La discusión sigue entrampada en la participación de la banca privada en la cuestión crediticia griega.
Bastó hoy sólo un par de palabras desde Berlín para que se derrumbaran todas las buenas señales y perspectivas que se habían creado en torno a la cumbre de Bruselas del próximo domingo que, para algunos analistas, iba a ser decisiva.
Nada de eso, porque a las palabras del ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble (foto izquierda), de que los recortes pactados por la eurozona en julio para la deuda griega serán mayores de lo previsto, hoy el portavoz del gobierno alemán, Steffan Seibert, afirmó que contrariamente a lo que se pensaba, los líderes europeos no darán una rápida respuesta a la crisis de deuda del euro, como reclamaron el fin de semana los países más poderosos del mundo en las reuniones preparativas del G-20.
En concreto, se esperaban avances en el proceso de recapitalización de la banca europea y el visto bueno al refuerzo del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Junto a ello, tampoco se descartaban más detalles sobre una participación ampliada de las entidades privadas en el rescate de Grecia para atajar los riesgos de contagio de las turbulencias, escribe hoy el diario El País de España.
Sin embargo, el portavoz de la canciller alemana Angela Merkel dejó hoy muy en claro que "los sueños que se están creando sobre que este paquete de medidas hará que todo se solucione y que todo estará acabado el próximo lunes, no se van a cumplir". "Son medidas importantes para trabajar a largo plazo que llegarán hasta el próximo año y sobre las cuales deberán seguir más medidas", agregó.
Semana crucial para Europa
La semana que hoy empieza será quizá “la más crucial tanto para Europa como para Grecia", reconoció el propio primer ministro griego, Yorgos Papandreu (derecha). No obstante, a tenor de las palabras de Seibert, el Gobierno alemán da nuevas muestras de que no dará su brazo a torcer ni hará concesiones para mantener la postura común que la UE mostró en la reunión del G-20 de este fin de semana y que tanto parece haber agradado a los inversores.
El ministro alemán Schäuble dijo que “una solución duradera para Grecia no es posible sin un impago de la deuda (falta de pago de una deuda al término del plazo estipulado), que deberá ser mayor al pactado el pasado verano".
Consultado en una entrevista con la ARD sobre si ese recorte podría aumentar hasta el 50%, se limitó a asegurar que "los detalles están en discusión".
Ni siquiera está claro que la participación de la banca en el citado recorte vaya a ser voluntaria, tal y como ha defendido el Banco Central Europeo: "Por supuesto que nos gustaría, si fuera posible, acordar esa medida con los bancos. Lo que está claro es que debe haber un nivel suficiente de participación del sector privado para dar una solución sólida a los problemas de Grecia", dijo Schäuble. Sin embargo, el diario de masas alemán Bild informó que el primer banco alemán, Deutsche Bank, participa ya en negociaciones para elevar el porcentaje de quita de la deuda de Grecia.
Si el impago ocurre sin el acuerdo voluntario de la banca, las cosas se complicarán: eso provocaría rebajas adicionales en las calificaciones de solvencia de Atenas y probablemente un efecto contagio en todo el sistema financiero, a través de los seguros que protegen contra la suspensión de pagos de la deuda (los denominados CDS).
El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, explicó ayer que Atenas está peleando por encontrar una solución "más permanente" a la crisis fiscal. "Una suspensión de pagos sería una catástrofe para los ciudadanos griegos", dijo al diario Proto Thema.
La banca debería asumir una parte más importante de la factura que supondrá un impago griego, como ya indicó el pasado sábado la vicepresidenta española, Elena Salgado, tras la cumbre del G-20. Los líderes de la eurozona decidieron el pasado 21 de julio que la participación "voluntaria" del sector privado en la reestructuración de Grecia ascendería al 21%; el mercado baraja cifras que van del 50% al 60%.
Alemania: Malas previsiones económicas
Por otra parte, junto al frenazo de las esperanzas abiertas en el plano político, desde Alemania también llegan noticias negativas sobre las ya malas previsiones económicas. En concreto, el Bundesbank (banco central) ha constatado un empeoramiento de las perspectivas para el país durante los próximos meses de invierno por, precisamente, las dificultades para superar la crisis de deuda.
"Para la industria será difícil mantener los próximos meses el aumento del volumen de producción del verano por el notable debilitamiento de la dinámica de la demanda", asegura el Bundesbank. La economía alemana, locomotora de la zona del euro, se estancó en el segundo trimestre con un exiguo repunte del 0,1%, una cifra que estaba muy lejos del 1,3% del primer trimestre.
Las recientes discusiones en Europa sobre la recapitalización de las entidades y la garantía de apoyo a los países de la eurozona más amenazados tienen un impacto positivo sobre el perfil de crédito de la banca del Viejo Continente, aunque la agencia de calificación crediticia Moody's advierte de que este potencial aumento de capital por sí mismo sólo ofrecerá un "alivio temporal".
La calificadora de riesgos destaca la sucesión de acontecimientos de los últimos días, como el anuncio del plan de recapitalzación para la banca del presidente de la CE, Durao Barroso, el desbloqueo del FEEF tras aprobar Eslovaquia su expansión, así como el liderazgo ejercido por Alemania y Francia.
"Estos desarrollos son positivos para el perfil de crédito de los bancos europeos, aunque más capital por sí mismo sólo ofrece un alivio temporal", explica la agencia, ya que las dificultades se han transformado en una crisis sistémica a nivel soberano y bancario que empuja a los gobiernos europeos "hacia un mayor grado de apoyo mutuo", lo que, a su juicio, resulta crucial para afrontar los problemas de la deuda soberana, que, a su vez alimentan las preocupaciones respecto a la banca.
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