Diario TalCual digital de Venezuela
¿Qué le pasa, Presidente?
Últimamente no lo veo bien. Para ser más precisa, desde el 26 de septiembre noto que pierde los estribos con una facilidad poco conveniente para la majestad del cargo que ocupa
Por Alidha Avila
Últimamente no lo veo bien. Para ser más precisa, desde el 26 de septiembre noto que pierde los estribos con una facilidad poco conveniente para la majestad del cargo que ocupa, tal como ocurrió en el último consejo de ministros, cuando, sinceramente, se le pasó la mano con lo del general Rangel Silva.
¿Tan intolerable le resulta haber perdido en el apoyo popular? Si entre los que le acompañaron esa noche no hubo alguno capaz de señalarle el grave error que cometió, entonces despídalos a todos, porque, evidentemente, no les importa lo que le ocurra a usted en el futuro. Ahora entiendo por qué se equivoca tanto de un tiempo para acá: ¡es que está rodeado de ineptos, Presidente! ¿Por qué le angustia tanto tener que dejar el poder dentro de dos años si eso es lo más normal en las democracias? Es más, me atrevería a decirle que la alternabilidad en el poder es uno de los preceptos que contribuyen a su grandeza. Bolívar, el mismo de quien usted siente ser su reencarnación, lo dijo clarito en el Congreso de Angostura: si alguien permanece mucho tiempo en el poder, se acostumbra a mandar y los pueblos se acostumbran a obedecer, de donde nace la tiranía.
No sé, Presidente, pero tengo la sospecha de que usted quiere quedarse como sea, así tenga que desconocer y violentar la voluntad de un pueblo que, mayoritariamente, votará en su contra. Si algo rechazamos los venezolanos es el abuso de poder y usted viene haciéndolo con demasiada frecuencia. Ignoro si se da cuenta, pero eso de insultar sin límite alguno, con el rostro y la mirada descompuestos de odio, a quien usted le provoque, rodeado de focas indignas, pero, sobre todo, escudándose tras el primero y el segundo hombre de la jerarquía militar, es algo que a este pueblo le asquea. Imagino que cada vez que lo hace, usted siente que se la está comiendo. Muy por el contrario, Presidente, ayuda a abrirle los ojos a más ciudadanos que pasan a engrosar las filas de los que ya estamos convencidos de que debe irse en el 2012.
Porque si a su cobarde abuso de poder, le agregamos la incompetencia y la corrupción que exhiben su gobierno y su partido, que han provocado la ruina del país, entenderá por qué tiene sus días contados. Y olvídese de revocatorio, será en 2012, Presidente.
Volviendo al consejo de ministros: cuando decidió defender y ascender porque sí, porque me da la gana, ¿y qué?, al mayor general Rangel Silva, quien había violado flagrantemente la Constitución y las leyes, se le pasó la mano, Presidente.
Sucede que los venezolanos leímos la entrevista y escuchamos la grabación de lo que dijo a Últimas Noticias, así que de nada valió que usted, en un alarde de desprecio por el país, leyera parte de ella, omitiendo lo del casamiento que era lo realmente comprometedor.
No somos tan estúpidos y manipulables como usted piensa, Presidente. Sabemos por qué Rangel declaró lo que declaró: nos bastó ver cómo, emocionado, daba golpecitos a la mesa, como diciendo lo logré, lo logré, cuando usted lo ascendió a general en jefe. Si no fuera tan trágico, lo que provocaba era risa. Parecía Radio Rochela. Créamelo.
Diario El Espectador de Colombia
El panorama se hace complejo
El narcotraficante venezolano Walid Makled, capturado por la policía colombiana el pasado agosto en Cúcuta, será finalmente extraditado a Caracas.
Acusado de tráfico ilícito, lavado de activos, asociación para delinquir y homicidio, Makled, si bien un desconocido en este país, para Venezuela y su élite gobernante representa alguien que sabe demasiado. Por años su grupo dirigió en concesión Puerto Cabello, el más importante de Venezuela, y fue accionista de la aerolínea Aeropostal hasta que la compró en 2008. Además del control marítimo y aéreo, Makled extendió su dominio —y de ahí la sensibilidad del chavismo— sobre importantes funcionarios del gobierno. Entre sus principales aliados se encontraban el “cartel de las comisarías”, compuesto por cuerpos de investigación judicial, y el “cartel de los generales”, integrado por la cúpula militar. El capo de capos, sin embargo, no logró salir bien librado de la última disputa entre ambos carteles por el control de las rutas de distribución y tuvo que refugiarse en la frontera.
Una vez capturado, Makled, con la esperanza de una prisión estadounidense, comenzó a ventilar todo tipo de información sobre la corrupción del gobierno venezolano. De aquí que Chávez se apresurara a pedir su extradición y, con la excusa de haber sido ésta la primera solicitud, el presidente Santos la privilegió sobre la de EE.UU. La decisión, por supuesto, obedece a un inteligente cálculo político: Colombia gana al evidenciar su declarada amistad al país vecino, Venezuela gana al poder silenciar su escándalo de corrupción y para EE.UU. —con quien de seguro se consultó la decisión—, la información que podría proveer Makled no le es mucho más provechosa que evitar el disgusto de otro “ataque del Imperio a la revolución bolivariana”. Al fin de cuentas, la inteligencia estadounidense sigue desde hace mucho tiempo los vínculos entre el chavismo y el narcotráfico.
La hábil movida del presidente Santos, sin embargo, no está exenta de peligros por lo que Makled representa. Así suene a frase de cajón, el destino de nuestras naciones sí está unido y mal nos vendría que Venezuela se convierta en tierra de capos del narcotráfico. Infortunadamente, con una delincuencia común disparada que se traduce en hasta 30 homicidios por fin de semana en Caracas, con unas instituciones tan frágiles que apenas sí merecen tal nombre y con una cultura del dinero fácil apropiada con gusto por la “boliburguesía” (burguesía bolivariana), el camino está abonado para que así sea. Y lo peor es que el presidente Chávez todavía no lo cree. El dinero extra que entra a su gobierno a través de funcionarios y la liquidez que le imprime a la economía el narcotráfico parecen ser motivos suficientes para darle la espalda a un cáncer que podría significarle caer en un Estado fallido.
Una desestabilización del poder en Venezuela alimentaría la complejidad de los conflictos en Colombia. Es apenas lógico que las dificultades aumenten cuando la ilegalidad coexiste en ambos lados de la frontera. Así pasa con la gasolina y con el secuestro, y ocurrió en su momento con el robo de vehículos. Ojalá la nueva amistad entre ambos gobiernos traiga mucho más que intercambios de cumplidos y que las agendas se unifiquen para enfrentar los problemas comunes. Makled y su billonario negocio han demostrado que el narcotráfico ha crecido en tales proporciones en el país vecino, que pronto éste tendrá que ser otro de los puntos delicados que entre a la agenda de ambos países. Claro, si Chávez por fin entiende que no puede pretender jugar con fuego y no quemarse.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario