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miércoles, 10 de julio de 2013

10-7-2013 - EDICIÓN 861 - LA CRONICA POLÍTICA DEL EDITOR

EL POBRE ELECTOR
Por Walter Krohne
El elector en Chile tiene poco que decir. Como ciudadano tiene el derecho de levantarse temprano, si quiere, para ir a sufragar el día de la elección, pero muchas veces no sabe ni tiene idea por quién hacerlo.
Más que un derecho sería una “obligación”, porque en el caso de los más adultos   ir a las urnas es como si lo llevaran en la sangre después de tantos años de votación obligatoria.  Este grupo de los “viejos tercios”  conoce muy bien  ya todos los tejes y manejes y hasta son medios “compadres”  con los otros votantes en la misma mesa, con quienes cada cuatro años intercambian  los últimos chistes de la política o…cuentan historias de sexo.  En el caso de las mujeres electoras, si  bien no hay chistes,  porque ellas no están para eso, se nota que se preocupan mucho más de su vestimenta  que en lo que van a decir o contar. Ellas tratan de lucir sus  últimas tenidas  o zapatos taco aguja de múltiples colores o botas al mejor estilo europeo. Son más organizadas y tienen una idea fija de por quien van a votar.
Parece toda una fiesta  que, a veces, los mismos políticos lo estropean todo. Cambian cuando quieren de candidatos, cambian el sistema de votación y ahora están a punto de modificar el tan famoso sistema electoral binominal.  Como la información es siempre mala, el pobre electoral no sabe con lo que se va a encontrar  y va dispuesto a sorprenderse. En lo del binominal, no significa que cambiarán el actual sistema por otro totalmente nuevo, sino que será un sistema “binominal corregido”, cuya novedad es el aumento de 120 a 150 los diputados,  de 38 a 48 los senadores y la creación de ocho senadores que serán "nacionales", es decir, la circunscripción de estos últimos será todo el país. En cuanto a los diputados se propone refundir los actuales 60 distritos en 28. En total habrá 40 nuevo puestos de trabajo para personas que no saben ganarse el sustento en otra actividad que no sea la política, porque eso de “vocación de servicio público” parece ser más bien una muy buena excusa.
Así el elector tendría que votar cada cuatro años por un candidato a Presidente de la República, un diputado de su distrito, un  consejero regional, un senador de su zona y un senador nacional.  Es decir lo que antes era uno o dos cargos, hoy el elector, sin tener arte ni parte, debe elegir cinco.  Es mucho más trabajo que antes ¿No es así?, porque necesita estar mucho mejor  informado, al   margen de analizar de cómo está marchando el país, aunque la verdad es que con o sin elecciones  la situación sigue exactamente igual.

Será difícil juntar toda la información, porque ni La Moneda, ni el Presidente de la República, ni el candidato oficial de la alianza a Presidente ni el ministro del Interior estaban informados ayer sobre el acuerdo para modificar el binominal al que llegaron un partido de derecha, uno centrista mixto (DC), y el resto de centro izquierda. ¿Cómo es posible?, se preguntará algún elector medio despistado, y otro le responderá, “pero así nomás es la cosa”.
Dos meses antes de las primarias las ciudades estaban tapadas de letreros de Golborne. Ese era el verdadero candidato de la derecha, un hombre de clase media, luchador que “casi” conoció la pobreza en la apartada comuna de Maipú.  De pronto los electores se percataron que los letreros de Golborne eran cambiados por letreros de Longueira y surgía el “líder de la derecha” que había vivido en los sectores populares, que provenía del centro social y que había sido cambiado por Golborne porque este último no era de la clase media ni el luchador que se creía tras descubrirse que tenía millones y millones en depósitos en paraísos fiscales como las Islas Vírgenes y que había sido responsable de un incremento de comisiones en las tarjetas de crédito de Cencosud(de propiedad del alemán Horst Paulmann) afectando a miles y miles de clientes, toda gente modesta.

