El euro tiene otra vez al mundo colgando de un hilo. La moneda europea vive su segunda prueba de fuego en menos de seis meses. Ahora es con Irlanda que se está hundiendo por la crisis financiera que todavía está latente y que afecta a los principales mercados, tanto del viejo como del nuevo mundo.
Después de la debacle sufrida el pasado mayo por los problemas fiscales de Grecia, la zona euro se enfrenta a una segunda tormenta. Los 16 ministros de Economía de la zona euro han dedicado su reunión de esta noche en Bruselas a tratar de convencer a las autoridades irlandesas de que soliciten una ayuda a la UE para remendar sus bancos y calmar a los mercados. La gravedad de la situación ha sido expresada sin ambages por el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, quien ha asegurado que "estamos en una crisis de supervivencia" de la zona euro.
Herman van Rompuy |
Los ministros de Finanzas de la Unión Europea han intensificado así las presiones sobre Irlanda para que acepte un plan de rescate de 100.000 millones de euros que salve a sus bancos de la quiebra ante la falta de liquidez que les ahoga y que devuelva la estabilidad a los mercados. Una jornada de incertidumbre ante la negativa de Dublín a pedir abiertamente ayuda al fondo de rescate europeo.
Olli Rehn, comisario de asuntos económicos y monetarios de la Unión, ha anunciado que ya está en marcha "la preparación de un programa potencial" de ayuda que será puesto en marcha si es necesario", ha declarado tras la reunión de los ministros del Eurogrupo.
Misión técnica a Irlanda
La Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) preparan el envío de una misión técnica a Irlanda para intensificar los trabajos preparatorios de un eventual rescate del país, en el caso de que Dublín se decida a solicitar la ayuda de sus socios.
"El Gobierno irlandés se ha comprometido a entablar unas discusiones cortas y concretas con la Comisión Europea, el BCE y el FMI para determinar la mejor manera de proveer cualquier apoyo necesario para afrontar los riesgos del mercado, especialmente en lo referente al sector bancario", dice un texto acordado este martes por los ministros de Finanzas de la zona euro.
El documento reconoce las medidas adoptadas por Irlanda para garantizar la estabilidad de su sector bancario, mediante garantías, recapitalizaciones y separación de los activos, pero añade que "las condiciones de mercado no se han normalizado y que se mantienen las presiones, aumentando las preocupaciones que señalan que podrían ser necesarias más reformas y medidas de estabilización".
Para tranquilizar los ánimos tanto Herman van Rompuy como Olli Rehn, el comisario de Asuntos Económicos, han afirmado, en la rueda de prensa posterior a la reunión, que la UE está determinada a poner en práctica cualquier ayuda en el momento en que Irlanda lo solicite.
Olly Rehn |
Cada crisis financiera tiene su particular narrativa política. En la de Grecia, Alemania, más pendiente de sus elecciones regionales, dejó agravar la situación y la petición de ayuda que venía solicitando el Gobierno del socialista Yorgos Papandreu desde febrero no encontró una respuesta positiva hasta tres meses después. El retraso provocó serios problemas al euro y varios países, como Portugal y España, se vieron seriamente afectados. En el caso de Irlanda, se da la paradoja de que el enfermo, más pendiente de sus próximas elecciones, se resiste a pedir ayuda para no dar armas a la oposición.
Sin embargo, Irlanda tiene un sistema bancario que se cae a pedazos y que sólo se sostiene por la inyección del Banco Central Europeo. Dublín también se resiste a solicitar financiación a la UE porque ello implica el aterrizaje en su país de los vigilantes de la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que examinarán todas sus cuentas y actividades.
Aunque el ministro de Finanzas de Irlanda, Brian Lenihan, ha seguido insistiendo en que su país no precisa financiación hasta mediados del año que viene, el primer ministro, Brian Cowen, admitía en el Parlamento que Dublín estaba buscando una solución "creíble y eficiente". Cowen reconoció que "dadas las actuales condiciones del mercado ha habido contactos a nivel oficial con nuestros socios internacionales", aunque insistió en que eran "inexactas" las informaciones que indican que Irlanda había pedido ayuda. A pesar de las cautelas fue todo un primer paso.
El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, ha sido más explícito al reconocer que "la Comisión Europea trabaja con el BCE y el FMI y por supuesto las autoridades irlandesas están concentradas para resolver los graves problemas del sector bancario irlandés". Un sector bancario que se hinchó al galope de operaciones especulativas desaforadas hasta alcanzar un tamaño cinco veces la economía del país y que ha precisado ayudas públicas por valor de 286.000 millones de euros, equivalentes al 170% del PIB de Irlanda.
Fuentes comunitarias han indicado que Irlanda podría recibir unos 100.000 millones (la mitad de los cuales se canalizarían hacia los bancos), de la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera constituida tras la crisis griega y que puede disponer de 440.000 millones de euros. El sector privado está por ahora a salvo de los sacrificios, ya que en Rompuy ha aclarado que los mecanismos actuales de rescate están vigentes hasta 2013, y no contemplan que las entidades financieras carguen con el coste.
El caso de Portugal
Portugal, también en riesgo financiero, se ha empeñado en dejar en claro que no es Irlanda y, por lo tanto, no necesita ayuda exterior. Este es el mensaje que el ministro luso de Finanzas, Fernando Teixeira dos Santos, transmitió en Bruselas para intentar calmar el revuelo provocado por las declaraciones en las que admitió que Portugal corre un alto riego de verse obligado a recurrir al fondo de rescate europeo. Previamente, el Gabinete del primer ministro, José Sócrates, había señalado que las palabras de su ministro, recogidas por Financial Times, habían sido mal interpretadas.
"Estamos en condiciones de seguir acudiendo a los mercados en las condiciones actuales", dijo Teixeira dos Santos a la entrada de la reunión del eurogrupo, y subrayó que si Irlanda pide ayuda, Portugal tiene que mostrar "mayor firmeza y determinación". Teixeira dos Santos insistía que Portugal mantiene firme el objetivo de reducir el déficit público del 7,3% del PIB para final de año, para bajar al 4,6% cuando concluya 2011. A tal fin, el Gobierno socialista ha presentado unos presupuestos con un recorte drástico del gasto, que afecta a los salarios de funcionarios y a las pensiones, y contempla un aumento del IVA.
El caso de Grecia
El texto acordado por el Eurogrupo en el caso de Grecia "enfatiza en particular la necesidad de profundizar la reducción del gasto (en el presupuesto de 2011), así como la aceleración y profundización de las reformas estructurales, en particular en el área fiscal, del mercado de trabajo, clima empresarial, sanidad y eficiencia de la administración pública".
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