REFORMA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR: DEL MERCADO SALVAJE AL
MERCADO
REGULADO
Por Rafael Luis Gumucio Rivas
El Sistema de Educación chileno padece de un cáncer agresivo. Nadie pone en duda que se hace necesario una cirugía profunda, lo cual supone un cambio de paradigma desde el sistema de mercado, basado en el subsidio a la demanda, a una educación universal, laica y gratuita y, para lograr este objetivo hay que eliminar a los mercaderes de la educación, que han hecho de las universidades e institutos profesionales un nicho de negocios, prácticamente sin riesgos y de alta rentabilidad. Esta realidad explica por qué las universidades chilenas son tan atractivas para los fondos de inversión estadounidenses.
El 75% de la educación superior es
financiada por los padres de familia de los alumnos, pues el Estado sólo
financia el 25% - incluso, parte de este aporte va a las universidades privadas
por medio de becas y aportes indirectos que, generalmente, favorece a los alumnos
de mejor nivel económico -.
.
El drama de las becas y de los créditos
es que producen un endeudamiento que es insostenible para los alumnos recién
egresados, que luego pasan a ser un proletariado con título y, para agravar la
situación, los bancos son los protagonistas principales de la educación,
concebida como un nicho de negocios: por medio del CAE el Estado termina siendo
el aval de una muy buena teta para el enriquecimiento de estas instituciones
financieras – no en vano vivimos en una democracia bancaria -.
.
Una reforma profunda del sistema de
educación superior exige, al menos preguntarnos cuál es el elemento constitutivo
de universidad, cuáles son los servicios que debe prestar al país, cuáles son
las funciones básicas que estas instituciones tienen que cumplir en los campos
de la investigación, extensión y la docencia.
.
¿Podría definirse como universidades a
las llamadas docentes, que se conforman con
transmitir la ciencia ya adquirida, en una sala de clases con profesores
“taxis”, contratados por horas? ¿No debiera el Estado exigir que las
universidades cumplan el rol de crear saberes y fomentar la indagación? ¿No
debiera exigir gobiernos corporativos democráticos y participativos, en que
estuvieran representados, al menos, los tres estamentos fundamentales –
docentes, estudiantes y funcionarios? ¿Es compatible con la democracia el gobierno de una universidad que depende de
los socios mayoritarios y que actúan sobre la base de sus intereses corporativos?
.
El proyecto sobre reforma de la educación
superior presentado por el Gobierno ha tenido un marcado rechazo de todos los
sectores: cuesta encontrar una organización o personas individuales que lo
defiendan y lo apoyen, tanto de universidades públicas y privadas, como también
las federaciones de estudiantes de la mayoría de las universidades, de la
izquierda extraparlamentaria e, incluso, de miembros de la Nueva Mayoría y, por
lógica, la oposición de los partidos de derecha, en consecuencia, el gobierno
se encuentra entre la espada y la pared, en un verdadero sándwich, criticado
por la izquierda y por la derecha. Es el sino de un realismo con renuncia, de un
gobierno que no se atreve a llevar a cabo el desarrollo de su programa y que
cada día está más lejano de la sociedad civil y de los movimientos sociales. Es muy triste
constatar cómo el gobierno de la Presidenta Bachelet está perdiendo una gran oportunidad de concretar
una mística social que apoye un cambio paradigmático en la educación chilena.
.
La gratuidad es el núcleo fundamental del
programa educacional de este gobierno y nadie critica que su implementación se
haga escalonadamente en el tiempo, pero lo grave es constatar que con las
condiciones de desarrollo económico que propone, su universalidad se
postergaría hasta las calendas griegas. Era evidente que el cálculo de
recaudación de tres puntos PIB no alcanzaba para cumplir esta meta, incluso,
con un precio de tres dólares la libra del cobre. Muchos analistas y políticos tuvieron el valor de
develar el carácter de esta propuesta, al asegurar que era necesario recaudar,
al menos, 12 puntos del PIB para cumplir en el tiempo señalado la gratuidad
universal.
.
Por ejemplo, en 2013 el candidato a la Presidencia, Marco
Enríquez-Ominami, planteó recaudar esta cifra sobre la base de un impuesto
especial a la minería – intocada en el programa presidencial de Bachelet –
además de un tributo del 1% para aquellas inversiones financieras en bonos y acciones que superaran el millón de
dólares - estas propuestas del candidato aún son posibles de llevar a cabo para
lograr el objetivo de que la gratuidad la financie el mundo de los más ricos de
este país vía tributaria.(los ricos no son los jóvenes sino sus padres).
.
Por lo demás, si el Estado ha hecho un
esfuerzo armamentista concediendo el 10% de las ventas del cobre envuelto en el
escándalo del “Milico Gate” – bien pudiera hacerlo en una tarea nacional de
tanta envergadura, como la educación pública, laica gratuita, de calidad y
universal. Mientras no comprendamos que la educación no es un gasto, ni siquiera
una inversión, sino que la condición fundamental para construir un país
moderno, más justo y digno, y que no puede progresar un pueblo sin una
revolución educacional profunda.
.
Bien podría el gobierno haber decidido la
promoción del desarrollo de las universidades fiscales: es ridículo que el
Estado apenas aporte el 10% del presupuesto a estas universidades, dejando
estas instituciones de educación superior en manos del juego brutal del
mercado.
.
Por otro lado, si se hubiera seguido el
camino de hacer un aporte importante a
las universidades estatales regionales, denominadas “derivadas”, podría haberse
avanzado en la importante tarea en pro
de la regionalización. Está probado que el papel de las universidades es
fundamental para el desarrollo de un país que debe ser federal como lo soñara
José Miguel Infante el padre de la patria.
.
El gobierno, en el afán de dejar
contentos a todos los grupos corporativos, optó por el camino de desarrollar sólo
la regulación del mercado universitario, que ha funcionado en forma salvaje y
anárquica. Es en este plano de la institucionalización y los controles donde el
proyecto de reforma de la educación superior plantea sus principales
propuestas:
.
1-
Una Subsecretaría de Educación Superior
2-
Una Agencia de Control de calidad
3-
La exigencia de calificación por un período de
no menos de ocho años para que las universidades puedan funcionar, así como de recibir aportes del Estado.
4- Establecimiento de medidas de control del lucro – esta idea deja mucho que desear porque se ha logrado aprobar las penas corporales para quienes infrinjan la ley en este aspecto.
4- Establecimiento de medidas de control del lucro – esta idea deja mucho que desear porque se ha logrado aprobar las penas corporales para quienes infrinjan la ley en este aspecto.
5-
La Superintendencia de Educación
Estas propuestas si se quedaran sólo en
el plano burocrático tendrían poco efecto, pues como se ha dicho antes, si no
se pasa desde la educación de mercado a una educación liberadora y de derecho
social fundamental, de poco servirán estas medidas, que sólo se limitan a
regular el mercado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario