Por Jessika Krohne
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Sin embargo, como señalan los especialistas en la materia, esos declives y pérdidas pueden ser compensados. Ello se puede conseguir optimizando el desarrollo personal y haciendo que los factores de crecimiento existan a todo lo largo del ciclo de vida. Buscar oportunidades de desarrollo, mejorar potencialidades y compensar déficit, es siempre posible.
La vida es una sucesión de períodos de orden y desorden, de desorganización y posterior elaboración de la misma y cada cambio de década desata en la edad de una persona una crisis que luego se supera.
Sin embargo, hay una etapa en la vida, que es a los 50 años, donde las personas empiezan a cuestionar su vida de una forma distinta, donde se produce la crisis de la mitad de la vida y donde uno suele hacer un balance de las cosas buenas y malas vividas, de los reales beneficios de la relación matrimonial, del desarrollo que han tomado los hijos y que muchas veces ya son adultos o incluso se han ido de la casa.
Aquí se hace necesario analizar ¿qué es realmente una crisis? Por crisis se entiende un desorden temporal a ordenar; tiempo de mirar la vida desde otra perspectiva y, desde ese nuevo lugar, modificarla una vez más. Una crisis es otra oportunidad de evolucionar.
El término crisis de la mediana edad se usa para describir un período de dramáticos cuestionamientos sobre si mismo que comúnmente ocurren al alcanzar la mitad de la edad que se tiene como expectativa de vida, cuando la persona siente que ha pasado la etapa de su juventud y la entrada a la vejez resulta inminente.

El resultado puede reflejarse en el deseo de hacer cambios significativos en aspectos clave de la vida diaria o situaciones, tales como la carrera, el matrimonio o las relaciones románticas.
Este aspecto de la crisis puede llevar a decisiones equivocadas como el cambio de pareja con alguien mucho menor como una necesidad de rejuvenecer olvidando el imparable avance del reloj biológico. Pero lo más importante que ocurre en esta etapa de la vida está marcado por la libertad, tener más tiempo para si misma o si mismo, poder abrir nuevos caminos por elección individual, poder emprender proyectos que quedaron relegados a un segundo plano. Es un momento propicio para concentrar la atención en las necesidades propias.
La edad media de la vida con su gran caudal de madurez por otro lado, es una etapa llena de oportunidades de seguir creciendo y desarrollándose. Es un tiempo de disfrutar los logros alcanzados. Tiempo de nuevas elecciones que a veces están marcadas por eventos que pueden ser traumáticos como el divorcio, cambio de ocupación y otras situaciones ya mencionadas anteriormente.

Como punto final, solamente se puede decir que hay que sobrellevar cada etapa de la vida de la mejor forma posible y la clave es afrontar esta nueva etapa como lo que es: Un período de la vida llena de oportunidades, las que son para disfrutarlas.
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