China y EE.UU. tomaron medidas «para acabar con la espiral negativa en las relaciones bilaterales tras dos días que duró la visita en Pekin del estadounidense secretario de Estado, Antony Blinken, en los cuales logró reunirse con el líder chino, Xi Jinping, punto que no estaba en la agenda original. Los opinólogos concluyen que las dos potencias podrían seguir teniendo problemas en el futuro cercano si no logran evitar que la rivalidad global de ambos opaque el acercamiento que se ha esperado de esta visita diplomática.
Con Blinken viajaron igualmente a China algunos de sus principales asesores que conversaron por su parte con altos funcionarios de política exterior china, ocasión en que acordaron entablar más conversaciones de alto nivel, continuando con el deshielo después de meses de contactos casi congelados. También prometieron encontrar puntos en común para aumentar los vuelos entre los dos países y combatir el flujo de fentanilo hacia EE.UU. Este último punto es tremendamente importante para EE UU porque con esta droga muere un número importante de estadounidenses que son consumidores.
El fentanilo es un opioide sintético que es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina. Es un importante factor contribuyente a las sobredosis mortales y no mortales en los EE. UU.
Hay dos tipos de fentanilo: el fentanilo farmacéutico y el fentanilo fabricado ilícitamente. Ambos se consideran opioides sintéticos. El fentanilo farmacéutico es recetado por los médicos para tratar el dolor intenso, especialmente después de una operación y en las etapas avanzadas del cáncer.
Sin embargo, los casos más recientes de sobredosis relacionadas con el fentanilo están vinculados al fentanilo fabricado ilícitamente, que se distribuye en mercados de drogas ilegales por su efecto similar al de la heroína. Con frecuencia se añade a otras drogas debido a su extrema potencia, lo que hace que éstas se vuelvan más baratas, más potentes, más adictivas y más peligrosas.
El máximo líder chino Xi Jinping, bendijo el incipiente impulso en los lazos, concediendo a Blinken una audiencia muy esperada el lunes e instando al diplomático estadounidense a “hacer contribuciones más positivas para estabilizar las relaciones entre Estados Unidos y China”.
Si bien, no se produjeron avances aparentes en la gama de temas polémicos que han hecho que los lazos se desplomen, el viaje efectivamente sirvió para restablecer la comunicación al más alto nivel.
Pese a todo, ambas partes también reconocen que persisten las diferencias, en particular por el apoyo militar de EEUU a la isla de Taiwán, que Pekín considera parte de su territorio, y que Washington escenifica con visitas de congresistas como fue el año pasado la de Nancy Pelosi (ex presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU) -LEER en Kradiario)-.
También EE UU quiere limitar el acceso de China a un mayor desarrollo de la industria de semiconductores porque podrían ser usados para el desarrollo de su industria militar. La OTAN que lidera EE UU siempre se ha mostrado reacia a vender a China sus tecnologías más avanzadas y la Administración de Joe Biden apretó su puño al máximo en 2022 al incluir toda la industria china de los semiconductores en la «lista de sanciones».
Otro asunto conflictivo es el apoyo de Xi a Putin en la guerra de Ucrania. Además, en las últimas semanas, militares chinos han protagonizado provocativos gestos con los estadounidenses desplegados en la región.
Es por eso que tienen sentido las palabras de Blinken desde Pekín: “No nos hacemos ilusiones sobre los desafíos de gestionar esta relación. Hay muchos asuntos en los que estamos profunda y hasta vehementemente en desacuerdo”.
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