CHILE-OPINIÓN DEL EDITOR-KRADIARIO
Por Walter Krohne
La pérdida de credibilidad es una tragedia que como si fuera una epidemia se expande y a su paso contamina todos los rincones de una sociedad. Los actores, organizaciones, las instituciones estatales y los países se van envenenando con una fuerza y rapidez imparables apenas se gatilla el o una serie de hechos capaces de provocar una destrucción sin marcha atrás de esta condición humana, llegando al punto que nadie cree en nadie ni en nada.
LA ENCRUCIJADA DE LA PRESIDENTA MICHELLE BACHELET
Por Walter Krohne
La pérdida de credibilidad es una tragedia que como si fuera una epidemia se expande y a su paso contamina todos los rincones de una sociedad. Los actores, organizaciones, las instituciones estatales y los países se van envenenando con una fuerza y rapidez imparables apenas se gatilla el o una serie de hechos capaces de provocar una destrucción sin marcha atrás de esta condición humana, llegando al punto que nadie cree en nadie ni en nada.
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Es lo que está ocurriendo en Chile desde que Michelle Bachelet
ganó las elecciones, con la menor cantidad de votos desde 1989 (3.468.075),
pese al porcentaje obtenido de 62,16%, el más alto desde la vuelta a la
democracia, lo que está vinculado con la reforma del sistema de votación que reemplazó el voto obligatorio por el de voluntario. Chile, ahora, es el país que presenta la mayor
abstención electoral del mundo Según un estudio de Infobae publicado por La Tercera, "el
58% del padrón electoral decidió abstenerse en los comicios realizados en
noviembre de 2013, en los que triunfó Michelle Bachelet".
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Así y todo la candidata de Nueva Mayoría ingresó triunfante
por segunda vez a La Moneda. Todo era felicidad y mucho futuro. El pueblo
rodeaba el Palacio para festejar junto a sus dirigentes y a quien consideraban
a su líder, que representaba la llegada
del sentir ciudadano y popular a La Moneda. Sin embargo, la Mandataria volvía desgastada y sin
buenas “calificaciones” por las fallas cometidas en su primer gobierno, especialmente con el transantiago y el manejo del desastre causado
por el tsunami del 27 de febrero de 2010, que costó la vida a 156 personas y
otras 25 siguen como desaparecidas.
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Su segundo mandato no ha sido mejor. Tras surgir las primeras divergencias dentro de la coalición de Nueva Mayoría, como también por fuera, las promesas de campaña pasaron a ser aún más prioritarias que al comienzo, hasta el punto que había que cumplirlas "si o si" y no había vuelta
atrás: una reforma tributaria era esencial para financiar la gratuidad de la también reforma educacional (segundo pilar de las promesas electorales); como también una nueva Constitución.
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Algunos partidos y dirigentes políticos pretendían que el nuevo gobierno buscara "un borrón y cuenta nueva” y surgía así el concepto de la "retroexcavadora", cuyo autor es el senador y presidente del PPD Jaime Quintana, que le ha causado un enorme daño a la actual administración, porque en otras palabras se trataba de cambiar de raíz ciertas políticas de gobiernos anteriores, algunas positivas, desconociendo, aparte de las críticas, veinte años de progreso y desarrollo logrados en cuatro gobiernos de la centroizquierda y uno de la centroderecha. La crisis se ha profundizado de tal manera en Chile que ayer el académico José Joaquín Brunner comentaba en CNN el panorama analítico nacional en el cual ya se habla de salidas extremas como, por ejemplo, la renuncia de la Presidencia y/o el nombramiento de un gabinete de unidad nacional con participación de todas las fuerzas políticas de izquierda y derecha.
