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viernes, 4 de febrero de 2011

Página Editorial Latinoamericana: El problema económico de Egipto

Diario La Tercera de Chile
El lastre económico de Egipto

A pesar del crecimiento del PIB y de su equitativa distribución, el desempleo, el porcentaje de pobres y la inflación son muy altos.

Por Rolf Lüders

Entre las causas de la actual revuelta egipcia destacan las económicas. Colaboré con un think tank egipcio y conozco de primera mano su economía. Es indudable el progreso económico que ha tenido el país en las últimas décadas, por lo que a primera vista la revuelta parece sorprendente. Sin embargo, no lo es del todo si se considera la evolución del conjunto de variables pertinentes.

Egipto tiene 80 millones de habitantes que viven en el fértil valle del Nilo. Sólo un 3,4% de la población habita en su amplio territorio desértico. El 32% de los egipcios vive de la agricultura y el resto de la industria (17%) y de los servicios. La productividad media es baja -el PIB per cápita apenas supera los US$ 2.000, comparado con los casi US$ 10.000 de Chile- y es especialmente baja en la agricultura (ésta genera sólo el 13% del producto interno), pero relativamente elevada en el sector industrial (que genera el 37% del PIB).

Egipto -cuya economía no es mucho más grande que la chilena- sólo exporta US$ 25 mil millones, menos de la mitad que nuestro país, e importa US$ 45 mil millones. El déficit comercial y parte del servicio de la moderada deuda externa, la financia con US$ 2 mil millones de ayuda externa, US$ 9.500 millones de remesas de emigrantes egipcios en otros lugares del mundo, US$ 5 mil millones provenientes de las tarifas del canal de Suez, y US$ 7 mil millones de inversión directa extranjera.

El progreso económico social de Egipto no ha sido despreciable. En 2009 -año de la gran recesión financiera global- el PIB egipcio creció en un 4,7%. Entre 2005 y 2009 el PIB per cápita aumentó en un 73%, comparado con un 60% en Chile. El Indice de Desarrollo Humano de Egipto aumentó entre 1975 y 2005 en un 63%, mientras que el de Chile sólo lo hizo en un 22%. No obstante, su PIB per cápita sigue siendo bajo y el mencionado índice recién ahora alcanza los niveles que Chile tuvo en 1975.

A pesar del buen crecimiento del PIB y de su equitativa distribución, (1) la tasa de desempleo se mantiene muy elevada, bordeando el 10% de la fuerza de trabajo, y llega al 50% entre los jóvenes, explicándose ambos indicadores en parte por el nivel de la tasa de crecimiento de la población; (2) el porcentaje de pobres es alto, estimándose entre un 20% y un 43% de la población; y (3) el fuerte repunte de la inflación -que aumentó de 3,5% anual entre 2001 y 2004 a casi un 15% entre 2009 y 2010- redujo bruscamente los ingresos reales de los asalariados egipcios.

Las mencionadas condiciones contribuyeron a que los jóvenes, especialmente, se sintieran frustrados y a que -dado el régimen autoritario y gerontocrático de Hosni Mubarak- se plegaran a la actual revuelta, probablemente incentivados por lo sucedido recientemente en Túnez. Quizá una mayor tasa de crecimiento económico -como la que hoy tiene China- podría haber evitado la revuelta. Tal crecimiento no se dio, entre otros motivos, porque la ciudadanía -incluyendo sus líderes- aún no han modernizado la burocracia, que es increíblemente ineficiente, y no han dejado de lado ni su tendencia al proteccionismo ni su preferencia por el Estado de bienestar, todos legados del período socialista de los años 1950 y 1960

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