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jueves, 16 de agosto de 2012

RICARDO HAUSMANN EN CHILE


Por Hugo Latorre Fuenzalida

El ingeniero y destacado economista venezolano Ricardo Hausmann ha sido invitado a exponer sus puntos de vista acerca de la economía chilena.

Hausmann fue mi profesor de macroeconomía en el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), en Caracas. Este centro de postgrado fue creado por el economista chileno de la CEPAL Jorge Ahumada, autor del famoso libro programa “En vez de la miseria”, texto que hizo el papel de programa de gobierno de Eduardo Frei Montalva, por los años sesenta.

En el CENDES se forjaron los planificadores públicos para los países de América Latina. Por sus aulas han pasado grandes maestros como Carlos Matus, Heinz Sonntag, Sergio Aranda, Lourdes Yero, el profesor Michelena, Oscar Varsavsky y tantos otros.

Hausmann, luego de ser ministro de Carlos Andrés Pérez, fue llevado a Estados Unidos de Norteamérica, donde ha desempeñado diversos cargos en organismos internacionales. En la actualidad es profesor en Harvard.

Hausmann ha sido siempre un economista con visión del desarrollo a largo plazo. En tiempos de Carlos Andrés, planteaba ya para Venezuela una propuesta para reducir la dependencia del petróleo, incursionando en un desarrollo de las potencialidades agrícolas y en alianzas tecnológicas, tanto energéticas como mineras. Buscaba el desarrollo integral y no el vivir descansando en la renta petrolera.

En este paso por Chile, Hausmann ha hecho un análisis sobre nuestra realidad que es digna de ser comentado, pues nos pone los desafíos que tiene Chile y lo errado de algunas políticas, más lo peligroso de otras grandes omisiones de política.

El economista nos llama la atención puesto que Chile con su modelo está haciendo muchas cosas mal. Está descansando en demasía en una economía rentista sobre las materias primas, pero no está industrializando esa riqueza, es decir no está sembrando el futuro; sólo se consume el presente y se la deja consumir por otros, que es lo más lamentable.
Ricardo Hausmann

La tecnología es pobre o ausente dentro de las estrategias y los potenciales en las áreas en que Chile debería tener ventajas no se están tomando en cuenta.

Hausmann tiene experiencias, como venezolano, de los problemas que acarrea el vivir de las materias primas, por eso habla con autoridad del tema y nos lanza esa advertencia, que los chilenos no escucharán pues por acá creemos, como Leibniz, que vivimos en el mejor de los mundos posibles.

De hecho, hemos adoptado la estrategia “de los negocios”, pero no del desarrollo. Entre ambos hay una distancia enorme, pues una opera con pura táctica pero sin estrategias, mientras que la otra opta por las estrategias de mediano y largo plazo; una se dirige al desarrollo equilibrado de los actores sociales y económicos, mientras que la otra se define por “crecimiento”, aunque sea monstruoide, como sucede en Chile.

Otra crítica fundamental de Hausmann al modelo chileno se ubica en el tema de que Chile se ha negado al rol del Estado en la definición de políticas selectivas de desarrollo acelerado, con lo cual se ha amputado voluntariamente un pie para correr la carrera del desarrollo.

Los economistas locales que han criticado la intervención de Hausmann plantean que si el Estado interviniera en definir políticas de desarrollo, simplemente pasaría por alto las políticas de mercado, eligiendo anticipadamente los ganadores en la apuesta, lo que daría resultados distorsionados, esto como si las políticas “de mercado” en una sociedad tan desigual no definiera a los ganadores desde antes de posicionarse en la partida.

Pero lo que no saben los adoctrinados economistas locales, es que en materia de desarrollo de competitividades a largo plazo se debe planificar cuidadosamente las jugadas en el tiempo. Es un tema en que no se puede dejar las cosas al arbitrio del mercado. Por lo menos eso resulta de una observación atenta de las políticas de desarrollo tecnológico e industrial de los últimos dos siglos. Incluso el propio economista liberal Albert Hirschman lo planteaba de ese modo (“Estrategias para el desarrollo Económico”).

Chile es un caso paradigmático. Llevamos casi cuarenta años de políticas “de mercado” y estamos sumidos en la inopia si de políticas industriales y tecnológicas se trata. Las inversiones en el área de “estrellas nacientes” (*) tecnológicas son vergonzantemente bajas y las de “estrellas menguantes” mismas son bajas.

Por otra parte, pensar que el Estado debe mantenerse al margen de las políticas de desarrollo es confesar una desactualización peligrosa respecto al concepto del Estado moderno; es sostener una visión ultramontana acerca de la democracia y una ignorancia ominosa respecto a las estrategias contemporáneas que han seguido las naciones para salir del atraso (ver el libro de Ugo Pepitone: “Estrategias comparadas de salida del atraso”. FCE.).

Nuevamente podemos denunciar, como lo venimos haciendo hace más de 20 años, que Chile está errando el camino estratégico para salir del atraso. Podrá tener momentos de auge, pero no tendrá un camino sostenido al desarrollo, si sigue por esta apuesta descarriada. De esta forma, estamos quemando años y oportunidades y finalmente nos quedará la resultante catastrófica de una aventura sin destino.

Otra cosa que debemos reiterar, es que nuestros economistas lucen un adocenamiento ideológico lamentablemente trivial y mediocre. Esto quedaría al desnudo si los precios de las materias primas se nos derrumbaran de pronto. Ahí se vería al “rey desnudo” de un ideologismo obtuso y repicante como campanas en día de resurrección.

Hausmann es un espíritu desafiante y de dura franqueza. No anda con medias palabras y medias verdades, como nuestros analistas, que más que afirmar certezas se dedican a relativizar todo para que todo quede igual, es decir como les conviene.

Ojalá vengan otros hombres como Hausmann a Chile y golpeen las testas testarudas de nuestros dirigentes, antes que sea tarde, pues vivimos la ilusión de desarrollarnos con una fuerza propia de santos en éxtasis, pues nos enajenamos del entorno, de la verdad objetiva y de las perspectivas terrenales de las cosas. Un miedo ideológico al cambio nos consume hasta la parálisis…..Pero eso es momificar nuestra historia. Lo lamentable es que las momias son ya organismos muertos, en descomposición retardada.

(*) ”Estrellas nacientes” y “Estrellas menguantes”, son actividades productivas que dicen relación a sectores que se vinculan a tecnologías emergentes e hipermodernas, y las que lo hacen sobre tecnologías que van siendo abandonadas por el mercado o se mantienen estancadas.

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