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En la vida diaria nos encontramos con diferentes tipos de personas, cada una con personalidades y formas de ser distintas. Con algunas congeniamos más que con otras. Con ciertas personas es difícil relacionarse y uno muchas veces no entiende la razón de esa dificultad. Nos cuesta entender la forma de ser de alguna gente, por lo que uno tiende a alejarse de ellas.
Las personas que nosotros describimos como “extrañas”, “distintas” y donde también ellas tienden a apartarse del resto, pueden ser personas que en muchos casos sufren de lo que se denomina la Fobia Social. ¿De qué se trata este trastorno? ¿Cómo enfrentar a las personas que padecen esta fobia? ¿Cómo ayudarlos?
La fobia social es un trastorno psicológico del espectro de los trastornos de la ansiedad que se presenta entre un 3 y un 13 % de la población. Como cualquier fobia, se centra en el miedo mayor o menor frente a varios tipos de situaciones, entre las que se destacan las siguentes:
• Hablar en público.
• Reuniones sociales en las que tendrá que relacionarse con otras personas.
• Encuentros inesperados con conocidos, familiares, amigos, etc.
• Hablar por teléfono.
Estas situaciones y otra serie de sucesos hacen que el que la padezca se sienta inseguro, incómodo y con sensaciones intensas y desagradables acerca de lo que pueden estar hablando de él, por lo que la persona se tiende a apartar por sí sola, para no sentir estas incomodidades.
Una característica importante en la fobia social, es una ansiedad característica, antes de que ocurran los hechos temidos, eso se denomina ansiedad anticipatoria. Las personas se empiezan a preocupar y a sentir temor ante una situación temida mucho antes de tener que afrontarla, esto provoca que cuando se afronta la situación esta se enfrenta mucho peor, debido al estado de nerviosismo, lo que provoca un aumento de la ansiedad anticipatoria para la próxima vez que se afronte la situación, creándose así un circulo vicioso que se auto alimenta.
La fobia social, se suele desarrollar en la juventud, después de la adolescencia. En los jóvenes, está el peligro que recurran al alcohol o las drogas para atenuar los síntomas de la fobia social y sentirse más desinhibidos en situaciones de encuentros sociales. Si hablamos en términos de estadísticas, un 39,6% de las personas con fobia social presentan abuso de sustancias y cuando se trata de personas jóvenes, hay un riesgo mucho más alto que caigan en adicciones, debido a su vulnerabilidad. Otra estadística revela la asociación que hay entre el alcoholismo y la fobia social, donde un 32% de personas que sufren de fobia social, presentan problemas de alcoholismo, es decir casi tres veces mayor que en la población general.
Las características de la fobia social puede tener graves consecuencias en muchos ámbitos de la vida de la persona que la padece, si no se logra controlar y manejar adecuadamente, como por ejemplo en la vida laboral, familiar, social y relacional.
Las personas que padecen fobia social, tienen que tratar de realizar un tratamiento lo antes posible, para que esta situación deje de perturbar la vida cotidiana de la persona. Hoy en día hay muchos tratamientos, muy efectivos que ayudan a mejorar esta fobia en las personas, la que puede en el mejor de los casos recuperarse completamente y volver a tener una vida plena y normal. El objetivo del tratamiento es ayudar a la persona a funcionar de forma efectiva y el éxito de la terapia depende de la severidad de la fobia.
Una terapia muy usada y efectiva, es por ejemplo, la terapia cognitivo conductual. En paralelo es muy efectivo realizar un tratamiento psicofarmacológico, que suele lograr respuestas donde la terapia cognitivo conductual sola no lo logra.
Con respecto a la terapia cognitivo conductual, la parte cognitiva consiste en entrenar al paciente, para detectar sus pensamientos y reemplazar o modificar aquellos que no resulten útiles para su mejor calidad de vida. La conductual consiste en la exposición controlada a aquellas situaciones que causan ansiedad. Con esto se consigue que la ansiedad causada por las distintas situaciones, vaya disminuyendo paulatinamente hasta llegar a un nivel controlado por el paciente.
El psicólogo enseña al paciente unas técnicas basadas en habilidades sociales para que este pueda controlar la ansiedad sin que lleguen a aparecer los síntomas fisiológicos, una vez conseguido esto a través de un proceso de meses de tratamiento, el paciente podrá enfrentarse a aquellas situaciones que antes creía no poder afrontar. La combinación de ambas terapias permite a la persona que sufre estos trastornos conocer y cambiar su estilo de pensamiento, lo que lleva a un cambio de comportamiento, para lograr así, una mejora significativa en la calidad de vida.
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