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martes, 14 de agosto de 2012

PROBLEMAS ORIGINADOS EN  LAS FAMILIAS POR LOS SEGUNDOS MATRIMONIOS
Por Jessika Krohne
El creciente aumento de los divorcios en el mundo y los cambios en los patrones familiares han elevado considerablmente el número de “segundas familias”, que deben  hacerle frente a muchos retos, ya que la “nueva pareja” que se forma comienza con la base de que cada uno o por lo menos un miembro de la pareja viene con una historia relevante detrás.
Eso complejiza el inicio de la relación de pareja, ya que ésta no tiene un transcurso habitual, como ocurre en otras parejas, donde el comienzo es un espacio de a dos, donde ambos se descubren y conocen mutuamente. Pero en este caso, frecuentemente, la nueva pareja o los recién casados no han pasado suficiente tiempo juntos para adaptarse a la nueva relación y a las costumbres de cada uno.
En la modernidad tenemos que lidiar muchas veces con ex-parejas e hijos de matrimonios anteriores que no hace fácil la convivencia diaria. El desarrollo de buenas relaciones en la nueva familia requiere de mucho esfuerzo. Cada uno de los miembros de estas familias ha experimentado pérdidas y debe hacer ajustes bien complicados en su nueva situación de vida.
Cuando se forma una segunda familia o familia ensamblada, como se denomina en el lenguaje sistémico, sus miembros no tienen un historial común o no tienen el mismo modo de hacer las cosas; muchas veces sus creencias son muy diferentes y las costumbres también. Además, un niño puede tener una lealtad dividida entre el progenitor con quien vive la mayor parte del tiempo y el que vive en otro lugar y a quien visita de vez en cuando.
Los miembros de la nueva familia ensamblada necesitan aprender a convivir y crear vínculos entre ellos que se vayan fortaleciendo con el tiempo. Eso requiere mucho esfuerzo y muchas veces es necesario recurrir a ayuda externa para recibir apoyo en ese aspecto.
Para lograr una buena convivencia entre todos los miembros, es importante que cada uno tenga su espacio dentro de la familia y sea apoyado y escuchado en algunos momentos de tristeza. Es necesario que la familia que se ha formado logre crear una identidad propia y pueda desarrollar nuevas destrezas y códigos para tomar decisiones en familia. Además, hay que brindar oportunidades para que se fomenten y fortalezcan las nuevas redes entre padrastros, madrastras, hijastros y hermanastros y se valoren estos nuevos vínculos que se están creando. También es esencial que se mantengan y no se obstaculicen las relaciones originales con los padres naturales.

Aunque estas tareas muchas veces no son fáciles de resolver, la mayor parte de las segundas familias logran llevarlas a cabo con éxito. Abuelos y otros miembros de la familia extensa pueden ser muchas veces un grupo de apoyo muy relevante para lograr estos ajustes.

Sin embargo, muchas veces puede ser necesario contar con ayuda de un psicólogo o psiquiatra infantil, si el niño se cierra mucho en sí mismo, se excluye del resto o cambie muy bruscamente de estados de ánimo. También manifestaciones muy fuertes de enojos, ira o rabia se hacen necesario evaluar con un especialista.
La mayor parte de las segundas familias, si se les da el tiempo suficiente para que desarrollen su propia identidad, costumbres y códigos y logren formar nuevas relaciones entre ellos, pueden proveer relaciones emocionales excelentes y duraderas en el tiempo que ayudan a los niños a desarrollar la autoestima y el autoconcepto para disfrutar de la vida y enfrentar nuevos desafíos.
La clave está en valorar los nuevos vínculos que se forman con los padrastros, madrastras, hijastros y hermanastros y verlo como una oportunidad para toda la vida más que una amenaza que dificulta avanzar en el tiempo.

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