La opinión de un historiador
SIGUIENDO LA HISTORIA DE LA VIOLENCIA POLICIAL Y RACIAL EN ESTADOS UNIDOS
.
Por Martín Poblete
Dos
incidentes recientes en Baton Rouge, Louisiana, y en St. Paul, Minnessota, en
ambos casos con resultado de muerte de un hombre negro a consecuencia de acción
policial, seguidos del ataque de un francotirador negro asesinando a
cinco policías blancos en Dallas, Texas, han generado intensas reacciones
de rechazo a tales excesos en todo el país y cuestionamientos acerca del estado
de las relaciones inter-raciales en la sociedad americana.
En los 55
años transcurridos desde los tiempos de la lucha por los derechos civiles y el
activismo social del Reverendo Martin Luther King, se pueden anotar
notables progresos en integración racial. Afroamericanos de ambos
sexos han llegado a los mas altos círculos del poder y el saber; senadores,
congresistas, alcaldes, concejales, todo el rango de funcionarios públicos
desde ministros de Estado y diplomáticos a los estratos menores en las
burocracias locales, todo el rango de oficialidad en las Fuerzas
Armadas desde generales y almirantes a soldados y marineros, igual en las
policías federales, estatales y locales, lo mismo en el poder judicial desde la
Corte Suprema a los Tribunales federales y locales. Están en
todo el espectro del aparato universitario, rectores, decanos de facultad,
académicos, en la burocracia educacional de los estados y ciudades.
Arzobispos y obispos en la Iglesia Católica. A nivel ejecutivo en
los sectores bancario y financiero, con presencia de rango empresarial en el
comercio y servicios. Por cierto, el actual Presidente de los Estados
Unidos.
Sin
embargo, siguen habiendo lugares dónde no se los encuentra.
Afroamericanos son absolutamente minoritarios en las universidades de
elite, el circuito de las Ivy League, rarezas en el ámbito de la
investigación científica y tecnológica, escasa visibilidad en instituciones
como la Metropolitan Opera House y el Museo Metropolitano en la Ciudad de Nueva
York, por mencionar un par de ejemplos particularmente
notorios. Es evidente el surgimiento de una clase media educada, y
de una burguesía comercial y financiera, negras; pero esto no ha sido
suficiente, de hecho es un grupo bastante minoritario en el marco de los
afroamericanos en todos sus variados pelajes.
En el
contexto de las masivas migraciones de afroamericanos en sentido sur-norte desde
fines de la década del 1950, un grupo considerable de gente llegó a radicarse
en las ciudades mas importantes de los estados al norte de la llamada
Línea Mason-Dixie; se ubicaron en vecindarios segregados distintos de los
históricos en el estilo de Harlem en Nueva York, a muy corto andar fueron
emergiendo familias estructuralmente irregulares, altas tasas de nacimientos
fuera de las relaciones matrimoniales, bajas tasas de retención escolar, bajos
salarios en trabajos de mínima calificación. Sucesivos gobiernos
desde el de John Kennedy, trataron variados programas económicos y sociales
buscando levantar el nivel de vida en las barriadas
afroamericanas, sustentados por considerable inversión pública en
infraestructura y viviendas con muy variados resultados incluso en una misma
ciudad; un intento por evitar la segregación racial a nivel escolar, llevando a
los estudiantes en buses de un vecindario a otro, debe darse por
fracasado. Fue creciendo un grupo de personas dejados a la vera del
camino, las desigualdades agravadas por el auge de la Globalización.
Este
grupo afroamericano de clase baja, escasa calificación educacional y
laboral, con niveles mínimos de ingresos, empezó a concentrar la
atención de las policías y jueces, su alto índice de incidencia en los mas
variados crímenes los transformó en el grupo racial mas numeroso en cárceles y
penitenciarías. Se fue desarrollando un peligroso patrón de
conducta policial, enfatizando el control de afroamericanos en las mas
diversas circunstancias -racial profiling- el perfil racial como factor
determinante en el desarrollo de procedimientos policiales; esto último ha
empezado a emplearse también a personas de notorio ancestro
árabe.
Durante
el primer mandato del Alcalde Rudolph Giuliani en la Ciudad de Nueva
York, su Departamento de Policía fue el primero en armar a su
personal con pistolas automáticas calibre 38, y 44 de cañón largo tipo magnum;
en el segundo mandato del Alcalde Giuliani y en el primero del Alcalde
Bloomberg, hubo incidentes terminando con la muerte de ciudadanos
afroamericanos a manos de policías haciendo uso de sus armas automáticas. Esta
situación empezó a repetirse en otras ciudades, en el caso mas reciente en St.
Paul, Philando Castile recibió cuatro balazos en el curso de una
detención por luces de freno defectuosas. En tiempos del
venerable "Mitigueso (Smith & Wesson)" calibre 38, por sus
propias limitaciones, los policías eran cuidadosos y prudentes a la hora de
usarlo.
Resulta
difícil predecir el curso futuro de las actuales protestas en las principales
ciudades americanas, el asunto ha ido mas allá de las movilizaciones
articuladas por Black Lives Matter, y otras organizaciones mas
tradicionales. En un giro cruelmente irónico, el Departamento de
Policía de Dallas había sido elogiado por su eficiente manejo de las
relaciones inter-raciales, su Jefe es un oficial
afroamericano.
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