Diario La Nación de Argentina
La reforma de la ONU
El presidente Obama quiere modificar el Consejo de Seguridad y, para ello, propuso que la India fuera miembro permanente
Más allá de quedar bien con su anfitrión, el presidente Barack Obama ascendió varios peldaños con una sola declaración: respaldó la presencia de la India como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos y, con ello, precipitó la siempre postergada reforma del organismo multilateral. La mera mención de un país en particular para ese ámbito, responsable de mantener la paz y la seguridad internacional, significa que los Estados Unidos están más cerca de apoyar bancas fijas para países determinados que, como pretenden la Argentina y otros, sean rotativas para miembros no permanentes.
El anuncio de Obama, formulado en Nueva Delhi, supone un premio para las potencias emergentes que, recogidos los éxitos y sorteados los obstáculos de la globalización, han cobrado tanto peso en la comunidad internacional que merecerían tener el poder de veto en asuntos delicados, como actualmente ocurre con los cinco miembros permanentes (los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Rusia y China). Todos quieren mayor presencia en ese órgano, pero la mayoría discrepa de su integración.
En el reparto de poder, Brasil se arroga el derecho de ser un miembro permanente, mientras que la Argentina, Italia, México, España, Canadá y Corea del Sur, entre otros, creen más conveniente que las nuevas bancas, en tanto se amplíen los miembros permanentes del Consejo, roten en función de los intereses regionales. De ese modo, opinan, serían más transparentes en las discusiones y las decisiones.
Obama ha dejado dicho que un país como la India, con 1200 millones de habitantes, una democracia consolidada y una economía pujante, debe sentarse entre los grandes en lugar de apreciar cómo otro gigante, China, vulnera los derechos humanos y, sin embargo, tiene mayor peso que muchos en el concierto internacional. La palabra del presidente norteamericano habilitó a su representante ante las Naciones Unidas, la embajadora Susan Rice, para plantear en el futuro próximo una reforma convincente del organismo, fundado en 1945.
Eso favorecerá por igual las intenciones de Brasil y Alemania, lo cual, según sus fundamentos, dotaría al Consejo de una composición más acorde con estos tiempos que los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. La Asamblea General deberá decidirlo una vez que se presenten los proyectos pertinentes. Por lo pronto, la bendición de Obama a la India implica un mazazo para las aspiraciones de Paquistán, su eterno rival por el conflicto de la región de Cachemira de por medio y la carrera nuclear. Paquistán, aliado de China, está más cerca de las bancas rotativas que de las permanentes.
Es positivo que se reabra el debate y que todos los miembros de la Asamblea General fijen su posición. De la reforma de las Naciones Unidas viene hablándose desde hace mucho tiempo, pero hasta el momento no ha habido ningún cambio de envergadura. Si estalla una guerra o surge cualquier otro conflicto, todos se preguntan por qué el Consejo no se pone de acuerdo.
La guerra contra Irak, uno de los últimos espantos contemporáneos por haber sido declarada sin la anuencia de la comunidad internacional, es una prueba de la necesidad de reformar cuanto antes una estructura diseñada para tiempos en los cuales las prerrogativas eran diferentes.
Esta actitud de Obama refleja el carácter incluyente que impregnó en su política exterior y que le valió, en 2009, el premio Nobel de la Paz. El G-8 perdió peso frente al G-20 por esa razón: más voces siempre son mejores y, a la vez, comprometen aún más a todos en pos de una causa común.
La Prensa de Bolivia
Saber escuchar
Una de las principales virtudes que debe tener un gobierno, más aun si es popular, es el saber escuchar al pueblo de manera directa o indirecta…
El presidente Evo Morales cuando asumió el Gobierno por primera vez, el 22 de enero de 2006, tras una victoria con el 54 por ciento de los votos, pidió a los bolivianos en su discurso de posesión ayudarle a gobernar haciéndole notar los errores que pueda cometer. En ese momento parecía una petición sincera y una muestra fundamental del cambio que todos los bolivianos anhelaban; sin embargo, fue todo lo contrario y el pedido sólo parece haber sido parte de un discurso demagógico al mejor estilo de los viejos políticos.
En todas las oportunidades en que instituciones, organizaciones sociales, empresarios privados, medios de comunicación y diferentes sectores de la sociedad realizaron observaciones a proyectos de ley porque vulneraban la Constitución Política del Estado, a ciertas acciones incorrectas del Gobierno, del partido oficialista o cualquier medida del Ejecutivo, los parlamentarios masistas, autoridades gubernamentales y el propio Presidente salieron a la defensiva arguyendo que todas las críticas eran parte de un complot contra el Gobierno, entre otras cosas más.
El jueves, la Iglesia Católica boliviana formuló duras críticas al Gobierno al expresar su preocupación por el estado actual de la democracia, la pobreza y por el crecimiento del narcotráfico en el país.
Sin duda es una preocupación que no sólo tiene la Iglesia sino muchos bolivianos, pues los precios de la canasta familiar se incrementan a diario encareciendo el costo de vida de los bolivianos. Como era de suponer las autoridades de Gobierno y los militantes del movimiento al Socialismo cerraron filas y salieron al ataque contra la Iglesia Católica a cuyos obispos acusaron de actuar como un partido opositor, pero además sindicaron a la jerarquía eclesiástica de “antidemocrática, machista, insatisfecha, reaccionaria que defiende los intereses de la derecha”.
Es lógico que los miembros del Ejecutivo salgan en defensa del Gobierno y del proceso de cambio que ejecutan, pero antes de hacerlo deberían realizar una reflexión y análisis de las críticas ver dónde están los errores, si los hay, y corregirlos.
Pero está claro también que las críticas que se vayan a hacer al Gobierno deben tener sus debidos sustentos, pues no es correcto realizar observaciones sólo por hacerlas y cumplir un rol de oposición intransigente.
La democracia, en un sentido amplio, es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo con mecanismos y contratos.
Por ello es importante que los gobernantes entiendan que una de las principales virtudes que debe tener un gobierno, más si es popular como el que tenemos, es el saber escuchar al pueblo de manera directa o indirecta (a través de las organizaciones e instituciones que los representan). Y la oposición también debe entender que debe ser propositiva.
En el caso de las observaciones realizadas por la Iglesia, el Gobierno debería salir a replicar cada una de ella con argumentos y no con insultos, pues la forma en que —en ésta y otras oportunidades— reacciona a las críticas connota una falta de humildad, pero además de considerar que todo está perfecto y eso, entre otras cosas, deriva a incurrir en actitudes de soberbia.
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