Por Isidre Ambrós (*)
Aun después de muerto, Kim Jong Il ha logrado que el mundo entero siga haciendo conjeturas a su alrededor. A medida que pasan los días surgen más interrogantes acerca del día y la hora de su fallecimiento, aunque todo hace pensar que murió el viernes en uno de sus domicilios.
Kim Jong Il |
El debate está en la calle, en los medios de comunicación y entre distintos estamentos del Gobierno de Corea del Sur. Nadie sabe a ciencia cierta ni el día ni la hora en que falleció el Amado Líder. Todas las sospechas coinciden, sin embargo, en que Kim Jong Il murió en unas circunstancias diferentes a las descritas por el régimen de Pyongyang. La cúpula norcoreana anunció el lunes que el dictador había muerto por la mañana, a las 8.30 h, el sábado 17 de diciembre mientras llevaba a cabo uno de sus rutinarios viajes a provincias para dar instrucciones y animar a la población.
Pero muy poca gente se lo cree. Entre otras cosas porque el dictador norcoreano era poco dado a madrugar. Se acostumbraba a despertar en torno al mediodía, según fuentes parlamentarias surcoreanas que cita el rotativo Chosun Ilbo. Un hábito que imposibilitaría que hubiera emprendido un viaje a primera hora de la mañana y que, por tanto, hubiera fallecido durante el trayecto.
Al parecer, Kim Jong Il habría sufrido un colapso el jueves 15 de diciembre, dos días antes de su teórica muerte, según informaciones recibidas por el Gobierno de Corea del Sur procedentes de Japón. El síncope debió ser importante en la medida en que los altos funcionarios del régimen norcoreano habrían convocado una reunión de emergencia, según publicaron ayer varios medios de comunicación surcoreanos.
El periódico Chosun Ilbo cuenta el extraño y nervioso comportamiento de los altos burócratas norcoreanos que detectó un funcionario japonés que asistía a un reunión sobre Asia-Pacífico en Pyongyang. Explicó que el número dos de la institución que organizaba el evento llegó 40 minutos tarde a la cena, angustiado, pidiendo disculpas y diciendo a los invitados que tenía que asistir a una reunión de emergencia.
A la mañana siguiente, el mismo funcionario acudió a despedirlos al aeropuerto. Según las mismas fuentes niponas, estaba malhumorado. Se enfureció al ver un árbol de Navidad en la entrada del aeropuerto y ordenó al personal que lo desmontaran. "Este no es un momento para luces", les dijo de mala manera, según el testigo japonés que cita el Chosun Ilbo.
Las mismas fuentes sugieren que "tal vez la razón por la que se enojó el viernes en el aeropuerto era que Kim Jong Il había muerto, aunque muy pocos lo sabían".
Las explicaciones encajan con la teoría que barajan los servicios de inteligencia surcoreanos. Estos sugieren que el Amado Líder no murió en la mañana del sábado a bordo de su tren, sino el viernes por la tarde, en torno a las 13.30 h, en una villa situada a unos 40 kilómetros de su residencia en Pyongyang. Al parecer, esta casa de verano cuenta con un amplio equipo médico y está conectada, a través de túneles subterráneos, a su residencia oficial en la capital norcoreana.
Y la cadena de televisión japonesa Asahi informó, a partir de sus fuentes, que el dictador murió en la citada villa en torno a la una de la tarde del sábado.
Sin precisar día y hora, el director de los servicios de espionaje de Corea del Sur, Won Sei Hoon, también sugirió ante el Parlamento que Kim murió antes de la mañana del sábado. Explicó que sus servicios habían seguido sus movimientos hasta el jueves 15 de diciembre y que luego le perdieron la pista hasta el anuncio de su fallecimiento. No obstante, señaló que había evidencias que sugerían que el Amado Líder había perecido antes del viaje.
Won argumentó como prueba principal, confirmada por fotografías de los satélites militares de Estados Unidos, que a la hora del teórico fallecimiento no había en movimiento ninguno de los tres trenes blindados que acostumbraba a utilizar el Amado Líder. Y el convoy en que se supone que habría viajado estaba detenido en una estación de ferrocarril de Pyongyang, cercana a uno de los domicilios de Kim Jong Il. Así pues, todo hace pensar que el dictador murió en la cama de su casa y el resto es propaganda del régimen.
(*) Corresponsal en Pekín del diario La Vanguardia de Barcelona
(*) Corresponsal en Pekín del diario La Vanguardia de Barcelona
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