OPINIÓN-SOCIÓLOGO LATORRE-KRADIARIO
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Los dirigentes de la
UDI no cejan, por estos días, en defender lo indefendible, en tomar las causas
más exóticas por normales, en hacer uso de un solo ojo y de mirar la paja en el
ojo ajeno.
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Sus rostros, forjados en la lógica abstracta y concreta de “El
único y su propiedad”, único que se devora
todo el entorno, atrayéndolo hacia sí, como un “agujero negro”; no experimenta ninguna
constricción ni alteración visible, incluso cuando sus decires argumentales
trasluzcan una risible y panfletaria distorsión de la realidad, aun cuando la
lógica más elemental sufra la agresión demoledora de una contradicción total.
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Defienden a Novoa como si pudiera imaginárselo uno, alguna
vez, en calidad de víctima y no de victimario; don Hernán Larraín hilvana frases conciliatorias,
como si fuera un Monseñor.
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Hasbún y compañía,
defienden a Carabineros como si alguien los atacara, como si todos estuvieran
empeñados en enlodarlos, como si la
víctima no fuese un estudiante casi
acribillado por un chorro de agua lanzado con instinto criminal por un
carabinero; como si, por ser una institución armada, no se le pueda fiscalizar;
como si carabineros nunca haya errado en
su vida, como si esos hombres, por vestirse de verde, fuesen infalibles.
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Como si las autoridades que usan poder exclusivo, de alto
potencial agresivo, no debieran ser vigilados permanentemente y desde muy cerca
por toda la sociedad. Frescos están los asesinatos, abusos y tropelías
cometidos por la institución de carabineros durante la dictadura y después
también.
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La verdad es que esa pobre gente de la UDI ha perdido el
norte desde hace tiempo- si es que
alguna vez lo tuvieron-. Sin embargo los chilenos votaron masivamente por sus
hombres y por lo que representan. Es difícil explicar cómo el electorado
chileno, que no es del barrio alto, sino de comunas pobres, hayan podido entregar sus preferencias por
esta gente. Eso habla muy mal de la capacidad de ubicación en el espacio de los
chilenos.
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Dicen que en Chile, casi el 50% de la población no entiende
lo que lee, así es que muy probablemente
tampoco sepan para dónde se desvía uno hacia el camino de la derecha y por
donde queda el atajo de la izquierda.
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Lo que admira, es la seguridad con que plantean, los UDI,
sus discursos estrambóticos. Exhiben una seguridad admirable. Ese énfasis
categórico uno lo encuentra sólo en gente de fe irreductible y en inocentes e ignaros
discípulos de cualquier cofradía. Un ser con mínimo espíritu crítico, tiende a
plantear las cosas con cierto relativismo y flexibilidad; al menos se hace
ciertas preguntas. Pero ninguna pregunta se hacen los kamikaze, los terroristas
islámicos, como tampoco los criminales de guerra de todo el planeta, menos las “barras bravas”.
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Por eso cuentan con mi admiración. Yo sería incapaz de poner
esas caras de fúnebre respeto ante barbaridades tan risibles, como las que salen
de sus ilustrísimas bocas.
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También es cierto que la Biblia sentencia que hasta el más
santo de los hombres peca siete veces al
día, que es lo mismo que decir que hasta el más sabio de los hombres dice
tonteras al menos 7 veces en el día. En eso tendrían los UDI un atenuante
potente, pero cuando no son siete sino que incontables las leseras dichas en un
día, y repetidas a la siguiente jornada, entonces uno pierde la capacidad de
tolerancia y el sentido de la mitigación de la culpa.
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No, los tipos no tienen arreglo, parece algo genético pero
que evoluciona-como la esquizofrenia- agravándose con la edad. Así es que más
vale reírse de sus dichos, que no de sus personas, pues ese estado es de
lamentar, en cualquier ser humano.
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A los UDI les encantan los uniformados. Por ellos el país
estuviera invadido de uniformes, en cada calle, en cada esquina: La represión
es para ellos como la oración para el beato: tiene que estar siempre y a toda
hora del día; pero son incapaces de sacar cuentas claras acerca de la
delincuencia o de las protestas, es decir de sus causas primeras, en las cuales
ellos tienen una responsabilidad primerísima e indesmentible. El mismo Piñera
anda ahora resucitando el engendro de la “Ley Hinzpeter”…Ay, se quedó pegado,
el pobre. Sin saber que el tiempo es la fatalidad del orden demoniaco, según Jaspers.
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Porque han sido sus políticas neoliberales las que han
transformado a esta sociedad en una máquina de corrupción, de discriminación,
de enlodamiento humano y social. Han sido sus políticas las causantes de un
malestar que madura como una pústula; han sido décadas de maltrato a los
pobres, de ignorar sus requerimientos humanos y sociales más elementales; de
despreciar al marginal como un ente, como un infrahumano, como un subdotado, como
una carga, como lastre. Por eso estos seres que protestan por sus derechos son irrelevantes para los UDI…Lo único
importante es que no se mine la autoridad de carabineros, por ruin que sea ese
uniformado.
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Porque no les interesa compararse en un plano de igualdad
humana; porque se creen hijos privilegiados de Dios, haciendo gala de un
fatalismo discriminatorio casi luterano; porque no piensan en el otro, porque
no lo pueden sentir un prójimo; porque les han enseñado, como clase, que a ese
otro se les debe explotar y coaccionar, que no se les debe consideración
alguna; que se les debe separar, aislar, marginar…Allá, lejos en las periferias
de las ciudades, como en ghettos de indeseables.
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Fichte decía que la filosofía que uno escoge va de acuerdo
al hombre que uno es. Por su parte, Tolstoi, advertía que la ambición no
hermana bien con la bondad, sino que lo hace con el orgullo, la astucia y la
crueldad.
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Por eso el ministro Burgos debe tener más cuidado cuando da
su apoyo irrestricto a carabineros, pues apoyo irrestricto ¿a qué acción de
carabineros...? ¿A la represión
extralimitada? ¿Al uso excesivo e irracional de la fuerza? ¿A la
irresponsabilidad ante acciones temerarias?
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Con razón teme el
padre del estudiante herido ante las declaraciones del ministro, pues son muy
comprometedoras de una opción de
política desde el gobierno que lesiona la confianza ciudadana.
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Señor ministro…tenga cuidado, que por menos se han caído
frutos que recién pintaban.
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