El triunfo de Piñera cambió profundamente la situación política del país. La derecha no sólo supo captar con éxito amplios sectores para su proyecto conservador mefistofélico, sino que a un año aparece consolidada con una estrategia transformista, basada en algunas acciones concretas y en muchos anuncios no cumplidos, que confunden a la opinión pública.
Es un éxito pragmático, que nos obliga a repensar la política con categorías distintas a las que durante veinte años predominaron, durante la interminable y lánguida transición democrática.
Si no lo hacemos, vamos a seguir cosechando nuevas derrotas en el futuro próximo.
La Concertación agoniza, y aunque sus dirigentes le insuflen oxigeno, es difícil que abandone la UTI. Es una muerte lenta que no da mucha pena, salvo a sus propios sepultureros.
Las causas del deceso es no haber entendido las aspiraciones de la mayoría de los chilenos y no tener hoy ninguna propuesta nueva. Chile es hoy diferente y no pueden seguir en la cancha los mismos jugadores, sino que se requiere cambiar todo el equipo.
La pregunta es siempre la misma, la de Lenin: ¿Qué hacer? ¿Qué hacer para ocupar el espacio político y aglutinar a los miles de jóvenes que no conocieron la dictadura, que hoy tienen una educación que sus padres jamás alcanzaron, que tienen aspiraciones diferentes, que son liberales en lo valórico, que no adhieren a partidos y más bien los detestan?
Jóvenes que tienen ideas claras y que no arrastran los miedos de los viejos políticos. Y sobre todo, jóvenes que tienen una alta preocupación por el medio ambiente.
Es un segmento social y electoral que entrega una amplia base para constituir una nueva fuerza social y política. Cuando se produzca la reforma al padrón electoral y salga la inscripción automática será una fuerza fundamental en el escenario político del país. Lo será más, si salen las reformas al sistema binominal.
¿Cuál es el eje central que puede agruparlos?. ¿Qué “Uhu” es capaz de aglutinar a estos jóvenes y convertirlos en una nueva fuerza política?. El común denominador que primero salta a la vista es un "medio ambientalismo" de amplio espectro, intergeneracional, capaz de reunir a todos los que se sientan identificados con esas ideas.
El medio ambientalismo, con Max Neef alcanzó un 5% en una presidencial y Marco llegó prácticamente al 20% en una primera vuelta.
La protección ambiental es la preocupación central de los jóvenes. No es un tema más, como lo han planteado hasta ahora todos los partidos políticos, y todos los candidatos a presidentes y todos los presidentes que hemos tenido. Para ellos es el tema.
Transformar esta preocupación en una plataforma clara es la tarea. Una plataforma que conlleve, entre otros elementos, una reforma tributaria verde, una preocupación por la equidad social, el impulso decidido a las energías renovables no convencionales, un no rotundo a la energía atómica y a las grandes centrales hidroeléctricas, el respeto y reconocimiento de los pueblos originarios.
Es decir, un modelo viable de desarrollo sustentable para el país, basado en las capacidades económicas que han surgido en los últimos años.
La única estrategia que puede servir para aglutinar estas fuerzas es desde abajo. Nadie más quiere escuchar las negociaciones de las elites. Aquí no importa lo que dicen los profesionales de la política.
Una agrupación libre y diversa, donde nadie quiera homogeneizar opiniones e intereses que necesariamente deben ser diversos. Es decir la antítesis a la acción tradicional de la Concertación.
Para el éxito de este proyecto se necesita un grupo humano que sepa gestionar la diversidad, moderar y gerenciar los distintos intereses temáticos y efectuar alianzas en el marco de una federación de las fuerzas progresistas.
Si no hay capacidad de administrar esta fuerza creciente, que surge desde la sociedad, lo más probable es que la capitalice “la nueva derecha” y ya hay signos preocupantes de esos intentos.
Este es el nuevo espacio social y electoral que está en disputa en Chile.
Sólo se ganará, si entendemos que es el momento de los sueños, de la diversidad y de las nuevas propuestas.
La derrota es más profunda de lo que suponemos, porque se perdió con las reglas de la democracia, la supremacía moral que tenemos frente a los que hemos señalado por décadas como herederos de las violaciones a los derechos humanos.
Paradojalmente, también nos liberamos de gran parte de los fantasmas del pasado y ya no seguimos rehenes de las condicionantes de la vieja Concertación incapaz de reencantar a los electores.
Una nueva fuerza, acorde con el Chile actual, permitirá recuperar la supremacía ética ante los depredadores del medio ambiente, dinamizar las alianzas, volver a plantear un programa de desarrollo sustentable y alcanzar el poder en un plazo prudente. Esta fuerza emergente navega a favor del viento, con una temática que tiende crecientemente y con razón, a ocupar las preocupaciones de la gente.
Bueno el artículo, porque muestra un camino para ir construyendo un nuevo movimiento, donde la sustentabilidad es el centro.
ResponderBorrarHay que articular un grupo humano para emprenderla.
David S.