La protección de los secretos de estado en los Estados Unidos
Los aliados del expresidente (republicano) Donald Trump, quien se presentó este martes ante la Corte en Miami para responder frente a las acusaciones sobre su manejo de documentos clasificados, comparan su situación con el caso de los correos electrónicos de Hillary Clinton, cuando ella fue candidata a la Presidencia y la rival demócrata de Trump en 2016. Para defenderlo, los partidarios de Trump citan la decisión del Departamento de Justicia en 2016 de no presentar cargos contra la entonces exsecretaria de Estado Hillary Clinton por su manejo de información clasificada, cuando era entonces la oponente demócrata en las elecciones presidenciales.
Sus partidarios también se han referido a la investigación de documentos clasificados del presidente Joe Biden para denunciar un supuesto doble comportamiento de la Justicia, que persigue a Trump, un reublicano, y no hace nada contra los políticos demócratas.
En 2016, Clinton fue la candidata presidencial de su partido; ganó el voto popular nacional en esa elección por casi 3 millones de votos, pero su oponente republicano, Donald Trump, ganó el Colegio Electoral y, por lo tanto, la presidencia.
Pero la pregunta que hoy se hace en EE UU es si ¿existe un estándar diferente para un secretario de Estado demócrata que para un expresidente republicano?”
Ell gobernador de Florida, Ron DeSantis, rival de Trump en las actuales primarias republicanas para la elección presidencial de diciembre de este año fue tajante: » Creo que debe haber solo un estándar de justicia en Estados Unidos».
Pero esos argumentos no toman en cuenta las abundantes diferencias de hecho y de derecho entre los dos casos, principalmente las relacionadas con el motivo e intención que llevaron al mal uso de los documentos, y los actos deliberados de obstrucción de la justicia.
Aquí, una mirada a las investigaciones de Clinton, Biden y Trump y lo que los separa: Clinton empleó, por conveniencia, un servidor de correo electrónico privado durante su tiempo como la jefa de la diplomacia de la administración Obama. En 2015, el organismo de control interno de las agencias de inteligencia alertó al FBI sobre la presencia de potencialmente cientos de correos electrónicos que contenían información clasificada.
Los investigadores del FBI concluyeron que Clinton envió y recibió correos electrónicos que contenían información clasificada en un sistema no habilitado. De los aproximadamente 30.000 correos electrónicos entregados por los representantes de Hillary Clinton, dijo el FBI, se descubrió que 110 en 52 cadenas contenían información clasificada, incluidos algunos de alto nivel de confidencialidad.
Después de una investigación que duró cerca de un año, el FBI concluyó en julio de 2016 que Clinton no tenía la intención de infringir la ley.
¿Cómo manejó Donald Trump los papeles de Mar-a-Lago en West Palm Beach en Florida donde reside?
La acusación presentada por el fiscal especial del Departamento de Justicia Jack Smith alega que cuando Trump dejó la Casa Blanca después de que terminó su mandato en enero de 2021, se llevó cientos de documentos clasificados a Mar-a-Lago y luego obstaculizó repetidamente los esfuerzos del gobierno para recuperar los registros.
El material que Trump retuvo, dicen los fiscales, estaba relacionado con los programas nucleares estadounidenses, las armas y las capacidades de defensa de Estados Unidos y países aliados, así como sus vulnerabilidades ante un ataque. Información que, si podría poner en peligro la seguridad de las fuentes.
El Departamento de Justicia sostiene que Trump mostró material altamente confidencial a visitantes sin autorización de seguridad y, además, que participó en la obstrucción de la investigación del FBI, pues presuntamente pidió a un asistente personal que moviera cajas en su residencia de Mar-a-Lago para esconderlas de los agentes.
En total, la acusación incluye 37 cargos por delitos graves contra Trump, la mayoría bajo un estatuto de la Ley de Espionaje relacionado con la retención deliberada de información de defensa nacional.
Para Hillary Clinton, «correo electrónico» y «dolor de cabeza» deben haber sido sinónimos. Fueron en toda su campaña una pesadilla, especialmente por los servidores privados que ella utilizó en su tiempo como secretaria de Estado (bajo la Presidencia de Barack Obama).
Los casos relevantes de la Ley de Espionaje presentados por el Departamento de Justicia durante el siglo pasado, explicó Comey, involucraron factores como esfuerzos para obstruir la justicia, mal manejo deliberado de documentos clasificados e indicios de deslealtad a Estados Unidos. No hubo indicios de ninguno de esos elementos en el caso de Clinton.
Eso contrasta con las acusaciones contra Trump, quien según los fiscales estuvo involucrado en el empaque de las cajas que se llevó a Mar-a-Lago y luego tomó acciones para ocultar los documentos clasificados a los investigadores, insistiendo en negarse a devolverlos.
La acusación formal lo señala, por ejemplo, de sugerirle a un abogado que escondiera documentos requeridos por una citación del Departamento de Justicia o de declarar, falsamente, que todos los registros solicitados habían sido entregados, cuando en su casa aún había más de 100.
Los fiscales usan, en varias ocasiones, las propias palabras de Trump para evidenciar que el expresidente sabía lo que estaba haciendo y lo que la ley le permitía y no le permitía hacer.
Por otra parte, en lo que respecta al actual presidente Joe Biden (demócrata) quien fue vicepresidente durante el mandato de Barack Obama entre 2009 y 2017, la Casa Blanca reveló que un abogado del mandatario había localizado lo que dijo que era una “pequeña cantidad” de documentos clasificados de su época como vicepresidente durante una búsqueda en el espacio de oficinas del antiguo instituto de Biden en Washington. Los documentos fueron entregados al Departamento de Justicia.
Posteriormente, los abogados localizaron un lote adicional de documentos clasificados en la casa de Biden en Wilmington, Delaware, y el FBI encontró aún más durante un registro de la propiedad hecho con la autorización del presidente.
Las revelaciones fueron un revés para los esfuerzos de Biden por establecer un claro contraste entre su manejo de información confidencial y el de Trump. No obstante, al igual que con Hillary Clinton, hay diferencias significativas entre los dos casos.
Aunque el fiscal general Merrick Garland nombró en enero a un segundo fiscal especial para investigar los documentos de Biden, aún no se han presentado cargos y, al menos hasta ahora, no ha surgido evidencia que sugiera que alguien movió intencionalmente documentos clasificados o trató de impedir que el FBI los recuperara.
Si bien el FBI obtuvo una orden de registro en agosto pasado para recuperar documentos clasificados adicionales, cada una de las búsquedas de Biden se realizó con el consentimiento de su equipo.
Mientras tanto, el Departamento de Justicia notificó al ex vicepresidente de Trump, Mike Pence, a principios de este mes que no presentaría cargos tras el descubrimiento de documentos clasificados en su casa de Indiana. Ese caso tampoco involucró acusaciones de retención u obstrucción intencional. Pence figura también en el actual proceso electoral presidencial ya que estaría interesado en competir contra Trump en la nominación republicana del candidato presidencial para diciembre de 2023.
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