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jueves, 7 de mayo de 2015

ELECCIONES-ARGENTINA-KRADIARIO

ARGENTINA: ¿FIN DE UN CICLO?
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Por Claudia Korol
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El año electoral ha estallado en Argentina, tiñendo el país de debates políticos, sociales, culturales, económicos. No porque haya un interés especial de parte de la sociedad en las discusiones programáticas, ni curiosidad por los pases políticos de una a otra fuerza de los candidatos, o por las repentinas alianzas de último momento que suscriben, sino porque hay una fuerte probabilidad de que estas elecciones pongan freno o terminen con más de una década de gobiernos kirchneristas, clausurándose el proceso abierto en 2001 con la rebelión argentina y el ¡Que se vayan todos!
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No tiene sentido mirar con detenimiento cada una de las candidaturas que se presentan en este momento, etapa de elecciones primarias previas a las elecciones nacionales donde se van definiendo las “internas” en cada partido y alianza; pero sí se puede subrayar que el proyecto político hasta ahora hegemónico, el kirchnerismo, no logra encontrar un candidato que suceda a Cristina: un candidato que concite suficiente consenso interno.
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Quien aparece con más chance presidencial es el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. Un hombre del Partido Justicialista que nunca estuvo entre los más cercanos al núcleo kirchnerista, como sí lo está Florencio Randazzo, ministro del Interior y Transporte, que disputa la candidatura presidencial con el primero por el Frente para la Victoria.arg scioli.
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La mayor parte de las encuestas indican que Daniel Scioli lleva una amplia ventaja sobre Randazzo y los otros candidatos en la “interna del kirchnerismo”, lo que representará -si fuera electo como presidente-, un giro hacia posiciones clásicamente conservadoras y derechistas, tanto en la gestión estatal como partidaria. Sin embargo, tampoco parece ser que pueda ganar las elecciones. Al menos no en la primera vuelta, y con dificultades en el ballotage. Es por eso que para algunos sectores del oficialismo lo que se impone es pensar en el retorno de Cristina en 2019, cediendo ante la posibilidad de perder posiciones en estos años, gane quien gane.
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En el campo de la oposición, la disputa presidencial está centrada en dos fuerzas de derecha: la que encabeza Sergio Massa, peronista que se “despegó” del kirchnerismo en 2013 (fue intendente por esa fuerza, y jefe de gabinete de Cristina), y la que encabeza el conservador liberal Mauricio Macri, quien va tejiendo alianzas con distintos sectores del peronismo, radicalismo y un rejunte de personalidades del espacio de derecha más clásico, el que participa activamente de las cumbres de la derecha continental con los Vargas Llosa, los Uribe, la gusanera cubana y las escuálidas venezolanas. Al momento de escribir esta nota, Macri va adelante de Massa en la disputa de la derecha conservadora, y sería uno de los próximos posibles presidentes.
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¿Y la izquierda?
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En la Izquierda, dos hechos pueden señalarse como novedosos: el primero es el afianzamiento y crecimiento del espacio electoral del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, una alianza de partidos de la Izquierda trotsquista, a la que se sumaron algunos dirigentes obreros clasistas, que recibió el apoyo de un conjunto de organizaciones provenientes de la Izquierda independiente.
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Este frente en la elección anterior sacó unos cuantos diputados y legisladores, y es previsible que crezca su impacto en este turno electoral. La otra novedad es la opción de integrarse a la lucha institucional de la mayor parte de las organizaciones que nacieron como movimientos sociales alrededor de 2001 (la mayoría como movimientos piqueteros).
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Si bien estas fuerzas, y otras corrientes de Izquierda que se presentan, no compiten en términos de desafío a las fuerzas de centro y de derecha en la disputa presidencial o de gobernadores, es posible que se sigan consolidando con diputados/as y legisladores/as en diferentes provincias y municipios, coloreando al menos los debates parlamentarios y acompañando diferentes demandas del movimiento popular. La pregunta que queda abierta es si esta decisión no está debilitando la capacidad de movilización del campo popular, al subsumirse en las disputas de candidatos, recolección de apoyo y propaganda.
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La derechización del panorama hegemónico, tanto en el plano del oficialismo como de la oposición, y el desplazamiento de las izquierdas que actuaban en el campo de la construcción social hacia políticas institucionales, son dos de los hechos que permiten caracterizar el agotamiento de la energía desencadenada en 2001 con el “argentinazo”. Esto se produce en el contexto de un continente donde la derecha conservadora viene siendo alentada por la política imperialista norteamericana, que para sostener su disputa de territorios y bienes intenta recuperar el terreno perdido en el continente.
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La abierta amenaza de agresión a Venezuela y la política de desestabilización en Brasil son algunos de los nuevos datos preocupantes de este contexto continental. En Argentina no faltan maniobras desestabilizadoras, de manipulación mediática, pero que no alcanzan a configurar una perspectiva golpista eficaz. De todos modos, en este panorama destituyente, y de ofensiva conservadora, se vuelve más complejo el escenario abierto con el posible desplazamiento del kirchnerismo, ya sea por otras fuerzas o por la pérdida de hegemonía en su propia fuerza.

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