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Algunos partidos y dirigentes políticos pretendían que el nuevo gobierno buscara "un borrón y cuenta nueva” y surgía así el concepto de la "retroexcavadora", cuyo autor es el senador y presidente del PPD Jaime Quintana, que le ha causado un enorme daño a la actual administración, porque en otras palabras se trataba de cambiar de raíz ciertas políticas de gobiernos anteriores, algunas positivas, desconociendo, aparte de las críticas, veinte años de progreso y desarrollo logrados en cuatro gobiernos de la centroizquierda y uno de la centroderecha. La crisis se ha profundizado de tal manera en Chile que ayer el académico José Joaquín Brunner comentaba en CNN el panorama analítico nacional en el cual ya se habla de salidas extremas como, por ejemplo, la renuncia de la Presidencia y/o el nombramiento de un gabinete de unidad nacional con participación de todas las fuerzas políticas de izquierda y derecha.
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Esta situación y la relación con los partidos políticos
hizo recordar el tiempo en que Bachelet y su equipo decían que iba a encabezar un gobierno al
margen de los partidos, escuchando cuidadosamente las demandas que
hacía la gente en la calle y en las redes sociales. En la práctica, el resultado cercano a los partidos no ha sido
bueno. Su Gobierno logró sacar una reforma tributaria a medias, con la cual la clase media
resultó perjudicada porque a la larga pagará más impuestos que antes. Los más ricos siguen felices como siempre y
los pobres asegurados con bonos y otras ayudas especiales otorgadas por el Estado tratan de reducir sus carencias como ha sido siempre, lo que no significa que bajo Bachelet se va a lograr un mejoramiento en la cuestión de la desigualdad social, su gran objetivo.
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La reforma educacional y la gratuidad total y absoluta ya
casi no tienen sentido porque la mal hecha reforma tributaria no va a proporcionar
los fondos que se necesitan para ellas, y la que al principio iba a ser gratuidad total en la educación pública y superior, solo alcanzaría para un sesenta por ciento de los estudiantes más vulnerables, aparte del hecho que la reforma educacional se ha hecho de
atrás para adelante porque en el objetivo clave de mejorar substancialmente la enseñanza pública se ha hecho muy poco o nada en 16 meses
de Gobierno.
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Por último, también está en el aire la "oferta estrella" del paquete de Bachelet, como es la prometida nueva Constitución, porque si bien el
pueblo elector pide mayoritariamente que se haga a través de una Asamblea
Constitucional, al parecer el Gobierno se inclina por el Congreso Nacional y
los actuales diputados y senadores, labor que terminaría en un conjunto de nuevas reformas y
ajustes que no alcanzarían para el logro de una nueva Carta Fundamental como se ha dicho (ver artículo del autor en KRADIARIO en la edición Nº 944 del 29 de mayo
de 2015). En otras palabras sería una
reforma que podríamos titular como "Presidente Lagos-2" y realizada por parlamentarios entre los cuales hay varios, por no decir muchos, que tienen antecedentes de estar involucrados en actos de corrupción o tributarios y que no cuentan con la credibilidad necesaria de la ciudadanía.
Es cierto que Bachelet ha tenido que enfrentar catástrofes naturales
graves que le han obligado a cambiar sus prioridades y sus planes para poder seguir empujando "la carreta". Igualmente es cierto que se ha visto frente a una ola de corrupción política e irregularidades graves que
transversalmente afecta a todos los partidos e ideologías, salpicándole también a ella misma en su propio despacho de La Moneda. Es lo que puede definirse como la segunda catástrofe nacional de su segunda administración que ha incluido la "compra" de parlamentarios con dineros de poderosos sectores económicos para verse protegidos en las votaciones del Congreso en temas para ellos económicamente sensibles.
