Por Martín Poblete

En solemne ceremonia republicana, comenzó el período de trabajo de la segunda constituyente en menos de dos años.  Las formas y maneras fueron las esperables, hubo algunos discursos de particular buen sentido, abundaron los llamados al entendimiento.  Todo en abierto contraste con el fracasado experimento refundacional anterior, combinación de reiterados descriterios, fanatismo, ignorancia, imbecilidades surtidas, no hubo juguera capaz de licuar tan aberrante mezcla.

La voluntad ciudadana dejó la segunda constituyente en manos del Partido Republicano y, cabe darlo por asumido, de los partidos en la coalición Chile Vamos; es decir, en manos de la derecha.   Sin embargo, el asunto no es tan simple, las dos fuerzas mencionadas deberán conversar, buscar los puntos en común, sobre esa base ejercer su evidente poder en las discusiones así como en los acuerdos.   A corto andar se verá si son capaces de entenderse.   Otro fracaso dejaría vigente el Compendio Constitucional de 2005, promulgado en ceremonia republicana en el Palacio de La Moneda con la firma del Presidente Ricardo Lagos y la de todos sus ministros.

El Partido Republicano se juega parte importante de su futuro en esta constituyente, llegó sin ningún convencimiento, los ciudadanos lo pusieron en el primer lugar con largo más de un tercio de los consejeros elegidos, ahora tendrá que sacar adelante un proyecto del cual era muy crítico. 

Para bien o para mal, nuestro calendario electoral  fija elecciones municipales y de gobernadores el próximo año de 2024, después en el 2025 habrá elección de Presidente así como de diputados y senadores al Congreso; tener éxito en la constituyente dejaría al Partido Republicano muy bien posicionado, la vara es alta, deberá salir un texto constitucional aprobado por lo menos por un 60% , que pueda ser promulgado por el Presidente Boric.Como en tiempos medievales, esta segunda constituyente tiene dos grandes electores, José Antonio Kast y Gabriel Boric.

Lo hemos dicho antes pero no está demás reiterarlo.   Para conseguir un buen texto aceptable para la mayoría absoluta de los ciudadanos, los constituyentes deberán conseguir acuerdos en tres aspectos fundamentales.  El primero es actuar con sentido de la oportunidad, saber interpretar el momento político, proyectarlo al futuro; el segundo es la calidad y claridad en el diseño de la arquitectura institucional; el tercero, la coherencia interna entre el lenguaje escogido y la construcción lógica sobre la cual se sostiene.   En 1833, Diego Portales Palazuelos acertó en los tres; veremos cómo lo harán los constituyentes de 2023.