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lunes, 31 de enero de 2011

Para EE UU la situación egipcia es confusa, aunque se piensa que la salida podría estar por el sector militar

Omar Suleiman ¿Carta de solución
para la crisis egipcia? 
La situación del principal aliado estratégico de  Estados Unidos en el mundo árabe  es  hoy el tema político número uno en la Casa Blanca en Washingtron. La Secretaria de Estado,  Hillary Clinton, fue muy cauta al referirse al "caso Egipto" como se le clasifica dentro de las múltiples rebeliones que han surgido en los países árabes como Túnez, Argelia, Yemen, Jordania aparte de Egipto.

Lo que pide ahora EE UU, ante la imposibilidad de poder proteger más a Hosni Mubarak, que una supuesta transición "sea ordenada" y con "eleccion abiertas y justas".

Esto significa, como dijo el diario argentino Clarín, que "ya puede decirse que el martillo bajó en Washington: Estados Unidos comenzó a soltar la mano a su aliado más estratégico en el mundo árabe. Y ya está trabajando en el complejo diseño de una nueva era post Mubarak".

No extrañó entonces que Barack Obama haya estado hablando con los líderes regionales el fin de semana, algo que evitó durante la revolución tunecina, donde le bajó el pulgar al dictador Zine Abidine Ben Ali rápidamente, sin demasiado remordimiento, agregó el diario argentino.

La analista Paula Lugones de Clarín, señaló que en este caso había que tomar en cuenta que Egipto no es Túnez.

"La nación de los faraones tiene el Ejército más numeroso del mundo árabe y es el país que defiende ante sus vecinos los intereses de Estados Unidos. Arabe, pero amigo de Israel, el gobierno de El Cairo fue el garante de la estabilidad en Oriente Medio por más de tres décadas", escribió Lugones.

La caída de Mubarak puede mover todo el tablero político del mundo árabe y lo que más teme Washington –Hillary lo dijo expresamente– es el vacío de poder, con el viejo líder resistiendo y sin que nadie le responda.

El extremismo islámico de los Hermanos Musulmanes por ahora ha permanecido en un segundo plano, pero la situación de caos puede beneficiarlo. La novedad de las milicias –la gente que se arma para hacer justicia propia en un lugar donde no hay autoridad– sólo alienta el drama de la lucha fratricida en un país de etnias diversas.

Y la Casa Blanca no se resuelve a apostar por el líder de la oposición, Mohamed El Baradei, quien, pese a ser un demócrata moderado, no despierta las simpatías de EE UU debido a algunos roces que tuvo durante su paso por la Agencia de Energía Atómica de la ONU. Igualmente, para Washington sería una opción mucho más aceptable que la de un gobierno islamista, dijo Lugones.

La clave parece estar en el Ejército. Las líneas telefónicas entre el Pentágono y los cuarteles de El Cairo arden y no extrañó que Hillary dedicara elogios al “prestigioso y respetado” cuerpo militar.

Los uniformados pueden ayudar a esa transición “ordenada” –timoneada por el flamante vice Omar Suleiman, un militar amigo de EE UU– que podría culminar en septiembre, con elecciones libres y Mubarak en cuarteles de invierno.

Pero Washington no jugó aún todas sus cartas: le queda la más valiosa, la ayuda de 1.500 millones de dólares que envía a Egipto por año, sobre todo para el sector militar. Hillary ratificó ayer que eso no está en duda. Pero todo podría cambiar si el viejo líder continúa aferrado a su sillón, termina el análisis de Clarín de Buenos Aires.
 
Entretanto en Egipto se vive el séptimo día de protesta en las calles para exigir la renuncia de Mubarak, quien está en el poder desde hace casi 30 años y se resiste a irse, pese a que nunca estuvo tan acorralado.

Las marchas se desarrollaban hoy en El Cairo, Alejandría, Suez y Puerto Said. En tanto, los organizadores de las masivas protestas convocaron a una huelga indefinida y a una "marcha de un millón de personas" para mañana.

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