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El caso Caval fue la gota que rebalsó el vaso del conflicto, porque su familia -su nuera y su hijo- estaba involucrada en negocios con ganancias desmedidas y ayudada por un banco de la plaza, cuyos dueños también habrían aportado fondos para su campaña presidencial. Esta situación la dejaron al borde de un colapso total. Su hijo, que ocupaba el cargo de director sociocultural de la Presidencia tuvo que salir de La Moneda en forma poco decorosa y en medio de fuertes críticas. Esta situación, aparte de la caída en las encuestas que la ha llevado a una aprobación ciudadana de sólo entre 29 y 26 por ciento y un rechazo de entre un 62 y un 66%, le significó perder todo su capital político, credibilidad y nivel de confianza, especialmente porque el caso Caval no ha sido nunca tratado o explicado correctamente frente a la opinión pública. Al estallar este escándalo, la Presidenta fue aconsejada a no interrumpir sus vacaciones (estaba en su casa de veraneo en el lago Caburgua en febrero) y a no aparecerse por La Moneda, lo que fue una decisión fatal desde todo punto de vista comunicacional y especialmente en un momento de severa crisis.
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El caso Caval fue la gota que rebalsó el vaso del conflicto, porque su familia -su nuera y su hijo- estaba involucrada en negocios con ganancias desmedidas y ayudada por un banco de la plaza, cuyos dueños también habrían aportado fondos para su campaña presidencial. Esta situación la dejaron al borde de un colapso total. Su hijo, que ocupaba el cargo de director sociocultural de la Presidencia tuvo que salir de La Moneda en forma poco decorosa y en medio de fuertes críticas. Esta situación, aparte de la caída en las encuestas que la ha llevado a una aprobación ciudadana de sólo entre 29 y 26 por ciento y un rechazo de entre un 62 y un 66%, le significó perder todo su capital político, credibilidad y nivel de confianza, especialmente porque el caso Caval no ha sido nunca tratado o explicado correctamente frente a la opinión pública. Al estallar este escándalo, la Presidenta fue aconsejada a no interrumpir sus vacaciones (estaba en su casa de veraneo en el lago Caburgua en febrero) y a no aparecerse por La Moneda, lo que fue una decisión fatal desde todo punto de vista comunicacional y especialmente en un momento de severa crisis.
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Este y otros incidentes aceleraron un cambio de gabinete
que no ha servido de mucho, porque los errores comunicacionales se han seguido cometiendo igual o peor. Sus últimas intervenciones públicas han sido pobres en contenido y no ha dado una respuesta clara a las necesidades de la gente. La salud sigue cara y mala, los alimentos con precios por las nubes, el transporte público sigue sin funcionar correctamente, los sueldos son bajos y no alcanzan para costear los gastos de una familia, la educación sigue teniendo aranceles elevadísimos, los tacos vehiculares son casi insoportables por falta de vías nuevas, los impuestos están al alza y las jubilaciones por los suelos. El costo de vida, la criminalidad y los conflictos no son herramientas para poder vivir feliz en Chile.
Pero lo más grave es que la gente no le cree a la Presidenta porque se ha dado cuenta o sospecha que en el escándalo de corrupción política por evasión tributaria y boletas falsas no se está diciendo toda la verdad. Aparece respondiendo con evasivas cuando se le pregunta sobre el financiamiento electoral de su campaña. Dice que no sabe, que no le dijeron de donde salía el dinero para financiar una supuesta precampaña presidencial, o quien o quienes fueron los financistas o si ella recibió o no financiamiento de los grandes grupos económicos.
Chile pasa por una grave crisis de credibilidad y confianza que solamente puede mejorarse si se habla con la verdad y todos los implicados cuenten con gran transparencia lo que hicieron o no hicieron en sus campañas electorales. Lo que hay hasta ahora es un permanente goteo informativo que se origina principalmente en filtraciones periodísticas. Así se podría intentar superar esta crisis, porque de lo contrario ésta seguirá agudizándose y acompañará a la Presidenta hasta el último día de su segundo mandato, lo que le impedirá gobernar como ella hubiese querido y quizá los comentarios sobre su renuncia, como ocurrió en el caso del Presidente Richard Nixon en EE UU por el caso Watergate en 1994, se hagan realidad en Chile.
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