A propósito de la emergencia financiera que vive Irlanda, país que hasta hace poco tiempo estaba considerado como un buen ejemplo de desarrollo y que lamentablemente ahora depende de un crédito de la UE por alrededor de 100 mil millones de euros, nos impulsa a hacer una especie de similitud con la situación de Chile, pero no en el ámbito de la economía, si no en el medio social.
Si bien es cierto que el sistema estrés test fue adoptado por los sajones para medir los estados sicológicos y emocionales de las personas, los economistas lo adaptaron para medir la solvencia de los bancos y nosotros, a manera soporte bien elemental, lo estamos empleando para graficar el estado de ánimo de los chilenos bajo la mirada de unos ciudadanos corrientes.
Siguiendo el orden de dichas percepciones, los temas son:
- El Transantiago nuestro de cada día.- Circulan sin horario (algunas líneas ya tienen “sapos” ante la falta de tecnología que debía aportar Sonda); paran cuando quieren; los vehículos no frenan, se “chantan”; la sonajera de los tarros acoplados es insoportable (como dijimos en alguna ocasión, no se pavimentaron las calles previamente); la incomodidad interior de los buses es reconocida, más el gran daño colateral a la calidad del servicio del Metro.
Cabe recordar que este servicio es heredado del gobierno anterior, que a su vez lo heredó del gobierno del Sr. Ricardo Lagos Escobar bajo cuyo mandato se gestó esta “maravilla” y en cuyos contratos se estipuló una multa de varios millones de dólares si el servicio no entraba en funcionamiento en la fecha pactada.
- Los hospitales públicos y el mal crónico que sufren respecto a las largas colas que sufren las distintas especialidades médicas, situación que se podría extender hasta que venga la gran solución, es decir, los privados se hacen cargo del problema no cobrando inicialmente nada a los pacientes, pero pasando la cuenta al fisco.
- La carencia de servicios básicos en muchos sectores del terremoto y una muy lenta reconstrucción.
- La supresión de varias escuelas y colegios, especialmente en sectores populares. Tal vez la intención es transformar estos establecimientos en particulares subvencionados, entonces así paga el fisco por el servicio prestado.
- El monto del IPC oficial, que no se condice con la realidad del costo de los productos de primera necesidad. Resulta casi evidente que así sea, de manera de no tener montos altos al negociar el alza de los salarios del sector fiscal.
- La delincuencia, que sigue al mismo ritmo en alza que ha venido teniendo desde hace años, aparejado con el creciente consumo de drogas.
- La desorganización o improvisación que han mostrado diferentes organismos públicos a través del país, en especial los de atención directa al público.
Todos los factores mencionados, más otros que no hemos reseñado, están alimentando el stress social, que poco a poco, se entronizan en el inconsciente colectivo hasta desembocar en protestas callejeras, huelgas, tomas y violencia que deberán ser invariablemente reprimidas con los resultados que ya conocemos.
La verdad es que la percepción social dice que la “nueva forma de gobernar” se está traduciendo en lo que algunos temíamos, negocios y más negocios para los privados, es decir, inversionistas y empresarios con abultadas ganancias, mientras los que viven de un sueldo o salario siguen terminando el mes en rojo.
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