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viernes, 4 de julio de 2014

4-7-2014-KRADIARIO-Nª904

GOBIERNO: ¿CONFUSIÓN O DIALÉCTICA DEL PODER?

Por Hugo Latorre Fuenzalida


Varios comentaristas y opinólogos comienzan a dudar de la sinceridad de las reformas auspiciadas por el nuevo gobierno de Bachelet. Es verdad que en todos estos procesos de cambios se dan etapas previsibles: lanzamiento de la propuesta con su impacto positivo o negativo, dependiendo de qué lado de la vereda  se pare cada cual; luego la explicación o desarrollo pormenorizado de los factores que componen la iniciativa; finalmente la reactividad de unos y otros actores que decantan sus intereses y posturas a través de voces defensivas, cuestionadores, rectificadoras y hasta ofensivas.
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Creo que estamos entrando en estas etapas segunda y tercera, pues tampoco ha existido mucha claridad respecto al cómo se harán los cambios, entonces no se sale de la segunda etapa y se ha   adentrado con mayor fuerza en la tercera fase, es decir los cuestionamientos.
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Del lado del gobierno, hay una especie de desprolijidad en la defensa de sus posturas y, luego, un desorden o indisciplina en la fidelidad respecto a las propuestas. Pero no sólo eso, también se comienza a mostrar que las convicciones no eran tan firmes ni sólidas respecto a las propias propuestas, pues aparecen grietas teóricas y esguinces desde varios actores oficialistas. Pero lo que más aparece, es una especie de temor a los poderes instalados, los que-hay que reconocer-poseen un aparato publicitario y de información poderosísimo.
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Pero como se señala por los viejos estrategas de la historia, se vence no con las armas sino con la fuerza del espíritu, que es lo mismo que ganar a largo plazo por el mérito de las convicciones. Pero como las convicciones estuvieron famélicas durante 20 años, es raro que ahora estén muy nutridas, a menos que hayan sufrido un golpe tal, que haya trastocado el alma de la vieja Concertación y en esta Nueva mayoría brille una luz de claridad deslumbrante.

Por otra parte, los dirigentes de la agrupación de gobierno son gente pragmática y saben que deben legitimarse ante dos sectores poderosos: el electorado (que es mayoritariamente popular) y los poderes fácticos, que son  todos oligárquicos.
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Entonces, algunos creen que es posible el intento de dar la cachetada del payaso y luego parar la pelea. Pero resulta que las luchas por el poder no son tan festivas o lúdicas como las del circo. Aunque, en verdad,  los concertacionistas se las han arreglado por  20 años para montar esta especie de “pelea del payaso”, y pareciera que han hecho creer a la gente que esa payasada era en serio.
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Lo serio es que la Nueva Mayoría se encuentra metida en un brete, porque el viejo dicho bíblico enseña que “no se puede servir a dos señores al mismo tiempo”, pues se termina traicionando a uno y otro. Eso de creer en pajaritos preñados, de que con el “crecimiento e inversión” se arregla la pobreza y el subdesarrollo o que se alcanza el bienestar general de las sociedades pobres, es cuento apto para niños duros de pestaña.
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En fin, el gobierno metió el animal  de las transformaciones al ruedo, pero no sabe cómo matarlo ni menos cómo despostarlo. No tienen práctica ni oficio de revolucionarios, Tienen títulos pero no experticia, tienen cargos pero no pueden con la carga, tienen intenciones, pero les falta convicción. En definitiva, les falta “guáramo”, “cojones”, “arrestos” para encarar los escenarios que se vienen. Porque no se hacen cambios sin romper huevos, y la tortilla que se debe cocinar en Chile es tan enorme que se necesita, muy probablemente, una “retroexcavadora” para hacer la mezcla fecunda.
Claro que eso quedará para otras generaciones, pues las actuales no tienen capacidad ni mística. Pero  que estos cambios vendrán, es de certeza total, pues si uno se detiene un segundo a mirar las tasas de acumulación oligárquica y los ritmos de distribución, es imposible que se produzca desarrollo y armonía social. Lo que viene es una confrontación  fenomenal o una descomposición global de la sociedad, que será progresivamente devorada desde dentro por el narcotráfico, la corrupción y la violencia. El ejemplo de otros países cercanos está fresco y visible con su amplio despliegue de irracionalismo, muerte y dolor.
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En conclusión: ser o no ser, he ahí el dilema del gobierno. No se puede ser de uno y otro lado, pues eso divide el alma y se degenera en una esquizofrenia política….Y lo malo que en ese estado, no se puede atender a la realidad, sino sólo a la mórbida ficción.
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Porque lo que queda claro es que las diferencias económicas y sociales en Chile son de tal orden y magnitud que escandalizan al mundo entero; en consecuencia no es que se tenga que esmerar el gobierno en dar ciertos retoques para alcanzar un estado balanceado de cosas. Es tan profunda y enorme la asimetría que se requiere tratamiento intensivo y de larga duración para medio recuperar terreno en el camino de la viabilidad histórica.
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Es cierto que no se puede dar un remezón brutal y cambiarlo todo desde las raíces; los tiempos de las revoluciones ya quedaron atrás, pero quedaron atrás no por que no sean necesarios los cambios profundos, sino porque ahora deben hacerse sobre fundamentos democráticos y no autoritarios.
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Entonces, es bueno recordar lo que escribía el gran Teognis de Megara, por los tiempos de la antigua Grecia:

La inteligencia, es para los hombres el más preciado don de los dioses;
Un hombre con inteligencia posee los límites de todo.
Feliz quien la tiene en su espíritu, es superior en mucho al funesto desenfreno y a la saciedad miserable. No hay peor mal para los hombres que la terrible saciedad. De esto la desgracia toda procede.”


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