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jueves, 30 de agosto de 2012

EL ANTÍDOTO CONTRA BACHELET INVENTADO POR LA ALIANZA PARA MANTENER EL PODER MÁS ALLÁ DEL 2014
Por Walter Krohne

Aunque parezca rebuscado y raro,  el plan de acción electoral de la Alianza por el Cambio se parece más a un “antídoto contra Bachelet” que una estrategia real y efectiva para ganar las elecciones presidenciales de 2013. La última encuesta CEP dejó a sus presidenciables y a los dirigentes claves con los nervios destrozados, frente a una ex Presidenta marcando 50 a 51 % de apoyo contra Laurence Golborne con 9 por ciento,  Andrés Allamand con sólo dos por ciento, lo mismo que anota el hasta hace poco casi desconocido economista Franco Parisi,  y a Pablo Longueira prácticamente fuera del marcador.
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El jefe máximo de la UDi, Patricio Melero, está preocupado y también asustado, porque ve que las semanas pasan y no encuentran una fórmula para apartar el nombre de Michelle Bachelet del camino que podría llevar a la Alianza nuevamente a la victoria.
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Ella está en Manhattan esperando que llegue el momento justo y preciso para retornar a Chile con todos los honores y una recepción multitudinaria a la que no sólo se incluirían a los partidos afines, con o sin Concertación, al Partido Comunista y a todos los movimientos sociales. Sería como una gran fiesta popular como cuando  Madona llega a Chile o la que vivió el recientemente fallecido Neil Armstrong tras retornar del histórico viaje lunar.
Saben los gremialistas y también sus socios de Renovación Nacional que la tarea será difícil y para eso deben contar con una alternativa sólida “al bacheletismo de izquierda que se nos viene”, como dijo el mismo Melero a la Radio Agricultura.
Pero, recordando el film “Mujeres al borde de un ataque de nervios” del español Pedro Almodóvar (1988) puede decirse que se aprecia un nerviosismo o una incertidumbre sudorosa entre los cerebros del oficialismo que ya comienzan a tomar algunas medidas, que por la misma situación de tener los nervios rotos, están resultando apresuradas.
La idea que está dominando a los aliancistas es traer a Bachelet a Chile, pero sin sacarla de Nueva York. En otras palabras se trata de “politizar” el debate nacional destacando con euforia los logros del gobierno de Sebastian Piñera en los cuales Michelle Bachelet no fue especialmente brillante. Hablar, por ejemplo, de temas como empleo, estabilidad macroeconómica, inversiones o de las políticas sociales, pero no sólo mencionarlas sino presentándolas con  un valor agregado con odiosas comparaciones, para así marcar la diferencia.
Esta semana fue notoria la aplicación de esta nueva estrategia orientada a destruir, no a los elementos malos y perversos que están dentro de Chile, sino a una mujer que recorre el mundo intentando ayudar a otras mujeres para terminar con el machismo y las injusticias sociales y claro, dispuesta también a asumir nuevamente la Presidencia de Chile en 2014.
Como el Presidente habla todos los días (ver TV 24 horas tipin 10 a 11 horas), hasta el punto que ya se está pareciendo al antiguo Fidel Castro o al actual Hugo Chávez, como si ambos fueran de la derecha, el lunes orientó su oratoria para decir que “cuando asumimos (el mando de la Nación) recibimos un país que cada día crecía menos, que cada día creaba menos empleo, que en  lugar de crear emprendedores los estaba destruyendo, que la productividad, que había sido un gran aporte al crecimiento, un gran motor, se había transformado en un lastre porque ya era negativa y restaba al crecimiento del país".
Con esta “bomba verbal” uno llega a la conclusión de que Michelle no hizo nada o casi nada y parece que en su estadía en La Moneda más bien se dedicó a “pasarlo chancho”.
Pero como la estrategia oficialista se está realizando en equipo, ese día lunes, detracito de Piñera, subió al pódium el ministro de economía Pablo Longueira, quien no disimula para nada su desesperación por convertirse algún día en Presidente de la República.  Fue extremadamente claro y también duro:  "En Chile, antes que llegásemos al gobierno, en la última década, habían menos emprendedores que hace diez años atrás porque en Chile se fue asfixiando el espíritu emprendedor, se fue asfixiando el trabajo que hacen las Pymes de Chile".
La guinda de la torta la colocó hoy el líder Melero: “Me preocupa el grado de tranquilidad en que está Bachelet en Nueva York mirando todos estos acontecimientos de Chile, mientras nosotros estamos más preocupados de la forma de resolver los candidatos de la Alianza que de conseguir los votos necesarios para triunfar". Agregó para rematarla, que aun cuando la figura de Bachelet mantiene gran respaldo, el problema está en quienes la van a acompañar en un eventual nuevo mandato. “Ahí está el eje, hacer ver que la Bachelet de ayer es muy distinta a la Bachelet de hoy y del futuro, y que va a ser sin duda el peor gobierno y va a arriesgar los éxitos y logros que están consolidados en Chile en materia de crecimiento económico, de desarrollo social, de desempleo”.
Basta, basta, misión cumplida se deben haber dicho después estos tres líderes,  lo que seguramente han sellado con un fuerte apretón de manos.
Datos concretos, con tablas explicativas, definiciones, proyecciones e informaciones de cómo usar esta información, en cuanto a lugar, auditorio y momento preciso, recibieron los principales personajes de la Alianza en un dossier especialmente preparado y con un concepto típicamente empresarial en cuanto a orden y claridad. Allí están todos los logros y las comparaciones con lo que dejó de hacer la señora Bachelet. “Hay que socializar con las bases de los partido UDI y RN para poder marcar la diferencia”, recomendaron los promotores.
Lo que no ha funcionado muy bien es la tarea que asumió el presidente sobre los discursos que pronuncia casi  diariamente por televisión, destacando o poniendo las cosas en claro sobre lo que necesita y no necesita Chile. El problema es que el mandatario es demasiado inquieto y a veces se sale del texto que le preparan sus asesores y cae en “serios baches” como el del otro día en que dijo que la ciudad de Linares había sido fundada por Ambrosio Rodríguez en lugar de Ambrosio O’Higgins o antes, también por estos días cuando se refirió a Nicolás Parra en vez de Nicanor.
Son gajes del oficio, quizá, aunque si los hace un Presidente de la República es, claro, mucho más serio y preocupante. A otra cosa mariposa.

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