GOBIERNO-CÓNCLAVE-RESUMEN PREVIO-KRADIARIO
CONCLAVE OFICIALISTA: ¿SALVAVIDAS O CINTURÓN DE PLOMO?
Por Walter Krohne
La alarma que originó el cónclave oficialista que se realiza
hoy en Santiago se dio el 6 de julio pasado cuando el ministro de Hacienda,
Rodrigo Valdés, se sinceró ante la Comisión Mixta de Presupuesto advirtiendo
una baja en la proyección del crecimiento para el 2016 que llegaría a 2,5% de un 3,6% que había calculado previamente el Ejecutivo.
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Esta cifra indicaba que el gobierno no contaría con los
recursos para impulsar sus reformas y se les pidió a los ministros que readecuaran los proyectos al
financiamiento real disponible, utilizando los conceptos de “jerarquizar y “priorizar”
surgiendo de allí los eslogan “realismo
sin renuncia” y “todos por Chile” en los que se gastaron casi 20 millones de pesos en la confección de chapitas e impresos.
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En la alianza de Gobierno coinciden en que en este cónclave está
en juego la gobernabilidad interna para que Bachelet pueda terminar bien su
mandato, que lo que tiene que obtener hoy es el apoyo político real de los
partidos a las decisiones de La Moneda en los próximos meses. Para ello,
agregan, deben generarse los espacios adecuados para canalizar las diferencias
internas.
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Nadie más que La Moneda tiene plena conciencia de lo que
está en juego en la cita cumbre: generar el punto de inflexión necesario para
poder terminar bien el actual Gobierno, con niveles relativos de orden político
interno, cumpliendo la hoja de ruta acotada que se definirá del programa.
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Sin embargo, en la antesala del encuentro de hoy se conoció
una nueva versión de la encuesta Adimark la que le dio a Bachelet un 70 por
ciento de rechazo y 26% de aprobación, el peor resultado en la historia de este
sondeo con nueve años de existencia.
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Esto significa un ensombrecimiento de las buenas intenciones
de fijar una nueva hoja de ruta que se
aplicará en el denominado segundo tiempo del gobierno de Bachelet.
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Durante cinco horas, dialogarán en el magno encuentro la Presidenta, ministros, subsecretarios,
directivas partidarias senadores y diputados, estimándose reunir a unas 120 personas que tendrán que distribuir el tiempo disponible para intervenir (lo que teóricamente serían unos 24 discursos por hora aproximadamente).
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Sin embargo, quien dará la pauta y fijará las prioridades
será la Presidenta Bachelet en un nuevo intento para recuperar su liderazgo
perdido o al menos disminuido. Fuentes oficialistas han indicado que el esquema
elegido para la reunión contempla una intervención de la Mandataria, trabajo
en mesas sectoriales y la resolución de una hoja de ruta para todo el tempo que
le queda a la actual administración.
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Hay en esta pauta algunos puntos imprescindibles como son:
cumplimiento de las reformas educacional y laboral, además de un reforzamiento de
la gestión en áreas como salud.
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La incertidumbre está en la reacción del Partido Comunista
que ha amenazado con cuestionar su participación o pertenencia a la Nueva
Mayoría para el caso que no quedan conformes con el nuevo plan de acción.
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Su Presidente Guillermo Tellier como también Camila Vallejo
han recordado con vehemencia que el ingreso del PC a este gobierno “se debió a los
compromisos programáticos que se ofrecieron a la ciudadanía y que esta permanencia
estará ligada al guión que les muestre Bachelet en el cónclave de hoy.
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Pero la verdad es que el papel resiste mucho, mucho más de la
cuenta, existiendo el riesgo que en este cónclave, a pesar de los
discursos, declaraciones y compromisos públicos que se escuchen, no se
modifiquen los problemas de fondo entre la coalición y el Gobierno, por lo que
la administración bacheletista podría seguir navegando en aguas turbulentas sin
llegar a puerto.
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El discurso central que pronunciará la Presidenta ha sido minuciosamente elaborado durante días, por ella misma y asesorada
por su círculo más estrecho: su jefa de
gabinete, Ana Lya Uriarte, y el director de políticas públicas de la
presidencia, Pedro Guell.
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En la Nueva Mayoría se coincide con la derecha en que hoy está en juego la gobernabilidad interna para
que Bachelet pueda terminar bien su mandato. Por lo tanto lo que debe obtener
hoy es el apoyo político real de los partidos a las decisiones de
La Moneda para los próximos meses. Este encuentro es un seguimiento de la cita de trabajo que
lideró Bachelet el último 10 de julio en la que anunció una nueva
jerarquización de su programa debido al escenario de desaceleración económica
que enfrenta el país.
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En esa oportunidad ya se repartieron tareas concretas. Así
el ministro secretario de la Presidencia Nicolás Eyzaguirre, se ha concentrado
todo este último tiempo en la definición de las prioridades legislativas y
fijar las prioridades de los proyectos que son viables de ser sacados adelante
este año ya y también el 2016.
Eyzaguirre intensificó la semana pasada sus contactos con dirigentes
de la Nueva Mayoría para obtener un panorama y saber de “quienes son los que
dicen ser” frente al apoyo que brindarían a los proyectos pendientes.
Cuando se habla de canalizar las
diferencias internas es para evitar episodios complejos e innecesarios como lo
sucedido el 22 de julio, cuando algunos diputados del oficialismo, tanto en la
comisión como en la Sala, votaron en contra o se abstuvieron de respaldar el
proyecto de carrera docente, uno de los temas de la reforma emblemática. Un
episodio que en la coalición y en La Moneda se consideró de extrema gravedad
política, porque implicó que parlamentarios propios votaron abiertamente contra
la Presidenta Bachelet y que el Gobierno, a pesar de su mal momento, aún no
daba señales de entender que debía cambiar la forma de hacer las cosas con sus
partidos.
El portavoz del Gobierno, Marcelo Díaz, declaró hoy que un punto importante es trabajar y realizar tareas lo más cerca de las necesidades de la gente. Sin embargo, agregó que si uno mira las encuestas, los proyectos de una educación gratuita y de calidad y la reforma laboral registran los primeros lugares.
El cónclave deberá resolver también un problema de imagen de la Presidenta y del Gobierno porque en general ésta es muy débil (leer encuesta Adimark de hoy), con autoridades poco conocidas por la gente, cuestionados por falencias en la gestión política y sectorial, criticado
por no comunicar bien los logros realizados y que ha sido incapaz de dar la
sensación real a la ciudadanía de avances o mejoras concretas en su calidad de
vida, en su cotidianeidad.
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“A medida que avancen los meses el Gobierno, cada vez va a
mandar menos y, por lo tanto, debe asegurarse hoy el apoyo político de los
partidos, el compromiso real de estos”, agregó un parlamentario PS no
identificado por El Mostrador.
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“El problema hasta
ahora es que no había espacios de diálogo político reales. Poner de verdad el
acento en el trabajo prelegislativo, así se le dará orden y sustento a la
agenda, no con disciplina por mera disciplina”, precisó el timonel de PR,
Ernesto Velasco.
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“O se produce la inflexión realmente a partir de esta
reunión o simplemente se empieza a desmoronar la coalición”, sentenció un
parlamentario PS, según El Mostrador. “Los partidos piden ser escuchados y si la Presidenta hace
eso, tendrá la unidad mínima que requerirá para tener gobernabilidad interna
los próximos meses”, precisaron desde la DC
Si bien está claro que en la hoja de ruta el tema de la
reactivación económica es el primero de la lista, desde la Nueva Mayoría
insisten en que la agenda de probidad debe ser despachada antes de fin de año
como una forma de tratar de recuperar algo de credibilidad a ojos de la gente,
no transar la reforma educacional y laboral, pero además reforzar la gestión en
salud y seguridad ciudadana, dos ámbitos clave para que la opinión pública
palpe logros concretos.
La definición programática que contenga la hoja de ruta será
gravitante en este escenario, porque se debe evitar que la renuncia no lleve a
los sectores más de izquierda de la Nueva Mayoría a la puerta de salida de la
coalición, y, por otra, que el partido del orden y su conservadurismo
no arrasen con todas las promesas de campaña. Un punto intermedio, afirman en
la coalición, entre el voluntarismo de la retroexcavadora y la mirada
conservadora de los que, más que reformas, buscan solo matices.
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