CON EL ODIO HASTA ANORMAL CONTRA HILLARY
CLINTON Y LOS DEMÓCRATAS, DONALD TRUMP LO LOGRÓ: ES OFICIALMENTE EL
CANDIDATO REPUBLICANO A LA PRESIDENCIA DE EE UU
El extravagante millonario Ronald Trump
es el candidato oficial a Presidente del Partido Republicano tras ser elegido
con los votos de 1.725 delegados, es decir
488 apoyos más de los que necesitaba en la Convención partidaria..
“Siento un gran honor de ser el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos. Voy a trabajar duro y nunca te defraudaré! América primero!” con este tuit celebró Trump la nominación oficial.
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Por acabar con Hillary Clinton los republicanos de Estados Unidos son capaces de todo, incluso de apoyar a Donald Trump. El Grand Old Party (GOP) acaba de nominar oficialmente como candidato a la presidencia a este hombre de negocios y showman de la televisión que no tiene experiencia política y que ha conseguido su objetivo con una estrategia basada fundamentalmente en insultar a sus rivales y denigrar a los inmigrantes.
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Trump ha conseguido la nominación mediante un sistema de votación estado por estado cuyo resultado no pone en duda su rotunda victoria en las elecciones primarias, pero que reduce considerablemente la visibilidad del rechazo que genera todavía en las bases conservadoras, aunque buena parte de los críticos se han apuntado finalmente al caballo ganador. Incluso varios estados en los que Trump no ganó proclamaban los resultados presentando al nominado como “el próximo presidente de Estados Unidos”, una manera de pasar página de las diferencias y cerrar filas con el candidato electo.
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La resignación de los críticos se comprende porque lo que más odian en esta vida se llama Hillary Clinton. Podrá parecer que odiar es un verbo excesivo, pero no es nada exagerado si se compara con los ataques que han proferido durante dos días seguidos los oradores de la Convención contra la ex secretaria de Estado. Que la unidad republicana se base en la ira contra Clinton y no en el apoyo a Trump lo verbalizó paradójiamente el pastor evangélico que bendijo la Convención el lunes: “Recordad que nuestros enemigos no son los otros republicanos, nuestros enemigos son Hillary Clinton y el Partido Demócrata”.
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Los elogios a Donald Trump han competido en frecuencia con las injurias y calumnias dirigidos contra Hillary Clinton, siempre infinitamente más estridentes. Mentirosa, corrupta, criminal, mala madre... los republicanos no se conforman con ganarle las elecciones a la candidata demócrata, quieren meterla en la cárcel, como han planteado varios speakers y como rezan las camisetas, las pancartas, los vídeos y todo el material propagandístico que ha transformado esta semana el paisaje urbano de Cleveland, incluido un avión de publicidad que sobrevuela la ciudad con el eslogan Hillary for Prision 2016.
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Aunque no ha habido manera de procesar a Clinton por su papel cuando era secretaria de Estado ante el ataque de Bengasi (Libia) ni por el escándalo más complicado de los e-mails, los republicanos mantienen inalterable el tratamiento a la ex secretaria de Estado como una delincuente. Patricia Smith perdió a su hijo Sean en el ataque a Bengasi y vuelca su resentimiento sobre Clinton. Invitada a dirigirse a la Convención subió al atril y no precisamente para pedir el voto para Trump. Dijo: “Culpo Hillary Clinton personalmente por la muerte de mi hijo”, así que “toda esta campaña se reduce a una sola pregunta: Si Hillary Clinton no puede decirnos la verdad, ¿pPor qué deberíamos darle la presidencia?. Desde la platea gritaron algunos “¡Al cárcel, a la cárcel!” y Patricia Smith aceptó la idea. “Eso es –respondió– Hillary a la cárcel, merece estar entre rejas”. No hace falta decir que la ovación fue cerrada en medio del griterío.
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Donald Trump acuñó el concepto Crooked Hillary, (la turbia Hillary) para referirse sistemáticamente a su rival porque es consciente que los republicanos aprecian más de él su agresividad contra Clinton que sus propias ideas. Excepto la propuesta imposible de realizar de construir un muro a lo largo de la frontera con México y que se ha convertido en la iniciativa estelar, las otras ideas de Trump son cambiantes y en algunos casos demasiado pragmáticas para los conservadoras, por eso tuvo dificultades Trump en las primarias de los estados con mayor influencia del voto religioso.
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Esa y no una súbita conversión religiosa es la razón por la que ha buscado un compañero de fórmula tan conservador como Mike Pence, el gobernador de Indiana del que se conservan en las hemerotecas contundentes declaraciones contra el magnate de Nueva York. Todo apunta que será una cohabitación difícil porque el primer día en el solemne acto de presentación del compañero de fórmula, Trump se marcó un libelo contra Clinton no fuera su segundo a chupar más cámara que él.
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Con todo, la estrategia de Trump contra Clinton además de ayudarle a unificar el Partido Republicano es también lo que le aconsejan los estrategas a la vista de los sondeos. Es el talón de aquiles de Clinton que es vista como deshonesta, mentirosa y que no inspira confianza en el 67% de los estadounidenses. Ya dijo Paul Manafort, el jefe de campaña de Trump, que mientras el republicano genera rechazo por las cosas que dice, “Hillary genera rechazo por lo que es y eso no tiene remedio, no hay quien lo corrija”, como escribió La Vanguardia de Barcelona.
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Los sondeos señalan ahora mismo una situación de empate. Ayer se publicaron tres y en dos gana Trump por un punto y en el tercero gana Clinton también por un punto. Pero son sondeos de ámbito nacional que sólo sirven para ver la tendencia. Los pronosticadores que utilizan toda clase de estadísticas, sondeos locales combinados y precedentes históricos, calculan que Trump necesita para vencer que le vote el 70% de todos los blancos, lo que parece una hazaña imposible y que Clinton tiene entre el 70% y el 80% de posibilidades de ganar, pero sus posibilidades de perder son las mismas que las de fallar un tiro libre un jugador de la NBA.
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