HABLA EL "MISTERIOSO" GUERRILLERO CHILENO
DE LAS FARC
Estudio publicidad y partió luego a la selva
colombiano desde Valparaíso donde vive su familia
En agosto de 2015, un medio colombiano informó que tres pasaportes a nombre de José Roberto Carrasco Pizarro habían sido encontrados en operativos del ejército contra el frente 21 de las FARC en el Tolima.
Citando fuentes
de organismos de seguridad se agregaba que el dueño de los pasaportes era
conocido como "el chileno", había ingresado 7 años antes y el
entonces máximo comandante de las FARC, Alfonso Cano -abatido en noviembre de
2011- le había delegado las funciones de manejo de masas, informática y
especialmente los cuidados médicos de los integrantes del comando central de la
agrupación guerrillera.
Hace poco, BBC
Mundo pudo hablar con José Roberto Carrasco Pizarro. Y tanto él como el ejército
desmintieron parte de la información divulgada en agosto de 2015.
"Primero me
pusieron Agustín pero me hacía acordar
a Augusto Pinochet y me lo cambié por Santiago, por la ciudad",
dice, con barba de un par de días, gorra negra y camisa negra. Estamos en un
lugar de las selvas del occidente de Colombia.
Luego nos
confirma que el nombre divulgado, José
Roberto Carrasco Pizarro, es el correcto. Sin embargo casi todo lo demás
lo desmienten tanto él como el ejército.
Santiago tiene 33 años y es del puerto
chileno de Valparaíso; estudió comunicación en Viña del Mar con el objetivo de
ser publicista, formación que completó en Barcelona.
Hoy reniega de
su oficio: "El publicista es una especie de abogado del Diablo porque
vende productos que no se necesitan".
El discurso
anticapitalista está bien asentado. Pero más allá de las palabras y las ideas,
¿qué llevó a un joven chileno de buena
posición a unirse a una guerrilla de origen campesino a miles de
kilómetros de su país natal?
"Siempre me
ha gustado viajar", dice; y agrega: "Me gustan las FARC porque siempre han estado al lado de los
pobres".
El chileno aparece con Clara, su compañera en la selva colombiana |
Su visión de la
guerrilla no es compartida por la mayoría de los colombianos, que la asocian
con violencia, extorsión, narcotráfico y desplazamiento forzado.
Tampoco por
Estados Unidos y la Unión Europea, que la consideran una organización
terrorista.
No conocía mucho
sobre las FARC cuando empezó su viaje, simplemente iba hacia el norte desde
Chile con la vaga idea de sumarse a
alguna guerrilla.
¿Pero qué hace
un chileno peleando una guerra ajena, una guerra colombiana?: "Las grandes
empresas no reconocen países, ¿por qué los revolucionarios no debemos unirnos
para defendernos? Para mí las fronteras
son en los mapas nomás. Ingresó a las FARC un par de meses antes del
inicio de las negociaciones formales de paz con el gobierno en noviembre de
2012, pero no le resultó fácil ganarse
la confianza de la insurgencia.
"Aquí la
gente es muy desconfiada. Compraba un periódico y si decía 'Combate en San
Antonio', me iba para allá", cuenta.
No los lograba
encontrar.
En una ocasión
se instaló en una finca por la que le dijeron que pasaba la guerrilla. Pero lo encontró el Ejército. Como
hasta entonces no había tenido contacto con las FARC y sabía que no había nada
de qué acusarlo les dijo: "Llévenme y yo los demando". No lo
llevaron, pero la guerrilla no apareció tampoco.
Luego pasó ocho meses en una vereda (la más
pequeña división geográfica rural de Colombia) del departamento del Tolima, en
el centro del país, esperando, tratando de generar un contacto.
Pero lo primero
que generó fue sospecha: dice que pensaban que era un infiltrado que quería
instalarse en las filas de la guerrilla. Pero finalmente logró entrar.
Asegura que es una organización militar, en la que el
orden y la pulcritud forman parte de los hábitos y la disciplina.
También descubrió la guerra; estuvo en dos
combates en los que le asignaron el rol de enfermero, para el que había sido
entrenado.
En otra ocasión,
de noche, el campamento en el que
estaba fue bombardeado.
Murieron tres
guerrilleros. Dos directamente se desintegraron, las bombas les cayeron encima.
El tercero -cuenta- murió en sus brazos,
"le colgaba la pierna de un hilito".
Él se salvó,
dice, porque armaba su caleta (lugar para dormir) siempre al lado de un árbol
grande y el tronco lo protegió.
Extranjeros en las FARC
Dice que le
gusta viajar, sin embargo siente la lejanía de su país: "Extraño todo de Chile: la familia, los
lugares. Crecí en una familia muy unida".
También niega que sea médico, aunque sí
recibió entrenamiento como enfermero en las FARC.
Tampoco, dice,
es cierto que había llegado a Colombia siete años antes.
Eso también lo
dice Ejército, que informó a BBC Mundo que la primera vez que supo de él fue en marzo de 2014, cuando un
desmovilizado de las FARC les contó que había conocido a un guerrillero
chileno, al que llamaban Chile o Agustín, quien portaba un fusil Galil.
Volvieron a
saber de Jorge Carrasco en agosto del mismo año de boca de otra desmovilizada.
La información
difundida en 2015 sostenía que manejaba contactos fuera Colombia para financiar
a las FARC. Algo que el chileno también niega: las sacó para viajes de placer y
de estudio, dice. No tenía la jerarquía como para ser recaudador internacional,
dijo el Ejército.
No conocía mucho
sobre las FARC cuando empezó su viaje, simplemente iba hacia el norte desde
Chile con la vaga idea de sumarse a
alguna guerrilla..
Ingresó a las
FARC un par de meses antes del inicio de las negociaciones formales de paz con
el gobierno en noviembre de 2012, pero no
le resultó fácil ganarse la confianza de la insurgencia.
El acento ya
está algo desdibujado, colombianizado. Su familia vive en Chile son sus padres
y sus dos hermanas. No fue una familia
particularmente de izquierda, dice, ni afectada por el gobierno de facto
de Augusto Pinochet.
Una de sus
hermanas, de hecho, forma parte de la Democracia Cristiana, un partido de
centro que hoy está asociado a la coalición que gobierna el país. Natalia
Carrasco es alcaldesa de la comuna chilena de El Quisco, unos 40 kilómetros al
sur de Valparaíso (arriba-derecha).
.
En Colombia Santiago no tiene familia, pero tiene a su
compañera, Clara, una guerrillera colombiana de 30 años..
Santiago no es el único extranjero en las filas de las
FARC. La más conocida es Tanja (izquierda) la mujer holandesa que hoy se encuentra
en La Habana con el equipo negociador de la guerrilla.
Días atrás Radio
France Internationale dio a conocer el caso de Nathalie Mistral, una
guerrillera francesa en las filas de las FARC.
Santiago dice
que conoció a un venezolano y que le han contado que hay un argentino.
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