LA VOZ DE LA CALLE
LA POLÍTICA, LAS EMPRESAS, LOS SERVICIOS Y MARX
Por Hernán Ávalos Narváez (*)
La denuncia por fraude contra el conglomerado
empresarial Penta derivó en una investigación por el financiamiento clandestino
de candidaturas presidenciales y parlamentarias, profundizando la crisis de
representatividad popular en nuestra sociedad, la cual estimula la crítica o
causa indiferencia a un número importante de ciudadanos frente a la política y,
por añadidura, una sensación creciente de ser víctimas de abusos de empresas y
servicios.
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Hasta
ahora las autoridades han desplegado intentos por cambiar el sistema electoral
binominal y en definitiva permitir elecciones presidenciales, parlamentarias y
municipales, auténticamente representativas del electorado. También está en
discusión preliminar el financiamiento estatal de las campañas políticas,
igualar los recursos de los candidatos, evitar el “clientelismo”, e introducir regulaciones
para corregir las distorsiones del capitalismo neoliberal. En proceso de
estudio están la reforma laboral, salud, pensiones y nueva Constitución.
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Hay que
precisar que la ley electoral modificada durante el mandato del Presidente Ricardo Lagos permite hacer aportes reservados a los candidatos para cargos de
representación popular. Pero también existen los aportes ilegales, clandestinos,
por debajo de la mesa, como el imputado a Penta. Este secreto en el financiamiento
de la política no tiene correspondencia con la democracia. Así el Estado
debiera entregar recursos por igual a los candidatos y a los partidos
políticos, para transparentar y dignificar la política. Esto, siempre que las
fuerzas que están por el cambio social logren doblegar a los conservadores.
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Al filósofo
griego Heráclito se le atribuye la sentencia “lo único constante es el cambio”,
desahuciando el inmovilismo conservador. Y más reciente el psicólogo social
estadounidense Kurt Lewis define el cambio como “dos tipos de fuerzas que
mantienen el comportamiento de un sistema estable”. Las impulsoras ayudan a que
se efectúe el cambio y las restrictivas lo resisten, y desean mantener el orden
establecido. Y para romper el equilibrio y producir el cambio, es necesario
incrementar las fuerzas impulsoras o disminuir las fuerzas restrictivas, o una
combinación de ambas acciones.
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Por otra
parte, el sistema económico impuesto por Pinochet, ha generado monopolios y una
brecha de desigualdad en los ingresos de las personas que mantiene al país en
los primeros lugares del ranking mundial de inequidad. No obstante, por el
descontento popular creciente, el empoderamiento de los grupos sociales
intermedios y por el surgimiento de las redes sociales (facebook, twitter,
whatsapp, entre otras), tiene escasas probabilidades de sobrevivencia, de no
mediar modificaciones estructurales con preponderancia en el humanismo, que
eleven de categoría a las personas, a los profesionales, a los empleados,
obreros y trabajadores en general, por sobre el capital, el dinero, el lucro y
la codicia de una gran mayoría de empresarios.
Fue Marx quien develó la
contradicción del capitalismo, en todas sus variantes, por el aprovechamiento
mayoritario de las utilidades que hacen los emprendedores, inversionistas o
dueños de empresas o servicios, en relación con el magro gasto en sueldos y
salarios de los profesionales y trabajadores que producen esas ganancias. Esto
explica hoy, por ejemplo, que Cencosud, el gigante de los supermercados, haya
aumentado sus utilidades el 196% en el segundo trimestre de este año, en
relación con igual período de 2013 y que siga pagando el salario mínimo a sus
vendedores: $225.000.
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Las
manifestación de los estudiantes por reformas en la educación, las huelgas del
sector laboral -pese a que la ley favorece a los dueños del negocio- las
protestas callejeras espontáneas por conflictos sectoriales y aquellas que
conmemoran hitos del pasado reciente; el nihilismo de los encapuchados, los
daños a la propiedad causados por el lumpen y hasta la violencia de las barras
bravas, son expresiones del descontento popular. Y sobre la cúspide de esta
pirámide variopinta están los grupos anarquistas, con su seguidilla de más de
300 atentados explosivos con bombas de pólvora, en contra instituciones
representativas del poder político y económico.
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Una lista
de abusos del empresariado deja en evidencia las fisuras del sistema político y
económico, y permite asegurar que algunas instituciones no funcionan en Chile.
La Universidad de Mar, que hizo del lucro su objetivo, el proyecto minero
Pascua Lama, paralizado por la justicia por vulnerar normas medioambientales,
el “perdonazo” del SII a la tienda Johnson´s para facilitar su venta a
Cencosud, la estafa a los clientes de la tienda La Polar, el cartel de precios
de los monopolios de farmacias y productoras avícolas, la apropiación que han
hecho las Isapres de las cotizaciones pagadas en exceso por sus afiliados, los
contratos del Estado con los operadores del Transantiago que garantizan el
negocio y no el transporte, y las infracciones al mercado de capitales del caso
Cascadas con las pérdidas que generó en las AFP´s.
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Quienes
están cómodos en el sistema son los bancos e instituciones financieras, los
cuales siguen obteniendo utilidades millonarias, gracias al endeudamiento de
los chilenos necesitados de dinero, no obstante una leve disminución de los
préstamos de consumo, la desaceleración de la actividad productiva y las
pérdidas por robos. Entre enero y agosto obtuvieron ganancias por 2.710
millones de dólares, con un incremento del 32% respecto de igual período de
2013. Y como esperan atesorar sus ganancias, están dificultando la reposición
de los cajeros automáticos y fomentando el uso de las tarjetas de crédito y
débito, cuya operación está entregada a otro monopolio: Transbank.
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(*) Periodista
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