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lunes, 11 de julio de 2016


La opinión de un historiador

SIGUIENDO LA HISTORIA DE LA VIOLENCIA POLICIAL Y RACIAL EN ESTADOS UNIDOS
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Por Martín Poblete 


Dos incidentes recientes en Baton Rouge, Louisiana, y en St. Paul, Minnessota, en ambos casos con resultado de muerte de un hombre negro a consecuencia de acción policial, seguidos del ataque de un francotirador negro  asesinando a cinco policías blancos en Dallas, Texas,  han generado intensas reacciones de rechazo a tales excesos en todo el país y cuestionamientos acerca del estado de las relaciones inter-raciales en la sociedad americana.

En los 55 años transcurridos desde los tiempos de la lucha por los derechos civiles y el activismo social del Reverendo Martin Luther King,  se pueden anotar notables progresos en integración racial.   Afroamericanos de ambos sexos han llegado a los mas altos círculos del poder y el saber;  senadores, congresistas, alcaldes, concejales, todo el rango de funcionarios públicos desde ministros de Estado y diplomáticos a los estratos menores en las burocracias locales, todo el rango de oficialidad  en las Fuerzas Armadas desde generales y almirantes a soldados y marineros, igual en las policías federales, estatales y locales, lo mismo en el poder judicial desde la Corte Suprema a los Tribunales federales y locales.   Están en todo el espectro del aparato universitario, rectores, decanos de facultad, académicos, en la burocracia educacional de los estados y ciudades.  Arzobispos y obispos en la Iglesia Católica.   A nivel ejecutivo en los sectores bancario y financiero, con presencia de rango empresarial en el comercio y servicios.  Por cierto, el actual Presidente de los Estados Unidos.

Sin embargo, siguen habiendo lugares dónde no se los encuentra.   Afroamericanos son absolutamente minoritarios en las universidades  de elite, el circuito de las Ivy League,  rarezas en el ámbito de la investigación científica y tecnológica, escasa visibilidad en instituciones como la Metropolitan Opera House y el Museo Metropolitano en la Ciudad de Nueva York, por mencionar  un par de ejemplos particularmente notorios.   Es evidente el surgimiento de una clase media educada, y de una burguesía comercial y financiera, negras;  pero esto no ha sido suficiente, de hecho es un grupo bastante minoritario en el marco de los afroamericanos en todos sus variados pelajes.

En el contexto de las masivas migraciones de afroamericanos en sentido sur-norte desde fines de la década del 1950, un grupo considerable de gente llegó a radicarse en las ciudades mas importantes de los estados al norte de la llamada Línea Mason-Dixie; se ubicaron en vecindarios segregados distintos de los históricos en el estilo de Harlem en Nueva York,  a muy corto andar fueron emergiendo familias estructuralmente irregulares, altas tasas de nacimientos fuera de las relaciones matrimoniales, bajas tasas de retención escolar, bajos salarios en trabajos de mínima calificación.   Sucesivos gobiernos desde el de John Kennedy, trataron variados programas económicos y sociales buscando levantar el nivel de vida en las barriadas afroamericanas, sustentados por considerable inversión pública en infraestructura y viviendas con muy variados resultados incluso en una misma ciudad; un intento por evitar la segregación racial a nivel escolar, llevando a los estudiantes en buses de un vecindario a otro, debe darse por fracasado.   Fue creciendo un grupo de personas dejados a la vera del camino, las desigualdades agravadas por el auge de la Globalización.

Este grupo afroamericano de clase baja, escasa calificación educacional y laboral,  con niveles mínimos de ingresos, empezó a concentrar la atención de las policías y jueces, su alto índice de incidencia en los mas variados crímenes los transformó en el grupo racial mas numeroso en cárceles y penitenciarías.   Se fue desarrollando un peligroso patrón de conducta policial, enfatizando el control de afroamericanos  en las mas diversas circunstancias  -racial profiling- el perfil racial como factor determinante en el desarrollo de procedimientos policiales; esto último ha empezado a emplearse también a personas de notorio ancestro árabe.  

Durante el primer mandato del Alcalde Rudolph Giuliani  en la Ciudad de Nueva York, su Departamento de Policía fue el primero en armar a su personal con pistolas automáticas calibre 38, y 44 de cañón largo tipo magnum; en el segundo mandato del Alcalde Giuliani y en el primero del Alcalde Bloomberg, hubo incidentes terminando con la muerte de ciudadanos afroamericanos a manos de policías haciendo uso de sus armas automáticas. Esta situación empezó a repetirse en otras ciudades, en el caso mas reciente en St. Paul,   Philando Castile recibió cuatro balazos en el curso de una detención por luces de freno defectuosas. En tiempos del venerable "Mitigueso (Smith & Wesson)" calibre 38, por sus propias limitaciones, los policías eran cuidadosos y prudentes a la hora de usarlo.

Resulta difícil predecir el curso futuro de las actuales protestas en las principales ciudades americanas, el asunto ha ido mas allá de las movilizaciones articuladas por Black Lives Matter, y otras organizaciones mas tradicionales.   En un giro cruelmente irónico, el Departamento de Policía de Dallas había sido elogiado por su eficiente manejo de las relaciones inter-raciales, su Jefe es un oficial afroamericano.    

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