo histórico de casi 400 mil dólares. Lo que el informe anterior no mencionaba es que un porcentaje muy importante del 48% remanente de su oferta exportadora, se encontraba constituido por productos básicos.

Ello no implica que los latinoamericanos debamos conformarnos con esta situación. Por lo pronto debemos defender, rodilla en tierra, a las industrias de tecnología media que han logrado sobrevivir y expandirnos tanto como resulte posible en el área de los servicios. Sin embargo, no podemos sustraernos del hecho de que los “commodities” representan un porcentaje abrumadoramente mayoritario de nuestras exportaciones. Siendo ese el caso, el menú de los mismos debe resultar amplio y variado.

En el mediano plazo, el momento de mayor riesgo para la región vendrá cuando China toque techo en su proceso de urbanización y desarrollo de infraestructuras. Allí comenzarán a caer estrepitosamente los precios de muchas materias primas. Uno de los diques de contención disponibles para enfrentar esa situación será la substitución de los productos primarios en caída por otros en demanda.

No todas las materias primas son igualmente vulnerables ni su consumo resulta constante en el tiempo. Los metales se encuentran más en riesgo que los alimentos y, dentro de estos últimos, los nutrientes de menor valor proteico tienden a ser suplantados por los de mayor valor a medida que el PIB per cápita aumenta.

Tomemos el caso de los metales: “Patrones históricos de países que vivieron una etapa de industrialización sugieren que la demanda de este tipo de productos (los metálicos) crece a la par de los ingresos per cápita hasta que se llega a los 15.000-20.000 dólares por habitante en términos de PPP. A partir de ese nivel…el uso de metales se modera” (Bernardo Kosacoff y Sebastián Campanario, La revalorización de las materias primas y sus efectos en América Latina, Santiago de Chile, CEPAL, mayo, 2007). Así las cosas, estar en capacidad de compensar la menor demanda de algunos renglones a través del incremento en otros es cuestión de sentido común.

Esto equivaldría a sembrar cobre, níquel o hierro para recolectar café, trigo, cacao o uvas. De la misma manera exigiría que los países productores de alimentos de bajo rango proteico incursionaran en el desarrollo y producción animal. Invertir parte de las ganancias derivadas de los bienes primarios ganadores de hoy, en los susceptibles de serlo en el futuro, equivale a suscribir una póliza de seguro frente a la incertidumbre. Algo similar aplicaría en relación a la ampliación de los productos básicos. No sólo para añadir valor agregado a las materias primas, como ocurrió en el pasado, sino también para ampliar la oferta exportadora apuntando hacia nichos específicos de mercado.

Chile es un buen ejemplo a seguir. Durante mediados de los ochenta el cobre representaba el 80% de sus exportaciones. Hoy ese porcentaje es de alrededor de 40%, mientras más de 2.500 materias primas o productos básicos vinieron a agregarse a su oferta exportadora. Ello abarca desde mariscos y uvas hasta papel y desde salmón hasta muebles. Tomando en cuenta que entre 2002 y 2005 China representó el 50% del crecimiento global del precio del cobre, es fácil imaginar el impacto que sufrirá Chile cuando aquel país sature su apetito voraz por este producto. Disponer de un vasto arsenal alternativo mitigará sin duda dicho impacto.

Entre 2002 y 2006 el índice de precios de los metales aumentó en 180% como resultado del consumo chino, siendo los de mayor crecimiento entre todos los productos básicos. Sin embargo, los metales resultarán los bienes más afectados cuando la expansión de ciudades e infraestructuras en China se haya asentado.

Pero diversificar la oferta de estos productos es apenas una de las vías para enfrentar el riesgo planteado. En artículos próximos se explorarán otras opciones.

(*) Es diplomático y académico venezolano. Escribe para el Observatorio de la Politica de China.

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