Giorgio Jackson, Camila Vallejos y Francisco Figueroa cuentan al mundo en París lo que quieren hacer con la educación en Chile
Por Walter Krohne
En las universidades, centros de investigación y en los medios de comunicación europeos se observa muy de cerca lo que se ha llegado a denominar “la crisis en la que se encuentra la sociedad chilena”, tras haber entrado en un callejón sin salida al explotar por segunda vez en los últimos años el deplorable estado en el que se encuentra la educación.
Ya lo dijo hoy en París el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Santiago, Giorgio Jackson, quien se encuentra en la capital gala junto a otros líderes del movimiento estudiantil chileno (Camila Vallejo y Francisco Figueroa) para contar su proyecto de reformas en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y ante expertos de las Naciones Unidas. También visitarán la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra .
Desde la ciudad luz, el dirigente hizo un llamado a los Rectores de las Universidades para que se sumen al trabajo de los estudiantes. “Tenemos que trabajar juntos para que las presiones que se están realizando por el sistema de educación superior, más que dividirnos nos puedan fortalecer en la misma lucha".
“Estamos tratando de comunicar en París cuál es el diagnóstico que tenemos (...) no veo porqué dañaría la imagen país", como se ha mencionado en algunas declaraciones políticas santiaguinas.
Ciertamente, el daño no lo originan los estudiantes, en ningún caso, sino las autoridades chilenas que insisten en mantener sus posiciones intransigentes y no abrirse a un cambio pleno en la educación y otras áreas de la institucionalidad chilena. Hay que pensar que ha llegado el momento de encaminar el proceso chileno a etapas mucho más avanazadas y dinámicas. El desarrollo no se logra sólo con crecimiento del PIB, hay otros aspectos sociales y culturales que completan dicho proceso.
El tema le puede significarle al gobierno de Sebastián Piñera un costo demasiado alto, porque ya es muy tarde como para pensar en que los ánimos se van a calmar con palabras de orden y buenas costumbres como las que ocasionalmente pronuncia el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. Este tema puede radicalizarse y algunos integrantes de este movimientos, si no logran cambios o si terminan este proceso completamente frustrados, podrían buscar nuevos caminos para hacerse escuchar, que a las autoridades les será mucho más difícil de controlar.
En Europa, el movimiento estudiantil chileno es mirado con respeto y mucha esperanza, porque para los analistas del viejo mundo una reforma en la educación es un elemento esencial para lograr de una vez por todas el desarrollo del país y, no solamente esto, sino también alcanzar la madurez social y cultural en una sociedad que ha estado postergada por años.
Como dijo Jackson, para los representantes de organizaciones con quienes se han reunido, sus demandas no son ideologizadas, sino que "de sentido común", porque en este caso se trata de un “proyecto país” y el problema no puede verse, en ningún caso, a través de las mezquinas lupas de los políticos de la alianza, que ven en el lucro una pieza fundamental en la educación-servicio, cuando hace mucho rato ya estamos hablando de una educación-derecho.
El interés ciudadano chileno en este tema está demostrando que algo nuevo está ocurriendo en Chile. Desde ya más de un ochenta por ciento de los chilenos apoya a los estudiantes, en un país con una gran clase media que comprende sobre el 51% de la población (C1, C2 y C3 que tiene un ingreso familiar de entre 500.000 y 3 millones de pesos al mes). Es una clase trabajadora que se siente desde décadas desamparada y dejada de lado por todos los gobiernos, tanto de derecha como de centro izquierda.
La situación es también preocupante por el panorama que se observa para esta semana en Santiago y Regiones: Dos jornadas de movilización para mañana y el miércoles convocaron estudiantes y profesores, junto a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y grupos de ambientalistas. Las manifestaciones estarán marcadas por las demandas de los estudiantes, que ya completan cinco meses movilizados.
Al inicio de estas actividades públicas, se entregará en La Moneda el resultado del denominado Plebiscito por la Educación, donde la gratuidad de la educación fue apoyada por un 88,7% de las personas consultadas (un millón y medio).
El miércoles, habrá cuatro marchas, donde se esperan más de 100 mil personas, a partir de las 10 de la mañana. "La importancia es cómo hoy distintos actores nos reunimos y convergemos para poder generar un cambio en la educación", dijo Camilo Ballesteros, de la Feusach.
Y al gobierno le llueve sobre mojado, como se dice, ya que el conflicto educacional le ha originado otros problemas como la necesidad urgente de un mayor presupuesto para el 2012, además de demandas ciudadanas para una reforma constitucional y otra tributaria, ya que algún día se espera que los ricos paguen los impuestos adecuados, como ocurre en los países desarrollados, y “no se la lleven gratis” como dicen algunos analistas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario