kradiario.cl

martes, 24 de septiembre de 2013

24-9-2013-KRADIARIO-EDICIÓN N° 871

MÁS ALLÁ DE LA IMAGEN, EL IDEARIO MERKEL
 Por Rafael Poch
Desde Berlín 
A Merkel se le reconoce su arte por hacerse pasar por una persona corriente y sin la menor ínfula de poder. Por si quedaran dudas, de vez en cuando se pasea por los supermercados de la estación de Friedrichstrasse o de la Wilhelmstrasse, comprando naranjas y limones -nunca papel higiénico- en una estudiada espontaneidad que vende muy bien.
Cuando se le pregunta por su trabajo de jefa de gobierno responde simplemente: "Me gusta, me divierte". Al pedir el voto dice: "Les invito a votar por la CDU porque me gustaría seguir siendo su canciller". Un discurso tranquilo y casi despolitizado.
Merkel es una especie de estrella pop de la política, señala la revista Cicero. "Convierte el poder en un asunto poco espectacular y esto gusta a muchos alemanes", observa el comentarista Heribert Prantl. Para un político, un diez en imagen. Pero, más allá de la imagen, ¿qué hay?
Esa canciller aparentemente mansa oculta una inequívoca habilidad de animal político demostrada tanto en la escalada hacia el poder, dejando en la cuneta a jefes, barones y rivales de su propio partido como Helmut Kohl, Wolfgang Schäuble, Friedrich Merz, Roland Koch, Norbert Röttgen y Christian Wulff, como sobreviviendo sin mojarse a la caída de sus ministros más queridos salpicados por diversos escándalos y derrotas: Franz Josef Jung, Karl-Theodor zu Guttenberg, Rainer Brüderle, Norbert Röttgen y Annette Schavan. El resultado de esa discreta pero feroz habilidad es que en su partido ya no queda una sola figura de reserva capaz para poder  competir con ella. Bajo esa amable estrella pop, late una fiera. ¿Y su línea política?
En Alemania se ha cultivado el mito de una Merkel casi socialdemócrata, que tiende a lo social. La realidad es más bien que el trabajo sucio en materia de recortes sociolaborales e involuciones se lo hicieron sus adversarios del SPD y los Verdes cuando estuvieron en el gobierno entre 1998 y el 2005. En ese ámbito Merkel ha vivido de rentas. Como, además, es una política perspicaz que conoce el estado de ánimo de la sociedad, su desagrado hacia la creciente desigualdad, el belicismo y la energía nuclear, se adapta de forma hábil y pragmática a ese sentir.
Bajo los dos mandatos de Merkel apenas se han apretado los tornillos de recortes e involuciones -al revés, se ha propiciado la imagen de una mayor orientación social, especialmente desde el Ministerio de Trabajo que dirige Úrsula von der Layen-. Se ha dado un giro de 180 grados en materia de energía nuclear, suscribiendo el apagón nuclear definitivo para el año 2022, que antes se anuló.
El motivo no fue una paulatina caída del caballo por Fukushima que le iluminó repentinamente el rostro. Lo que el accidente japonés reveló a Merkel fue otra cosa: que no podría volver a ser canciller de Alemania si no rectificaba. Y en cuanto a Libia o Siria, lo mismo: se hace lo mínimo para no irritar el antibelicismo y pacifismo de los alemanes. Si de ella dependiera, la actitud sería otra, como dejó claro con motivo de la guerra de Iraq, cuando, desde la oposición, apoyó a George W. Bush, a quien el entonces gobierno de socialdemócratas y verdes dejó en la estacada al negarse a participar abiertamente en aquel mortífero desastre.
El ex Canciller "Willy Brandt arriesgó su posición de poder con la Ostpolitik, Schröder arriesgó la suya con la Agenda 2010, con Merkel es impensable algo así", dice el veterano político socialdemócrata Erhard Eppler.
Así pues, tanto en materia de imagen como de táctica, hay pocas dudas con Merkel: es muy hábil y pragmática. Pero, ¿cuál es su ideario? Una observación detenida de la canciller revela cuatro o cinco ideas centrales bastante primitivas.
En primer lugar, una obsesión por el tema demográfico, tanto con respecto al mundo, donde su mensaje sería en Alemania, y en Europa, somos muy pocos, cada vez menos, y nos van a comer los chinos y los indios, como respecto a la política social: al ser menos y más viejos hay que recortar y jubilarse antes.
La demografía de Merkel, cuyas proyecciones son discutibles (en el 2012 la población alemana no decreció, sino que aumentó en 196.000 personas), se utiliza como argumento para introducir políticas neoliberales de desmonte social. Lo mismo ocurre con su observación, repetida una y otra vez, en materia de 7/25/50: "En Europa somos el 7% de la población mundial, producimos el 25% del PIB mundial y gastamos el 50% del coste social planetario". Evidentemente, eso no es sostenible en un mundo que es visto como mercado y reducido a la competencia de unos países y bloques contra otros y en el que la propia prosperidad solamente puede alcanzarse o mantenerse a costa de la ruina o desgracia de los competidores.
"Piensa más en términos nacionales que europeos y más como fundamentalista del mercado que en términos solidarios", dice Stephan Hebel, autor de un libro crítico sobre la canciller.
El mundo de Angela Merkel refleja una considerable simpleza, cuando no ignorancia. "Los cristianos son la comunidad confesional más perseguida en el mundo", dijo en noviembre, en el congreso anual de la Iglesia evangélica. El problema palestino tiende a reducirlo a "los cohetes de Hamas", como dijo en una conferencia de prensa en diciembre. La situación de la mujer le deja manifiestamente indiferente. La desigualdad es relativizada: confrontada ante el hecho de que uno de cada seis alemanes esté ante el riesgo de exclusión social y pobreza, responde que "la idea de pobreza es muy elástica" y que el sistema de ayuda social Hartz IV, que desde la reforma del 2003, por primera vez ya no garantiza la cobertura de necesidades vitales básicas, "es excelente".
La idea central del pensamiento merkeliano es la competitividad. La democracia debe adaptarse a ella. Es la idea que contiene su concepto estrella, "Democracia acorde con el mercado" (Marktkonforme Demokratie), que desde que fue declarado "palabrota del año" por un gremio de filólogos, ha dejado de utilizar, sin dejar de aplicarlo intensivamente en Europa. "En lugar de rodear y limitar democráticamente el mercado, la democracia debe ser recortada de acuerdo con el mercado", exclama el comentarista Götz Eisenberg. Una maestra de la imagen, una hábil política en tácticas de poder, pero también otra rutinaria figura europea, enemiga del riesgo, sin imaginación ni proyecto, cuyo pensamiento político inequívocamente conservador no está muy alejado del de aquella Dama de Hierro británica de insigne memoria.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario