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lunes, 10 de octubre de 2011

Gobierno chileno sin capacidad de respuesta - Artículo de Hugo Latorre

CHILE AL LÍMITE: EL GOBIERNO POR LA SENDA DE LA VIOLENCIA


Por Hugo Latorre Fuenzalida

El ministro Hinzpeter viene alimentando una posición que inclina a la violencia institucional como respuesta a las movilizaciones sociales pacíficas que acontecen en Chile de manera masiva y con amplio apoyo popular.

Es indudable, a estas alturas, que el Gobierno está sin capacidad de respuestas dialogantes ante los problemas que enfrenta y comienza a inclinarse por la respuesta que puede calificarse de “fascistizante”.

El proyecto de ley del Gobierno que incrementa las penas contra los manifestantes ( a niveles demenciales para los estándares de derechos ciudadanos y humanos del siglo XXI), habla de una extralimitación, de una pérdida de centralidad y de lógica política de un personaje como el Ministro del Interior y de un Presidente de la República que sufre una especie de una postura esquizoide: una ante Naciones Unidas y otra actitud ante la ley represiva, dirigida contra los mismos que homenajea en el foro internacional, apoyando a Hinzpeter cuando regresa al país, es decir contra el movimiento estudiantil, que pasa de “hermoso” a “horroroso”, sin mediar actos que acrediten una variación de la situación en tan corto tiempo.

Ese tropismo en bandazos de la personalidad, es preludio de un mal acuciosamente tratado por la ciencia de la morbilidad.

¿Quá onda con la policía?

Por otra parte, la policía es enviada a las calles en una postura nunca vista en democracia (pero sí muy vista en dictadura), de “guerra preventiva”, es decir se ataca a los estudiantes antes incluso que comiencen a tomarse las avenidas. Basta que estén transitando y se reúnan para que sean motivo de agresión por la policía, a mansalva. Es decir un verdadero “estado de sitio” o de “excepción” que llega hasta impedir el libre tránsito por las calles de Chile. Esta postura violenta y violatoria, de parte de la autoridad, nos revela algo preocupante: que el Gobierno y su Ministro del Interior están llevando al país a una respuesta violenta ante la incapacidad de resolver los temas de las demandas sociales.

Los políticos de la derecha conservadora, que dominan a Chile, se les ve fuera de sí. El parlamentario de la UDI, señor Estay, agrede a colegas por desplegar una pancarta en el frontis del Congreso, que manifiesta el apoyo al movimiento estudiantil. Resultado final: aborto de una funcionaria. Si a eso se suma que carabineros tuvo acciones violatorias a la dignidad y derechos de los jóvenes al golpear a muchachos que pedían transitar, con las manos en alto, para evitar sospechas, les dieron golpes en el bajo vientre con granadas lacrimógenas para provocar mayor daño; a otro señor se le zarandea tomado del cuello, sin mediar provocación, este exige explicaciones y la policía con soberbia y prepotencia, que ya resulta patológica, simplemente le sacude y lo arroja como a un objeto. Otro joven que es llevado detenido, se le arrastra a un bus de carabineros, se le desgarra su ropa y con los pantalones caídos por el forcejeo, se le introduce uno de los lanza bombas en la zona de los entreglúteos, imagen grabada y expuesta por un canal de televisión y que nos recuerda los casos violatorios de Abu-Ghaib, la prisión irakí, de tan escandaloso efecto internacional.

Esta sevicia, esta odiosidad y enervada actitud de la policía, viene a contribuir a crear un clima de mayor violencia, clima que el Gobierno intenta usar como anzuelo para distraer la atención del ciudadano respecto a los problemas de fondo. La derecha es experta en este tipo de maniobras, aprendidas desde su ejercicio dictatorial y en la que un personaje ya legendario burló a los chilenos de entonces con farsas y montajes de este tipo (¿no les suena un señor llamado Francisco Javier Cuadra?).

Asignar y eludir culpas

El gobierno publicita la violencia de los encapuchados endosándola a los estudiantes. Esto es una actitud ventajista, injusta y alevosa, pues bien saben, desde el Gobierno, que los estudiantes marchan de manera pacífica y que los encapuchados pertenecen a grupos periféricos, organizados y políticamente adiestrados en las tácticas callejeras de desestabilización. Los equipos de inteligencia los conocen, los tienen identificados y al parecer se llega a sospechar que ellos mismos lo alientan a participar para justificar sus arremetidas violentas contra manifestantes pacíficos. El caso del carabinero, perteneciente a inteligencia, que huye en Valparaíso, ya abre los ojos de la imaginación de muchos.

Claro que si uno piensa en la igualdad de lógicas, podría decir que por culpa de los empresarios de La Polar (y otras tantos más) se debe denostar, enjuiciar y reprimir jurídica y policialmente a todo el empresariado chileno, acusarles de ser una “lumpenburguesía” y desacreditarles ante el país como una lacra pervertida de vagos subversivos que se engavillan para asaltar a los ciudadanos a plena luz del día y bajo el amparo de la Constitución (también engavillada) de 1980. ¿Les parece justa una acusación a bulto de este calibre?

Pues eso es lo que hace el Gobierno con respecto a los estudiantes; usa esa lógica perversa y malintencionada y como en Chile quedan muchos incautos, que sobreviven a la época de Cuadra, se hace un “eco mercurial” de estos temas, hasta reblandecer un ánimo de por sí feble, desfallecimiento anímico que constituye la única esperanza de un gobierno que se ha quedado sin respuestas y sin actitud democrática ante las realidad que, ya se ve, le sobrepasa.

Los empresarios del poder

La capacidad de negociación del ministro Bulnes (el Moais), es típica de la de un patrón ante las demandas de los empleados de la empresa cuando deciden crear un sindicato y presentar un pliego de peticiones reivindicativas. De hecho, no los miran como ciudadanos, sino como “los de abajo”; no los consideran pensantes, sino volitivos; no descubren razones, sólo pasiones; no se les pretende escuchar, sólo representar que se les escucha, no se le asignan derechos, sólo atrevimiento; no se pretende dialogar, sólo ser diletantes. En fin, se repite la parodia de las negociaciones del empresario frente a sus dependientes.

Entonces con razón los muchachos se sienten defraudados, manipulados, burlados y ninguneados. Si este “sindicato” de estudiantes y profesores cuenta con más del 80% del apoyo nacional y no es escuchado ¿qué se puede esperar? Fíjese usted que, incluso, cuenta con más del 65% de la misma gente que hace poco votó por Piñera y su equipo político; aún así son incapaces de cambiar el disco duro de su plataforma ideológica.

Mientras tanto, Hinzpeter echa a andar la máquina del terror policial, que, si el Ministro ha leído algo de historia antigua y contemporánea, incluso la reciente, como la de la llamada “Primavera Arabe”, debería tomar ciertas precauciones, pues no vaya a ser que un día de estos comience en Chile una “primavera” de verdad, miren que ya estamos en octubre.

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