Turquía suspendió hoy las relaciones políticas y militares con Francia en respuesta a la aprobación por el Parlamento francés de una ley que castiga con pena de cárcel la negación del que denominan "genocidio" armenio.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció la medida en una rueda de prensa, en la que definió como "injusta, racista, discriminatoria y hostil hacia Turquía" la ley francesa, aprobada también hoy, que prevé multar con 45.000 euros y un año de cárcel a quien niegue el carácter de genocidio al exterminio armenio ocurrido en 1915.
El genocidio armenio fue la deportación forzosa y masacre de un número indeterminado de civiles armenios, calculándose en cerca de entre un millón y medio y dos millones de personas durante el gobierno de los Jóvenes Turcos, en el Imperio Otomano, desde 1915 hasta 1917, durante la Primera Guerra Mundial.
El conocido también como holocausto armenio se caracterizó por su brutalidad en las masacres y la utilización de marchas forzadas con las deportaciones en condiciones extremas, que generalmente llevaba a la muerte a muchos de los deportados.
Igualmente, otros grupos étnicos también fueron masacrados por el Imperio Otomano durante este período, entre ellos los asirios y los griegos de Ponto. Algunos autores consideran que estos actos son parte de la misma política de exterminio.
La fecha del comienzo del genocidio se conmemora el 24 de abril de 1915, el mismo día en que las autoridades otomanas detuvieron a unos 250 intelectuales armenios que eran líderes de la comunidad de armenios en Estambul. Posteriormente los militares otomanos expulsaron a los armenios de sus hogares y les obligaron a marchar cientos de kilómetros -por el desierto de lo que hoy es Siria- privados de alimentos y agua. Las masacres no respetaron la edad o el sexo de las víctimas, y las violaciones y otros tipos de abusos sexuales eran frecuentes.
La fecha del comienzo del genocidio se conmemora el 24 de abril de 1915, el mismo día en que las autoridades otomanas detuvieron a unos 250 intelectuales armenios que eran líderes de la comunidad de armenios en Estambul. Posteriormente los militares otomanos expulsaron a los armenios de sus hogares y les obligaron a marchar cientos de kilómetros -por el desierto de lo que hoy es Siria- privados de alimentos y agua. Las masacres no respetaron la edad o el sexo de las víctimas, y las violaciones y otros tipos de abusos sexuales eran frecuentes.
Aunque la República de Turquía, sucesora del Imperio Otomano, no niega que las masacres de civiles armenios ocurrieran realmente, no admite que se tratase de un genocidio, arguyendo que las muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo dispuesto por el Estado otomano, sino que se debieron a las luchas interétnicas, las enfermedades y el hambre durante el confuso periodo de la Primera Guerra Mundial.
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