La Iglesia Católica instó a los cubanos a aceptar a los nuevos empresarios particulares que están surgiendo en la isla para ir poniendo fin al igualitarismo. La revista católica mensual "Palabra Nueva", perteneciente a la Archidiócesis de La Habana, escribió que la aceptación del "cuentapropistas (pequeño empresario o nuevo ’rico’) debe ir permeando la sociedad cubana".
“Oponerse al rico puede tener su origen en una convicción ideológica errada o simplemente en la envidia", escribió el director de la publicación Orlando Márquez.
“El adjetivo rico ha adquirido en Cuba "una carga negativa inmerecida" y para algunos "es un pecado social terrible, algo repugnante que merece el castigo o la puesta en duda de la honradez de tal persona", afirmó .
El presidente Raúl Castro instó en diciembre a los militantes comunistas a un "cambio de mentalidad" para aceptar las nuevas formas de iniciativa privada.
En el fondo se trata de un plan destinado a que los ex empleados del Estado, exonerados como consecuencia de la bancarrota del aparato fiscal, busquen en el futuro sus propios medios para poder alimentarse, educarse y vivir. No seguirán siendo más cargas del Estado lo que significa el fin de la revolución cubana, cuya esencia era que una economía planificada resolviera todos los problemas económicos del pueblo de Cuba. Es una vuelta brutal al capitalismo que no existía desde el inicio de la revolución el 1 de enero de 1959.
"El surgimiento de nuevos ricos puede representar un desafío de orden ético o legal, pero la pobreza extendida no resulta menos desafiante o peligrosa para nuestra sociedad", escribió Márquez.
El autor sostiene que la aparición de pequeños capitales como consecuencia de la reciente aprobación de los negocios privados en la isla no debería ser objeto de rechazo, alarma o estigmatización por motivos ideológicos "o simplemente por envidia". Porque, a su juicio, ello podría conducir a una absurda defensa de la pobreza. Y también porque el castigo al que quiere prosperar y tiene éxito no evitaría en ningún caso el robo y la corrupción.
"Si los planes del Gobierno van en serio –sostiene Márquez- habrá que aceptar que el fin del igualitarismo significa el inicio de las diferencias en la legalidad". Los primeros momentos serán duros porque "el fin del Estado paternalista hará que algunos se sientan huérfanos y otros liberados.
Debemos prepararnos para una nueva realidad". Pero a la larga los cambios no tienen por qué resultar negativos, a su juicio: "La brecha de la diferencia podría disminuir, precisamente, socializando la riqueza mediante una política impositiva que fuerce a los más aventajados a contribuir con los menos aventajados".
Raúl Castro dialoga con la Iglesia |
En conclusión, Orlando Márquez considera que Cuba tendrá "necesidad de los ricos y de las riquezas que estos puedan crear para no volver a desfondar al Estado".
Ese sí que sería el comienzo del fin, pero tarde o temprano el régimen tendrá que abrirse al mundo y es mejor para el pueblo cubano q sea poco a poco y sin la intervención de presiones externas.
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