kradiario.cl

lunes, 20 de agosto de 2012

UN MODELO PUEBLOCÉNTRICO.


Por Hugo Latorre Fuenzalida

Ya he escrito acerca del modelo ”empresocéntrico”, sacado de la clasificación que hace el cientista social Oscar Varsavsky. Ese tipo de modelo es el que rige a Chile de manera categórica e insobornable.

Ahora trataré de esbozar los elementos que pueden caracterizar a un modelo “pueblocéntrico”. No es ocioso tocar esta alternativa si pensamos que 40 años de aplicar un modelo “empresocéntrico” ha llevado al país a un callejón sin salida, si se mira desde la perspectiva no sólo democrática sino también de competitividad en las estructuras modernas de la economía planetaria.

1.- ¿Qué aporta un modelo “pueblocéntrico” en la dimensión democrática?

En primer lugar una nueva concepción del Estado. El conepto “empresocentrado” del Estado, es uno de dominación. Es decir, en el Estado se instalan los grupos de poder que son capaces de imponer unilateralmente sus decisiones, que, por demás, transparentan nítidamente y de forma incontrarrestable sus intereses más directos e inmediatos.

El concepto “pueblocéntrico” del Estado, por el contrario, entiende a éste como la red de organización social que concurre de manera plural y de forma participativa a tomar las grandes decisiones que son importantes a nivel macro como micro.

Entre más tupido sea el tejido organizado de la sociedad y mayor su capacidad de influir en las decisiones, más democrático será ese Estado, por ende, más “pueblocentrado”.

En consecuencia el concepto moderno del Estado, incluye no sólo al aparato público y a los gremios económicos, políticos, militares y religiosos, sino toda la extensa formación que incluye: poder de las comunicaciones, de los intelectuales, de los estudiantes, de los trabajadores, de los vecinos, de las regiones, de los municipios, de los pensionados, de los enfermos, de los gremios profesionales, de las universidades, etc.

En consecuencia, el Estado moderno y “pueblocentrado” exige una sociedad organizada en todos los niveles. En ese sentido no es individualista, sino necesariamente comunitario.

2.- ¿Qué aporta un modelo “pueblocéntrico” en la dimensión económica?

Una distinción esencial es que en este modelo –a la inversa de su opuesto – el hombre no es para la economía, sino la economía es para el hombre.

Cuando el hombre es un objeto al servicio de los poderes económicos, entonces la enajenación de los valores humanos se hace inevitable. De ahí siguen las consecuencias de violencia, descomposición y pérdida de cohesión social.

Los poderes oligopólicos de grandes empresas permiten una manipulación peligrosa de las masas de consumidores, los que son arrastrados extensivamente a la condición degradada que caracteriza a las masas, deteriorando su condición humana de ciudadanos y personas, perdiendo su sentido crítico y autonomía básica de juicio y poder de decisión.

Una economía “pueblocentrada” exige, por tanto, una distribución equitativa de los ingresos, una retribución digna al trabajo y una integración participativa a las grandes decisiones económicas.

La sociedad “pueblocéntrica “ parte del concepto que en lo económico la competitividad no es atributo exclusivo de las empresas, sino de la sociedad como un todo. Con hombres humanamente desarrollados, será más fácil construir una economía desarrollada; pero lo inverso no es verdad, pues las empresas que se desarrollan como islas en un mar de atraso, no logran movilizar a la sociedad hacia el desarrollo (viejo debate entre Hirschman y Myrdal).

En consecuencia, un modelo “pueblocéntrico” se asocia con un Estado moderno y democrático, competitivo, pero de competitividad de largo plazo, y con estructuras que tienden a una alta cohesión y estabilidad social, armonía de intereses y gobernabilidad propositiva, y no reactiva como es la que opera en los sistemas “empresocéntricos”, donde la violencia represiva y la ingobernabilidad creciente se hermanan en una especie de fatalidad histórica irrefrenable.

En consecuencia, el gran desafío de una sociedad como la chilena, es pasar de su estado “empresocéntrico” actual a una sociedad “pueblocéntrica”. Sin este requisito no seremos moderno ni competitivos, tampoco democráticos.

Esa es la “revolución” que nos aguarda. Pero esta revolución no será por sobre la ética, pues se hace moral o no será una revolución (Charles Pèguy).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario