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jueves, 4 de noviembre de 2010

Página Editorial Latinoamericana: Santos y Chávez y el castigo para Obama

Diario El Espectador de Bogotá, Colombia
Encarrilados


La "hoja de ruta" que hace un par de meses se trazaron los presidentes Juan Manuel Santos y Hugo Chávez, con prudencia y señalando una serie de pasos cortos pero firmes, continúa dando resultados positivos y así lo demostró la reciente reunión presidencial en Caracas.

A pesar de que todavía hay camino por andar para el pleno restablecimiento de las relaciones bilaterales, en ambos países se respira un ambiente de moderado optimismo que presagia una fortalecida vecindad.

Superada la grave crisis que se vivió entre Chávez y el ex presidente Uribe, era indispensable aclimatar la confianza y recuperar el respeto entre los mandatarios. Dentro de este proceso, el 10 de agosto pasado se crearon cinco comisiones que se encargan de revisar, analizar y encontrar soluciones a problemas comunes que no habían tenido vías de entendimiento dentro de la diplomacia del micrófono y el monólogo que prevaleció entre Bogotá y Caracas.

Santos y Chávez han podido constatar, de primera mano, que las mencionadas comisiones están avanzando como deben en sus actividades y que su puesta en práctica reemplaza, en buena hora, una serie de mecanismos que habían sido creados con anterioridad para solventar los eventuales problemas derivados de la cercanía, y los cuales quedaron en el congelador con las tormentosas relaciones vividas.

No está de más insistir en un punto central de la relación: el de la compleja zona fronteriza, que fue, es y seguirá siendo una realidad latente. Bandas binacionales de delincuencia común calentaron la frontera desde hace muchos años con su vinculación al narcotráfico, el robo de vehículos, el secuestro, el tráfico de armas y el contrabando de gasolina. La guerrilla, que entró a pescar en río revuelto, terminó involucrada con la mayoría de los negocios ilícitos mencionados, amén de sus condenables acciones armadas. Hoy se habla de que el lucrativo negocio del contrabando de gasolina da mayores ganancias que el narcotráfico, lo que ha fortalecido al Eln y a las mafias locales que operan con la complicidad de ciertas autoridades locales.

Le asiste, entonces, toda la razón a la canciller María Ángela Holguín cuando toma el tema fronterizo como una de sus prioridades. Los diversos proyectos de desarrollo social que se puedan llevar a cabo en buena parte de los empobrecidos municipios fronterizos, van a representar una doble ganancia para el país.

Por un lado, mejorarán las condiciones de vida de comunidades que acuden a actividades ilícitas que son un modus vivendi para sus habitantes. De otro, al “reinsertar” a estos compatriotas a esquemas de vida similares a los que existen para el resto de los colombianos, mejorarán sustancialmente las condiciones de seguridad fronteriza, con el consecuente impacto positivo para la relación bilateral. Este propósito del Gobierno nacional amerita el apoyo de los sectores público y privado, así como de organismos multilaterales que, como la CAF o el BID, conocen la importancia de actuar en dichas regiones.

En forma coloquial, el presidente Chávez dijo durante la reunión que esperaba que nada ni nadie fuera a descarrilar esta relación, que avanza con buen augurio. Tiene toda la razón, pues no faltan agoreros del conflicto aquí y allá.

En el caso colombiano, el presidente Santos se ha jugado a fondo para solidificar y fortalecer la relación bilateral, incluso asumiendo un costo político nada despreciable, precisamente para mantener a raya a quienes así lo quisieran. No estaría de más que el mandatario venezolano hiciera lo propio con los sectores más radicales que lo acompañan dentro del PSUV, algunos de los cuales han dado muestras de excesiva simpatía, cuando no abierto apoyo, a grupos ilegales que no pueden considerarse de otra forma que como un enemigo común. Si esto se logra, de lado y lado, la construcción de la nueva vecindad se sustentará sobre bases sólidas que podrán resistir futuros embates. Ahí está el reto para mantenerse encarrilados.

Diario La Tercera de Santiago de Chile
Voto de castigo para Obama en Estados Unidos

El Presidente no ha cumplido con las expectativas que despertó hace dos años y ahora debe acomodarse a un nuevo escenario político.

A dos años de que Barack Obama llevara de vuelta a los demócratas a la Casa Blanca enarbolando la bandera del cambio, el electorado norteamericano ha castigado al Presidente norteamericano en unos comicios que favorecieron fuertemente a la oposición republicana. Esta ha conseguido un categórico triunfo que le permitirá recuperar en enero el control de la Cámara de Representantes y reducir la distancia en el Senado, a la vez que reconquistar la mayoría de las gobernaciones estatales. El resultado implica un cambio de tendencia que pone en una difícil situación al Mandatario, quien deberá ahora ajustarse a una nueva realidad y prepararse para una dura batalla en sus aspiraciones de ser reelecto en 2012.

Típicamente, las elecciones de mitad de período son consideradas en Estados Unidos como un referéndum sobre el desempeño del gobierno. Casi siempre esto se traduce en la pérdida de escaños en el Capitolio para el partido oficialista. Sin embargo, la amplitud de la derrota demócrata sugiere que el descontento ciudadano con la gestión de Obama alcanza proporciones poco usuales.

El Mandatario no ha sido capaz hasta ahora de llenar las expectativas que despertó su elección. Heredó un país afectado por la crisis global, comprometido en dos guerras y golpeado en su confianza. Pese a sus promesas, no ha logrado que la situación económica mejore de manera sustancial, el desempleo sigue alto y ha promovido un intenso activismo fiscal que despertó resistencias en una sociedad que mira con desconfianza la injerencia excesiva del Estado. La reforma a la salud aprobada en 2009 ratificó esta tendencia hacia una burocratización pronunciada y terminó provocando una reacción ciudadana galvanizada a través del Tea Party.

Este movimiento fue clave para revigorizar a un Partido Republicano debilitado tras las derrotas en las legislativas de 2006 y 2008, así como en las últimas presidenciales. El fuerte sentimiento antiestatista del Tea Party, junto a sus posiciones conservadoras en temas valóricos y su enorme capacidad de movilización, les dieron nuevo impulso a los republicanos. Con todo, el factor decisivo el martes fue que la oposición atrajo el voto de los independientes, que representan un cuarto del total de personas que sufragan. Si en los comicios de 2006 el 57% de éstos se inclinó por los demócratas, contra 39% que lo hizo por los republicanos, ahora la proporción casi se invirtió, con 55% de los independientes a favor de los republicanos y 40% por los demócratas.

La magnitud del vuelco -el mayor en 70 años- da cuenta de la volatilidad del electorado estadounidense, factor que deben considerar ambos partidos. El votante norteamericano está insatisfecho y es exigente. Esto repercute con mayor fuerza en Obama, quien posee las mayores atribuciones políticas e institucionales en un sistema presidencialista como el norteamericano.

Si aspira a hacer un gobierno efectivo que se proyecte en el tiempo, el Mandatario tendrá que adaptarse a las nuevas circunstancias y mostrar una flexibilidad y una disposición al diálogo que hasta la elección del martes no había exhibido. Por su parte, la oposición republicana debe evitar caer en el obstruccionismo e impulsar sus proyectos a través de la negociación.

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