Los electores comenzaron a observar todo esto con escepticismo porque Longueira se presentaba con el slogan “Por un Chile Justo, vota por Longueira” y decía que  él representaba al mundo social y popular, pero que sin embargo  ganó la elección frente a Andrés Allamand  con los votos de la derecha capitalista dura, que no tienen nada que ver con el mundo social o popular, son los que viven en Lo Barnechea, Vitacura y Las Condes, el denominado Distrito 23.
Y ahora en la  campaña “longueirista” se termina también lo del mundo social porque no corresponde para nada a la realidad y a los hechos. Los electores que votan por la derecha casi eligieron a Allamand por ser un político mucho más moderado y apartado del conservantismo extremo como el de Longueira.  Sin embargo los capitalistas, miedosos por cierta  izquierdización del país,  se inclinaron por el extremo para “salvar a Chile de un nuevo socialismo allendista mirando con recelos los avances que hacía Michelle Bachelet. Así y todo la candidata arrasó en las urnas y más encima  les dijo a los capitalistas que cuando fuera nuevamente Presidenta  iba a hacer una reforma tributaria de verdad, donde los ricos pagarán mucho más que hasta ahora para poder crear un sistema de educación gratuita, desde el  pre kínder hasta la universidad. Es decir les dijo a todos que se acabará definitivamente el lucro en la educación en el  que participan los grupos económicos propietarios de cadenas de colegios y de universidades, donde esta lacra juega un papel fundamental.

Para el elector las cosas siguen igual que antes porque siempre los políticos han cambiado las estrategias en beneficio propio, sin preguntarle a nadie. El caso de  Camilo Escalona es típico chileno. Le buscaron una solución a su problema porque peligraba quedar fuera del Parlamento. Después de muchas vueltas, la DC y el PS le preguntaron a “Camilito” ¿Te gustaría ir como candidato por la Octava costa? Lo voy a pensar respondió “Camilito”. Dos días más tarde y tras visitar la región, respondió que era su obligación aceptar esta candidatura porque había que levantar el Bío Bío como región y terminar allí con la pobreza.  Pero si él ya había sido diputado en el Bío Bío en los noventa y debe ya haber sabido de la pobreza y del atraso existente allí o  ¿estos problemas son de ahora producto de los malos gobiernos de la Concertación y de la derecha?
El caso de Andrés Allamand es mucho más espectacular todavía. Seis días antes en 24 Horas TV dijo: “No hay plan B. Esto significa que no seré candidato a senador por ninguna Región”. Seis días después en la misma estación: “Lo he pensado mejor y he levantado mi candidatura por el sector Santiago Poniente porque creo que puedo hacer un aporte importante para la alianza”, estimando que Nueva Mayoría obtuvo allí en las primarias cuatro veces más votos que la derecha.  Pero en el camino dejó a dos descontentos:  Pablo Zalaquet, candidato en Santiago Poniente por la UDI,  y Carolina Parot, la ex candidata de Renovación Nacional que tuvo que ceder su cupo “por órdenes superiores”  para buscarse otra circunscripción.  Las reacción de Zalaquet contra Allamand fue evidente: Guerra total, serán dos Pablos que derrotarán a Allamand, Pablo Longueira y Pablo Zalaquet.

Mucho ojo electores del sector Poniente: No vayan a votar por la señora Parot, que ya no es más candidata por esa circunscripción a pesar de que todavía hay gigantografías de ella, que cuestan millones de pesos, en la Costanera Norte, tampoco vayan a votar por Eva von Bär ni por Moreira (ambos de la UDI) en el Oriente, porque los cambiaron para el sur, ni por Camilo Escalona en Puerto Montt y estemos atento si Camila Vallejo será o no candidata por la Florida, porque el Partido Comunista dijo ayer que aún no estaba confirmada.
¡Es harto trabajo ser ahora elector en tiempos políticos tan raros y turbulentos!

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