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martes, 30 de octubre de 2012

“NADIE VA DONDE NO QUIERE IR”


Por Mario Briones R

Desde que comenzó a operar la Ley Nº 20.568 que regula la inscripción automática y el voto voluntario, se instaló una nueva incógnita en las elecciones que vendrían y fue precisamente en las elecciones municipales del domingo que pudo lograr la primera experiencia del comportamiento del nuevo padrón electoral y sus 5.276.844 de nuevos inscritos, que totalizaron 13.388.643 de personas habilitadas para sufragar.

En países donde operan sistemas similares de inscripción automática y voto voluntario es usual encontrar que los votantes que participan fluctúan entre un 50 a 65 % de los inscritos, valor que en el caso de la elección municipal de ayer se situó en la parte baja de la banda, con apenas un 39,29%, es decir, 5.261.069 personas. Este porcentaje está calculado con respecto a los votos válidamente emitidos, considerando que los nulos (148.726) y los blancos (86.134) tienen un sesgo o intención de eludir la decisión de opinar sobre lo que se elige, totalizando finalmente 5.495.929 las personas que concurrieron a los locales de votación.

De las cifras expuestas podemos concluir que 7.892.714 decidieron abstenerse de participar en las elecciones, lo que equivale al 60,71 %, valor que deberá ajustarse según los últimos datos oficiales que entregue el gobierno, pero sin que impliquen cambios significativos a lo señalado.

¿Cuáles fueron las palabras de Piñera con respecto a este nuevo hecho electoral?, lo siguiente, "Una democracia en que no participa la inmensa mayoría, empieza a perder fuerza y legitimidad". Más le hubiera valido quedarse callado, porque lo que dijo evidenció una clara desconexión entre lo que él y su gobierno de derecha representan y piensan, con respecto a cómo suenan sus palabras en la ciudadanía.

En la terminología de Beteson, “es la diferencia que hace la diferencia, se puede dar valor de información a las ausencias. El valor cero, la falta de estimulo, las carencias, de diversa índole pueden desencadenar procesos de conocimiento y cambios de estado de los sistemas”.

En el campo de entender lo que representa la información cuando no hay información, es donde queremos situar los efectos ocurridos en los resultados, cuando 7.892.714 personas, un 60,71 % tomaron la decisión de no participar y es lo que la derecha y principalmente el presidente interpretan mal. Es cierto que un porcentaje residual de estos totales, en cualquier caso, podría encontrarse en la imposibilidad física de concurrir, sin embargo, el principio que puede aplicar al resto de la ciudadanía que no participó es porque, nadie va donde no quiere ir, como Ud., cuando decide no ir al estadio por el riesgo a la violencia y opta por quedarse en casa a leer un libro o compartir con la familia.

La gente que no participó en el acto eleccionario “ha dicho” que votar no representa nada para ellos, que la democracia tal como funciona, no puede contar con la fidelidad de dichas personas hacia ella y que su ausencia en la votación, es la forma más transparente y única muestra que nunca antes habíamos tenido para constatar el real desinterés anímico de la voluntad hacia la política y el ejercicio de votar, por casi la mitad de la población de Chile. La ciudadanía sabe que con su voto no logra nada, que no logra orientar a los políticos elegidos, y que no los castiga cuando lo hacen mal, más aún cuando aprueban leyes en contra de la propia ciudadanía. Todo se basa en la determinación de un sistema binominal que les asegura continuidad con la designación a dedo que hacen los partidos de las candidaturas, lo que permite volver a nominar a los mismos, o como el caso de aquellos que se cambian de coalición o incluso de pensamiento político sin respetar el voto comprometido con el ciudadano que lo eligió.

Los que no participaron saben que no tienen derecho a una participación ciudadana efectiva para ser escuchados y atendidos en las legítimas aspiraciones que tiene cada cual. ¿Cuántos jubilados decidieron no votar por el simple acto de evitar gastar en locomoción, lo que les permitió comprar un analgésico que no pueden comprar debido a la miserable pensión que reciben de $ 100.000 y que además deben tener que gastar para ir a votar por candidatos que no hacen nada por ellos?

¿Tendrán sentido las palabras de Piñera para personas como los jubilados?, no, ni lo piense, NO.

Los que participaron corresponde a lo que los analistas electorales llaman el “núcleo duro”, es decir, personas interesadas en la cosa pública o con opinión política fundada y de convicciones firmes con respecto al quehacer de la política. Por eso que esta elección fue como una gran encuesta que permitió medir al gobierno y a la oposición con respecto al 39 % que participó. El gobierno y la derecha han reconocido, con los municipios emblemáticos, el fuerte castigo ciudadano recibido de alrededor de 600.000 votantes proclives a la derecha, que dieron señales del enorme descontento que existe cuando al momento de pensar en ir a votar, recordaron las promesas incumplidas de la campaña de Piñera, como el gobierno de excelencia y de los mejores, o de trancar la puerta giratoria a la delincuencia, o de la probidad de sus funcionarios, pero principalmente porque la ciudadanía aprendió rápidamente a distinguir algo que no sabía o no recordaba, lo que representa tener un gobierno de los empresarios, por los empresarios y para los empresarios.

Es cierto, la oposición también tuvo su dosis, 200.000 personas desilusionadas, sin embargo, el balance dentro de la participación del 40 %, como valor de la muestra, dice que hay un regreso a una intencionalidad anímica a favor de la oposición y lo más significativo de ello es que, donde hubo candidatos producto de acuerdos, unión y con una activa participación ciudadana en primarias para elegir alcaldes o concejales, el resultado fue excelente. Esa es otra lección que dejó la elección de ayer.

“Nadie va donde no quiere ir” es la información que tenemos. Es una información muy importante. Para la Concertación es una advertencia clara que no puede cantar victoria. Las exigencias son muy grandes si se quiere volver a gobernar. Se necesita romper el alto desinterés y la desesperanza del 60% de la población acumulada por muchos años de promesas que fueron olvidadas apenas sus líderes asumieron los gobiernos. Este resultado es también una notificación para los nuevos mesías, los aventureros, los artífices políticos que con sus gastadas entelequias intentan volver a redescubrir la rueda en política, planteando rígidas posturas partidarias o divisiones en fracciones grupales, donde sólo tienen para ofrecer liderazgos personales que no le interesan ni le sirve a la población que tiene muchos sueños incumplidos. Son millones los chilenos que buscan unirse con el de al lado para elegir solidariamente un programa prístino y un liderazgo concordado con la ciudadanía, pero para la ciudadanía.

Sólo con acuerdos, flexibilidad y responsabilidad política se podrá armar una nueva opción política que no termine perdiendo el gobierno en cuatro años más sumidos en la total ingobernabilidad que destruya los nuevos anhelos y las esperanzas de millones de chilenos   que desean una patria mejor.

La derecha va reforzar su apuesta por la unidad, cueste lo que cueste, no tiene otra salida para continuar en el gobierno. Cuentan con la misma información que tiene la oposición, la derecha sabe que debe concentrase y dirigirse al 40% minoritario que decidirá por cuenta de los que no participan. Nadie en su sano juicio puede pensar que la derecha es partidaria de abrir el poder a una mayor participación democrática, todo lo contrario, gastará todos los recursos fiscales y la energía necesaria en lograr su objetivo y para ello nada mejor que dejar las cosas tal como están, es decir, no se va a llamar a nadie para que vaya donde no quiere ir.

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